Acusada… asesinato… papá
¿Qué mierda estaba sucediendo?
Ni bien la bomba estalló, los recuerdos invadieron mi mente, encerrando la parte razonable de este. La llave del habla se cerró y mi cuerpo se congeló, siendo más fácil para los oficiales llevarme a la patrulla
Podía ver como mi tío forcejeaba con el detective para que me deje libre, escuchaba las súplicas envueltas por sollozos de Dotty para que me liberen y luego, en lo más profundo del jardín amado de mi padre, se encontraban camuflados, tras los grandes rosales y arbustos, Sergio y Beatrix con pañuelos tapándoles parte del rostro.
Sergio se veía muy serio, movía su pie izquierdo en señal de desesperación mientras Beatrix le susurraba en el oído. Parecía que era algo bien importante porque se marchó rápidamente dejándola sola en el jardín. Mi amiga captó mi mirada, lo que hizo que bajara el pañuelo, me pidió con señas que guardara silencio y gesticuló
"Te sacaremos de aquí "
Y luego se sumergió en la espesura del jardín, mientras me jalaban al interior del carro.
El trayecto a la fiscalía fue corto. Los dos mastodontes que estaban sentados a mi lado no dejaban ninguna vía de escape. Pero, ¿qué estoy pensando?, soy inocente. Esta pesadilla acabará pronto. Pero, la realidad mostraba otra cosa. Las advertencias de Sergio y la forma de Karl de evadir mis preguntas, me hacían cuestionarme, si en verdad no sabía nada de esto.
La ansiedad me estaba atacando
La llegada fue un gran espectáculo. Los rumores de mi captura habían volado tan rápido que ahora una ruma de periodistas se peleaba por tomar y grabar las primicias. Lo único que pude hacer fue bajar la cabeza y esconder mi rostro mientras los mastodontes me jalaban de los grilletes lastimando mis muñecas.
Me arrastraron hasta la sala de interrogación del último piso, lo cual era extraño ya que normalmente se utilizaba los del primer piso.
El cuarto al que ingresamos era pequeño, a las justas entraba la mesa metálica que se encontraba en el centro con dos sillas del mismo material. La iluminación era mínima, el foco parpadeaba a cada rato dándole una vista terrorífica al ambiente.
Me sentaron a la fuerza en una de las sillas y luego unieron los grilletes a una argolla que se encontraba en la superficie de la mesa, dejándome sin movilidad.
El detective a cargo entró y con una simple señal, hizo que los oficiales se marcharan cerrando la puerta con llave. El sujeto se sentó en la silla frente a mí, con una postura relajada, aunque un poco altiva y después de analizarme, me dio una sonrisa amable.
-Soy el detective Ryan Johnson - estiró la mano para que la estrechara - oh, me había olvidado de los grilletes.
No me hacía gracia su patético chiste
Trataba de no mirarlo, me sentía en cierta forma intimidada por esa sonrisa amable que me estaba mostrando. ¿Desde cuándo te sonreían en los interrogatorios?
-Lo sé, broma de mal gusto - se acomodó mejor en la silla - Summer Lodge, cuéntame. ¿Qué sucedió la tarde del 28 de febrero?
Tragué saliva, lo que menos quería era recordar mi trágico cumpleaños. Con esfuerzo le empecé a relatar todo lo sucedido ese día: la celebración de mi cumpleaños, la universidad y al final, la tragedia que me tenía atada a la mesa. Creí que dolería menos recordar aquel día, pero era el mismo ardor de pecho de siempre.
Apoyó su mentón en su mano como si tratara de analizar si mentía o no - ¿Cómo era la relación con su padre?
-Buena. Él siempre me apoyaba en todo y pasábamos tiempo juntos ya sea para ir al cine o ir de compras - suspiré sintiendo que me ardían los pulmones - Él era un buen hombre que no se merecía esto y yo… no sería capaz de tal atrocidad de la que se me acusa.
Lo escuché pararse y caminó por toda la salita hasta sentir su presencia detrás mío. Con su mano levantó mi mentón, sosteniéndolo para que lo mirara fijamente. No lo había detallado tan bien. Era muy joven para el puesto de líder que ocupaba. Aparentaba unos 25 años, tenía el cabello color azabache y sus ojos eran tan oscuros, que te perdías en la oscuridad que ocultaba.
-Dejémonos de juegos, Summer - cambio su voz drásticamente erizando mi piel - ¿dónde están los planos que guardaba tu papi?
- ¿Qué?
Sonrió cínicamente - No te hagas la tonta conmigo, ¿dónde están?
-No sé de lo que hablas - me quejé a medida que tomaba con rudeza mi mentón.
La presión en mi barbilla aumentaba cada vez más al igual que la furia del hombre y con desesperación trataba de soltarme hasta que lo logré.
Se paró enojado con los ojos llenos de ira - No mientas zorra, ¡¿dónde están los malditos planos de la mina?! - se acerca de nuevo- Dices tener la mejor relación del mundo, pero no sabes en la mierda que estaba metido tu padre, ¿eh?
La revelación me dejó piedra, ¿de qué estaba hablando?
- Los diamantes que consigue Onix no son gratis - se arrodilló frente a mí - Todo tiene un precio y eso son los planos de la mina Caliza. El precio- ahogue un quejido - Tu familia ha estado metida durante años en esto y ¿no sabes nada? Qué pena.
Las lágrimas empezaron a fluir con la sorpresa que me dio tal revelación. ¿Mi padre estuvo en negocios sucios? ¿El hombre que me enseñó la honestidad, el respeto y la perseverancia de ganar las cosas de forma limpia? Empecé a negar todo.
Pues, la descripción que me daba no encajaba con la de Tedros.
-¿Quién eres? - Sorbía mi nariz - ¿Qué quieres de mí?
Se acercó más a mi oído y susurró - Tu peor enemigo, si es que no me entregas esos planos. Así que dejémonos de rodeos y dime dónde ocultaba los planos porque ni en la empresa ni en su despacho están - se levantó sacudiendo su saco y se dirigió a la puerta dándole unos toques - Tienes hasta mañana para decirme dónde están. Si no lo cumples, te condenarán como la asesina de tu padre y en la cárcel, nadie te salvará de ser degollada.
Editado: 23.09.2021