Cadenas de Cristal

Capítulo 1

No les pasa que la noche antecesora de su cumpleaños, se siente tan larga. Que las horas que marca el reloj de tu celular pasan lento y que los minutos que separan las 11:59 de la noche y las 12:00 de la madrugada son eternos. Que por la emoción, duermes en pequeños fragmentos de la noche y te despiertas continuamente con la ilusión de ver la luz del sol a través de tu ventana, pero te das con la sorpresa que ni siquiera el alba se asoma por el horizonte. Y, finalmente, caes rendido de tanto cansancio al amanecer. 

Pues, eso me sucedió hoy.

Era mi cumpleaños.

Hace 21 años, en un frío día de invierno, había llegado a este mundo lleno de rosas como de espinas. Había llegado a este hogar que me brindó amor y muchos momentos hermosos que mi cabeza puede rememorar. 

No sé porqué en momentos como estos siento mi vida pasar por mis ojos. Como si la hora de reflexión de mi vida llegara. Pero, no me podía quejar. Hasta ahora, tenía todo lo que alguna vez hubiese deseado.

Una familia amorosa, una carrera de ensueños y los mejores amigos del mundo.

Los 3 motivos por los cuales estaba agradecida de tener y que con mucho esfuerzo luchaba por mantener. A veces pensaba que si uno de esos tres motivos desapareciera, no sabría si sería capaz de vivir.

Me removí silenciosamente entre mis suaves sábanas de algodón por la pereza que sentía mi cuerpo agarrotado por las horas que me había quedado en vela. No era bueno quedarme despierta hasta tarde, cuando estaba en pleno ciclo universitario. Alcé mi brazo para ubicar mi celular en la mesita de noche y con maestría, pude bajarle el brillo de la pantalla, sin abrir un ojo. Me fijé la hora y eran apenas las 6:50 am, es decir, me quedaban menos de media hora para levantarme y hacer mi rutina antes de ir a la universidad. 

Pero, nadie había venido a despertarme con una torta ni con un feliz cumpleaños. Se han olvidado de mí refunfuñé mentalmente como niñita, mientras me hacía bolita en mi cama.  Pues ellos se lo pierden, pensé, a la vez que el sueño regresaba a mí, abrazándome a ir a un mundo extraordinario. 

Pero, ni llegué a cruzar la puerta entre la consciencia e inconsciencia, cuando mi hermano Aidan junto a mi padre entraban por la puerta con muchos globos color verdes y morados,  mis colores favoritos, cantando “feliz cumpleaños a ti”. Detrás de ellos estaba Dotty, mi nana y empleada de la casa, con una deliciosa torta de fresas.

- Feliz cumpleaños a la más holgazana de todas las hermanas - dijo un feliz Aidan mientras soltaba los globos y me daba un fuerte abrazo de oso.

- ¡Eh! Muévete muchacho. Su creador debe abrazarla primero - dijo mi padre, haciendo a un lado a Aidan

- Papá, por Dios, que asco - saqué la lengua para especificar eso - no necesito saber las cochinadas que has hecho para crear esta belleza.

- Pero qué ego el de mi solcito, igual que el de todo Lodge. 

Sonreímos sabiendo que eso era verdad. Los Lodge éramos muy carismáticos de nacimiento, pero también cargábamos un autoestima que sobrepasaba  todas las capas de la atmósfera. Dotty se acercó con el pastel y me dió un fuerte abrazo deseándome los mejores deseos de todos. 

Una vez entregados los regalos y comido un poco de pastel como desayuno con mi familia, porque sí esta era mi pequeña pero querida familia, se fueron marchando para dejarme prepararme para ir a la U. Bueno, todos menos mi papá que se acercó a sentarse en el borde de mi cama para abrazarme como hacía cuando tenía alguna pesadilla. 

- Mi pequeño solecito ya tiene 21 años, que rápido pasa el tiempo - soltó a la vez que daba besos en la coronilla de mi cabeza - Y pensar que fue ayer cuando te sostuve en mi brazo por primera vez.

Mi papá no era mucho de expresar sus sentimientos hacia nosotros, pero en fechas especiales, nos daba el lujo de recibir este tipo de confesiones. Con las ganas de soltar algunas lágrimas, abracé lo más que pude a mi padre y nos quedamos un buen rato así.

- Espero que puedas hacer un espacio en el almuerzo para este pobre viejo - dijo mientras se separaba de mí - Tengo algo que darte. Lo he estado guardado desde hace mucho tiempo, para dártelo ahora. - Con la más brillante de las sonrisas, asentí y él, luego de abrazarme una vez más, se fue para darme mi espacio para prepararme.

Hice mi rutina diaria de bañarme y lavarme los dientes. Y luego me decanté por unos jeans, una blusa roja sangre y una chaqueta de cuero con mis zapatillas negras. Una vez lista, cogí mi mochila y salí para irme a la U, que si no me apuraba llegaría tarde. Genial

Me despedí de todos con apuro y les agradecí por tan bonita mañana. Una vez en mi carro, puse música electrónica y aceleré entrando a la avenida más próxima a mi casa para ir rumbo a la universidad. Pasaron unos 20 minutos, hasta que llegué. Vivía un poco alejada de la zona urbana de la ciudad de Glasgow. A mi padre siempre le encantó vivir en zonas tranquilas y verdes, y los suburbios le daban eso.

Llegué a mi facultad casi faltándome el aire, por haber corrido como alocada por todo el campus, al ver que solo me faltaban 3 minutos para entrar a clases. Y con las últimas energías que tenía, pude llegar justo cuando el profesor iba entrar. Lo saludé y me adentre a mi mundo: El arte.

Podía decir que tenía la mejor carrera del mundo, la que alguna vez pude desear:  historia del arte. Una carrera que me hace experimentar muchas emociones. Las pinturas, los modelos, los sentimientos de los autores eran un deleite para mi.



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En el texto hay: secretos, sexo amor, busqueda del asesino

Editado: 23.09.2021

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