Cada Verano Sin Ti

29: Papá está aquí

 

—Marie tu padre acaba de llegar —me avisa la señora Michaels.

Estaba terminando de desayunar al lado de Sam, sentados en el comedor. Levanto mi mirada y veo a mi amigo quien asiente y ambos nos levantamos para caminar hacia la entrada.

La señora Michaels sale a recibir a mi padre, dejó la puerta abierta por lo que veo su silueta de espaldas hablando con él. Ella gira el rostro y le pide a papá que entre, haciéndole una seña.

Papá camina hacia adentro al lado de la madre de Sam. Él me mira por primera vez y sus ojos se abren, se pasa la mano por la frente y deja salir aire.

—Vamos chicos, démosles privacidad —pide a Noemí y a Isaac quienes estaban sentados en los sofás.

Ellos obedecen y suben a sus habitaciones. Sam me da una palmada en la espalda para darme valentía de acercarme a él. Quisiera que se quedara conmigo mientras hablo con papá pero sé que esto es algo que tengo que hacer, preguntarle todo lo que necesito saber.

—Bueno, tome asiento por favor —le pide y mira  Sam—, vamos hijo, ayúdame a lavar los platos.

Ambos salen y yo decido sentarme frente a él, en el otro sillón. Papá me mira con los ojos entrecerrados, esperando a que todo salga de mi boca.

— ¿Esa camiseta es tuya? Te queda grande —habla él.

Veo mi atuendo irregular. Sam me prestó una camiseta negra y Noemí me dio una falda de mezclilla que me queda por encima de las rodillas. Todas mis cosas se quedaron en casa de mi madre así que esto es lo mejor que hay.

—Papá —aclaro mi garganta y tomo aire—. ¿Hablaste con mamá?

Él baja la mirada. —Marie, lo siento tanto… esto… me he odiado cada día de mi vida por lo que te pasó —cierro los ojos pues no quiero llorar de nuevo—. Lo siento tanto hija.

Abro mis ojos. — ¿Por qué nunca me lo dijeron? ¿Tú lo sabias? ¿Qué pasó exactamente? Por favor papá, no más mentiras y no más verdades a medias. Necesito saber todo, tengo miedo… ¿él me hizo algo más que tocarme?

Papá se levanta alarmado y se acerca a mi lado. — ¡No, Marie! No, tu madre te llevó al médico —suspira—. Bien, escucha, esto es lo que pasó. Tu mamá te dejó sola con ese asqueroso pervertido, ella solo fue a comprar algo según dijo y… gracias al cielo que se le olvidaron algunas cosas, regresó y los encontró… él…

Papá se detiene y baja el rostro, se cubre los ojos con las manos y empieza a llorar silenciosamente. Es la primera vez en toda mi vida que veo a mi padre llorar.

Se limpia las lágrimas bruscamente. —Tu madre no solo lo sacó a patadas y golpes sino que también lo denunció, te llevó rápidamente al hospital para que te revisaran y nunca te… —muerde su labio inferior con fuerza—, ya sabes. Después de eso te llevó a terapia y una supuesta psicóloga le recomendó que no te hablara nunca más del tema o de él, que enterrara todo y que así estarías bien. Incluso no me lo dijo a mí, yo lo descubrí después.

Tengo que tomar un poco de aire antes de seguir preguntando. — ¿Cómo te enteraste?

Papá suspira. —Te despertabas en las noches llorando y cuando te abrazaba o intentaba darte besos en las mejillas, tú llorabas… —Papá eleva la mirada y las lágrimas vuelven a salir—. Marie, un día te ensuciaste comiendo, te subí a tu habitación y cuando intenté quitarte el vestido tu… —Papá se levanta de golpe y parece que quiere golpear algo—. Ese idiota te hizo que me tuvieras miedo. Jamás en la vida te haría daño, eras mi pequeña, mi amor. ¿Cómo te haría algo así?

Mis ojos también se llenan de lágrimas. Entonces no fue papá quien dejó de abrazarme y quererme como antes, fue mi miedo que lo alejó. Fue su miedo a herirme. Su miedo a hacerme sentir como ese día.

—Tu abuela, mi madre, llegó a vivir con nosotros por dos años. Ella era quien te ayudaba a cambiarte y a bañarte, yo ya no podía acercarme a ti —me explica—. Teresa me recordaba que tenía que evadir el tema, yo sugerí llevarte con una psicóloga para que pudiéramos ser como antes éramos, para poderte abrazar de nuevo pero me dijo que eso solo te haría daño, te haría recordar lo que ya estabas olvidando —se deja caer de nuevo en el sofá—. Después, año tras años, actuabas normal y no parecías afectada por nada. No tenías pesadillas y no mencionabas nada sobre ese día,

— ¿Por qué no hiciste nada? Papá todo este tiempo he pensado que no me querías lo suficiente —se me quiebra la voz—. Quería que fueras como antes, que me abrazaras y que nos acostáramos en el sofá a ver televisión. Quería que me quisieras.

Papá me abraza. —Te amo, Marie. Te amo con toda mi vida, eres mi princesa y nunca te dejaré de amar. Me odio por cada decisión incorrecta que he tomado, tenía mucho miedo de hacerte daño. No quería que recordaras nada de ese idiota, quería que estuvieras bien. Lo siento tanto, hija, perdóname por favor.

Yo me aferro a mi padre con los ojos cerrados fuertemente. Él me abraza como nunca lo ha hecho. Como si ha esperado años para volver a tomarme de esta forma entre sus brazos. Me abraza como solía hacerlo, cuando todo estaba mucho mejor.

Nos separamos y ambos estamos llorando. Rara vez dejo que alguien me vea llorando, no me gusta sentirme expuesta o vulnerable y sé que eso lo heredé de él. Papá odia mostrar sus sentimientos, no quiere que nadie lo considere débil. Es por eso que sé cuánto le duele en el alma lo que está pasando.

Lo que me pasó.

—Vuelve a abrazarme —le pido con la voz frágil—. Sé que tú no me harás daño, por favor papá. Te he extrañado.

Papá asiente limpiando sus lágrimas con su mano. —Lo haré, mi pequeña. Tranquila, vamos a casa y hablemos con Juliette, ella está esperándote. Te ama, te amamos, eres nuestra niña y te amamos, ¿Lo sabes, no? ¿Sabes que eres amada?

Sonrío levemente. —Gracias.

Papá y yo nos quedamos un momento en silencio, dejando que el peso de todo lo que acabamos de decir se aligere. Cierro los ojos y me veo a mi misma de esa edad, cuando era una pequeña inocente y temerosa. Me veo y está viéndome de vuelta, con sus ojos grandes y esperanzadores.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.