Cada Verano Sin Ti

34: De vuelta

 

Papá no estaba tan contento con la idea que yo regresara a Pearl sin él, pero es algo que tengo que hacer.

Juliette maneja tranquila, el verano aún no ha comenzado por lo que no hay muchas personas dirigiéndose hasta allá aun. Pensé que no volvería a recorrer este camino de nuevo, al menos no tan pronto pero aquí estoy, dirigiéndome a un lugar que alguna vez me hizo muy feliz.

Es muy extraño pasar por los carteles viejos y ver los edificios de siempre, me hacen recordar al inicio del verano pasado cuando pensaba que estaba a punto de vivir el mejor verano de mi vida. Cuando estaba llena de ilusiones y esperanzas, con anhelos sobre el amor y con nostalgia por las amistades que dejaría atrás.

Todo ocurrió tan diferente a eso.

El sol está brillante y las nubes están esparcidas por el cielo azul, la radio deja sonar una canción antigua, una que he escuchado miles de veces. Siempre me pareció una canción perfecta para viajar en carretera así que la incluía en mi lista de reproducción para escuchar de camino a Pearl Coast.

“Summer” de Katie Herzig.

Juliette baja su ventana y deja que el viento refresque el auto, yo hago lo mismo y sonrío mientras la veo de reojo. Ella nunca me ha traído hasta aquí, siempre ha sido papá. Viajar a Pearl con la persona que es como mi madre, me hace sentir bien.

Regreso mi mirada hacia afuera, dejando que la música, el calor creciente y los nervios de mi interior se mezclen. He aprendido que es importante sentir, incluso lo que pensamos que es negativo. Tienes que darte permiso para sentir el amor, la emoción y la felicidad pero también el miedo, el nerviosismo y la tristeza. Tienes que darte permiso para ser humano.

— ¿Le avisaste a tu madre? —me pregunta Juliette bajando el volumen de la radio.

Niego. —No —tiro de mi cinturón de seguridad—. Pero sí con Víctor, le dije que estaba pensando llegar y le hice prometer que no le diría nada a ella.

Juliette asiente. —Bien, ya casi llegamos.

Así es, solo unos quince minutos más y estaremos frente a un cartel viejo de madera con grandes letras verdes que diga: BIENVENIDOS A PEARL COAST

Bajo la mirada mientras recuerdo todo lo ocurrido el verano pasado. Recuerdo conocer a Ren por primera vez, pensar que él sería el protagonista de mi historia de amor veraniega. Recuerdo conocer a John al lado de los demás chicos, de lo agradable que era conmigo y su familia. Recuerdo a mis antiguas amigas, quienes siempre me hacían sentir afortunada de tenerlas en mi vida.

¿Me pregunto si veré a alguno de ellos hoy? No vine por ellos y tampoco me quedaré, no tengo ganas de ver a nadie más que a mamá pero no puedo evitar preguntarme si alguna de esas personas piensa en mí. Digo, yo pienso ocasionalmente en Ren y en John, no extrañándolos pero preguntándome que habrá sucedido después que me fui. ¿Su hermana hablo con John? ¿Ren y él todavía se odian? Seguramente.

Pienso en mis antiguas amigas, ¿Se arrepienten? ¿Me extrañan? ¿Me habrán olvidado? No puedo saberlo y lo más seguro es que nunca lo sabré.

Me parece extraño como un día puedes pertenecer en la vida de una persona y al siguiente ya no. Es curioso como conoces a alguien, quizás por años, y un día dejas de verle. A veces la vida se me hace demasiado complicada y creo que al final, jamás la entenderé. Quisiera entender cómo se pueden apartar dos personas que se quieren tan fácilmente, entender cómo puedes llamar amiga a alguien y luego traicionarla, entender cómo puedes regresar a los lugares que te hacen daño.

—Estamos aquí —anuncia Juliette dejando escapar un suspiro.

Siento algo en mi pecho, una mezcla de nervios y terror. Estoy considerando pedirle que dé la vuelta, que mejor vayamos a un centro comercial y nos olvidemos de todo. Sé que Juliette aceptaría pero me resisto mis impulsos de huir y me quedo callada, dejando que ella se adentre cada vez más a Pearl.

—Sigue hasta el fondo, luego cruzas a la derecha —le indico.

Juliette lo hace de esa forma, curiosamente pasamos frente al gimnasio de Víctor, en donde conocí a Sam. Ver el lugar me hace sonreír pero luego pasamos por el restaurante de la familia de John y la sonrisa desaparece.

Juliette sigue mis indicaciones y finalmente, estamos muy cerca de la casa de mamá. Ella se estaciona un tanto lejos, le pedí que lo hiciera así. Necesito ordenar mis ideas antes de entrar y asegurarme de mantener la calma. Vengo a preguntarle muchas cosas, no a pelear.

—Bien, vamos —abro la puerta para salir.

Juliette me mira. — ¿Voy contigo? —pregunta confundida.

Asiento. —Sí, digo… si quieres.

Juliette sonríe y me da un abrazo rápido. —Claro Marie, estaré a tu lado. Pensé que querrías estar a solas con tu madre.

Presiono mis labios juntos. —Juliette, eres como mi madre —le recuerdo—. Te conozco desde hace años y siempre has estado cuando te necesito. No podría hacerlo sin ti.

Juliette estira su mano para tomar la mía. —Vamos entonces, estaré contigo.

Ambas bajamos del auto y caminamos un poco hasta llegar al frente de la casa de mi madre. Juliette estudia la fachada de afuera, las ventanas grandes, la pintura recién retocada pero siempre de ese color lila que a mamá le encanta y las flores de en frente. No veo el auto de mamá pero sí el de Víctor, es probable que esté ahí adentro.

Le hago una seña a Juliette para que vayamos hasta la puerta y antes de darle un golpe, me detengo. Mi corazón palpita rápido y siento un poco de nauseas, es en ese momento que Juliette toma mi mano y me devuelve el valor para hacer esto. Toco la puerta con mis nudillos y escucho unos pasos acercándose, no tengo que adivinar, sé que es Víctor.

Efectivamente, él abre l puerta y me mira con los ojos abiertos, se hace para adelante como si quisiera darme un abrazo pero se detiene. Mueve su mirada a Juliette y asiente la cabeza saludándola.




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