Cadena de vida

CAPITULO 1.- UNA FLOR LLAMADA AMAPOLA

- ¡Porque no puedes obedecer por solo una vez! – un grito de una voz femenina.

- Me dejaras solo otra vez – una voz infantil apareció, y con ello las últimas imágenes que tenía en su mente, cristal roto y un niño.

Despertó de golpe de su sueño, con una respiración agitada, al ver a su alrededor lo hizo sentirse más ansioso, no sabía en donde se encontraba, era una especie de túnel con una sola entrada donde se colaba la luz del amanecer, quiso quitarse el sudor de su frente, solo para darse cuenta que tenía una patas con almohadillas rosadas, se podía ver también parte de pelaje color gris platino con algunas rayas oscuras.

Miro su otra mano, para descubrir que también es una pata igual a su derecha, no podía creerlo, <debe de ser un sueño> pensaba en eso mientras acercaba sus patas a donde se encontraba su cara, se sentía suave y peluda, además que en su cabeza tenía unas orejas peludas, empezaba asustarse, trato de levantarse rápido, pero sus pies se sentían como gelatina y cayó en el suelo terroso, lo único que pudo hacer es pegar un grito aterrado.

Afuera en el canal, una felina trataba de pescar por medio de dar zarpazos en el agua, llevaba dos, cuando estaba a punto de ir por tercero un grito hizo que perdiera la concentración, perdiendo con ello su presa.

- Alguien ya despertó – se dijo así misma contenta, cargo con sus dos presas para ir al hueco del árbol.

Se topó con la imagen del joven platino estando pegado a la pared de tierra y raíces, mirando a su alrededor confundido, le parecía gracioso pero no se reiría del pobrecito que parecía muy asustado. Se adentró dejando los pescados aun lado de la entrada, atrayendo la atención del varón.

- ¡Hey sabes qué demonios está pasando!, o espera los gatos no saben hablar humano – se respondió así mismo mientras ella trataba de contener sus risas.

- Normalmente no hablan, pero eso no tiene relevancia cuando ambos nos encontramos iguales – dijo su respuesta algo divertida, sentándose en el suelo enroscando su cola esponjosa color gris alrededor de sus patas.

- ¡¿IGUALES?!, ¡IMPOSIBLE, YO NO SOY UN ANIMAL! – exclamo aun asustado.

- Si no me crees déjame ayudarte para que te veas tú mismo.

Dejo su posición para ir con el que desconfiaba de la gata, pero ella solamente hizo que pasara una de sus patas encima de su cuello, con lo bajita y esponjosa que se veía parecía un peluche que sería aplastado por un gigante.

- Sostente de mi cuello, te ayudare a caminar hasta el canal para que mires tu reflejo y lo compruebes tú mismo.

Empezó a mover sus pequeñas patas con esfuerzo para evitar caerse con el peso extra, el platino con pasos torpes trataba de caminar, se sentía algo incómodo, pero no podía quejarse en ese momento; llegaron al canal de agua, ambos se asomaron, lo que observo lo dejo sorprendido, era un gato gris platinado con rayas obscuras y orejas negras, sus ojos eran de azul claro. Parecía una mentira, pero tenía patas en vez de manos, sin duda lo que vivía es real.

- Tengo que admitir que me gusta tu color – confeso divertida la gata gris.

- Esto es una pesadilla.

- Sera o no, tienes que alimentarte, vamos adentro – sugirió la gata, pero el otro no la escuchaba y solo miraba su reflejo – bueno traeré nuestro desayuno, no te muevas.

Lo dejo acostado cerca del agua de la cual no despegaba su mirada, yéndose al hueco por los pescados.

“tú cuerpo esta magullado, te daré otro para tu alegoría con un poder para que puedas defenderte”

<La voz… esto es a lo que se refería, pero porque un gato, no sería mejor otro cuerpo humano o de un animal más grande>

En el reflejo volvió aparecer la gata con dos pequeños peces, tenían algo de tierra y podía olerse que estaban frescos, dejo observarse para dirigirse a ella, que dejo caer frente a él aquellos animales, lo primero que sintió fue asco, nunca le gusto el pescado, ni cocinado ni crudo.

- Lamento que no esten muy limpios pero al menos se pueden comer.

- ¿Acaso no los vas a cocinar? – su asco continuo al ver que ella lo comía como si nada, dejo por un momento su alimento.

- Este pelaje no tiene bolsillos, dime cómo crees que cargaría con cerillas o encendedor para cocinar esto – hablo con cierto tono de broma, para continuar con lo suyo, sin antes decir una última cosa – come antes que vengan moscas.

- Perdón, pero no soy de comer crudo – dejo de nueva cuenta de comer.

- Muy bien, pero date cuenta de que tenemos que irnos y no puedo cargar contigo todo el camino – con su pata se limpiaba el color rojo que estaba por su boca – y antes que me hagas otra pregunta, primero intenta comer algo o te ignorare.

Dejo de hablar para terminar de comer, el miro por un momento el pescado, tenía escamas de color plateado con aletas amarillas, su ojo lo miraba como si aun estuviera vivo, sentía como se le revolvía el estómago, pero tenía que admitir que sentía hambre y si quería algunas respuestas de ella, tendría que comerlos.



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En el texto hay: tragedia, magia, animales y mascotas

Editado: 21.02.2020

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