Cadenas

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BRAELYN TOLEDO

Sevilla, España

Decir que estaba complacida era poco, la comida había sido un éxito total, quede encantada con mi pretendiente o podría empezar a decirle mi prometido. Era guapo tanto que me abrumo su mirada griseada, su ceño levemente fruncido ausentado sus cejas pobladas, cabello negro oscuro y una ligera barba cubriendo parte de su mandíbula.

Apenas lo vi empecé a dar brinquitos de felicidad; no tenía idea de donde habían sacado semejante hombre mis padres, pero estaba convencida de decir el claro y fuerte.

Fue tanta mi impresión que a duras penas dirigí palabra con él, aspiraba que eso no lo desmotivara, parecía que mi cerebro hacia corto circuito cuando me fijaba en él, por lo menos había impresionado a la familia.

Mama me había advertido que el señor Acevedo era alguien reacio y desconfiado, por ello me prepare mentalmente para no mostrar debilidad y gracias a todos los santos, la mirada de aceptación que me brindo al finalizar la cena me confirmo que había avanzado unos pasos.

En cambio, la señora Acevedo era muy abierta y transparente, podría decir que era su manera de mostrar su voluntad hacia las personas, era como andar en una cuerda floja, intentaba intimidarme, pero demostré el carácter que tenía.

Las gemelas era una combinación de sus padres, era como presionaran un botón y cambiaran, a veces eran alegres y risueñas, pero de un momento a otro se ponían serias con una mirada altiva.

-Psss.

Deje de mirar mi reflejo en el tocador, gire mi rostro hacia la puerta donde mi cuñaba recargaba mitad de su cuerpo en el marco de mi puerta.

- ¿Puedo pasar? –cuestiono con una sonrisa

Asentí, me levanté de la butaca para acercarme al borde de la cama donde ambas tomamos asiento, ella cruzo sus piernas tomando una postura relajada.

- ¿Qué tal? Complacida o arrepentida.

-Complacida –respondí de inmediato

-Era lo obvio, el sujeto llevaba a tus estándares y demostró ser un caballero.

-De verdad llegue a pensar que aún estaba dormida, si no fuera por el empujón de mi padre hubiera quedado como tonta.

Mara dejo salir una carcajada.

-Mael se mordió los labios para no burlarse –dijo –Le apreté tan fuerte la mano para que se controlara.

-Dios, mi hermano es un imbécil.

-Sí, de vez en cuando.

Una pregunta brillo en mi mente.

- ¿Qué sentiste cuando conociste a Mael?

Xiomara hace una mueca con su boca.

-Nos presentarían en una fiesta de recaudación, estaba molesta hasta no más poder, no quería casarme, sentía que era muy pronto para ello –relata –Estaba tomando champan en una esquina, de pronto se me acerco un hombre e iniciamos una conversación, él había dicho algo en modo de juego, pero como yo estaba irritada hasta con el aire, me lo tome mal.

Una sonrisa y sus ojos brillantes adornan su rostro.

-De la rabia que sentía me desquite con él, regando la champan en su traje –negó con su cabeza –Mi madre se acercó furiosa, alegando que él era mi prometido, yo ya me veía encerrada en mi cuarto como castigo, pero Mael interrumpió los regaños de mi madre y me cubrió la espalda, lo hizo pasar por un accidente.

-Todo un cuento de hadas –bromee

-Uno muy inusual, después de eso empezamos a tratarnos como amigos de toda la vida, nos burlábamos hasta de como caminábamos, acordamos tener una relación abierta ya que ninguno de los dos se casaba por voluntad.

-Yo los veo muy enamoraditos.

-Bueno en el viaje de luna de miel, los sentimientos se volvieron contradictorios, al final aceptamos que nos gustábamos y el resto lo puedes suponer.

-Su matrimonio se volvió real, tuvieron un bello hijo y su relación es un campo de batalla –hable haciendo señas con mis manos

-Correcto.

Las horas pasaron y nosotras seguíamos conversando, Xiomara siempre me agrado, conecte muy bien con ella, aunque a duras penas la veía, después de que volviera de su luna de miel nos acercamos mas ya que lógicamente vivía con mi hermano; lejos de las garras de su familia.

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Habían pasado dos días, debido a que tenía que terminar una pintura, me ocupe tanto que mi cuarto de artes parecía mi mini casa.

Aproveche ese tiempo de soledad para ordenar mis pensamientos y crear la fuerza para hablar con mi prometido, por eso me encontraba en mi auto aparcando frente al enorme edificio de la familia Acevedo.

Apague el motor y tome mi bolso para salir del auto, pase la calle hasta quedar frente a la puerta de cristal, ingrese al mismo tiempo que un grupo de trabajadores lo hacían, camine hasta lo que parecía la recepción y me posicione detrás de un hombre esperando mi turno.

De reojo vi mi reflejo en el cristal; un jean azul pálido, un crop top blanco dejando a la vista parte de mi pecho, una blusa grande de tela trasparente blanca que utilizaba como saco y unos tenis blancos eran mi outfit de hoy.

-Buenos días, en que puedo colaborarle –hablo la recepcionista cuando me acerque al mostrador con acabado tipo cerámico

-Buenos días, vengo a ver al señor Dexter Acevedo.

- ¿Tiene una reunión programada? –cuestiono mirando el ordenador

-No, señora –dije

-Lo lamento no puede ingresar si no tiene una reunión con el señor –se dirigió a mí –Puedo agendarle una cita si desea.

Mordí mi labio inferior y asentí.

-Nombre completo y motivo, por favor.

-Braelyn Toledo.

La chica dejo de teclear en su computadora, de pronto tomo una posición rígida y me miro con los ojos bien abiertos, se había puesto ligeramente pálida y me pregunte que la había asustado.

- ¿Es usted, Braelyn Toledo?

La mire sin comprender.

-Sí, así es.

Brinque en mi puesto cuando se levantó con fuerza de su silla, estiro sus manos para agarrar mi mano libre.



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Editado: 15.05.2024

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