Cadenas de hierro

La Gran Guerra

Depresión se podía oler en las calles, los ancianos veían por las ventanas a miles de mujeres marchar hasta la capital dejando a hijos indefensos, hermanos o padres lastimados por la gran guerra.

Ella esperaba en las filas donde le asignarían un batallón para comenzar su viaje hasta la frontera dónde se llevaba a cabo gran parte de las masacres, no entendía lo que decían a su alrededor y tampoco estaba prestando mucha atención estaba triste por recordar a su hermana y su hogar. La empujaron bruscamente hacia un grupo de mujeres que serían su compañía todo lo que durará la guerra, que a decir verdad no parecía que pudieran resistir más, el rey tendría que rendirse o sufrir la derrota que sería mucho peor.

Avanzaron por un mismo camino durante unas horas con hombres en caballos que las vigilaban ningúna parecía querer escapar aunque si lo intentaran no las matarían necesitaban a todas para poder resistir si las tropas de Fillory entraran hasta la capital perderían la guerra y posiblemente el poco honor que les quedaba, muchas de las mujeres no dejaban de mirar collares con fotos de sus hijos otras más tenían pequeños juguetes de niños que guardaban entre los pliegues de sus ropas o en sus armaduras, Ares no tenía nada con que recordar a su hermana pero sabía que no podría olvidarla, cada vez que viera su reflejo en sus ojos estarían los de su hermana.

— ¡Brujas!—, gritó un hombre soplando un silbato poniendo a todas en alerta

Varios portales con destellos de azúl y morado aparecieron en el cielo, apuntaron sus escopetas hacía todos lados aunque no parecían tener más de dos diámetros  de circunferencia podían salir varias brujas pero en lugar de que eso pasara miles de hojas cayeron desde todos los portales, conforme caían las mujeres los tomaban, eran folletos con mensajes para sus líderes: 

Bajen sus armas o sufrirán, delante está esperando una muerte dolorosa 

Ares tomó uno pero no entendió que decía y lo dejó pasar, acamparon cuando el Sol se ocultó Ares no podía encontrarse con Víctor hiba contra las reglas eso entendió cuando un soldado la corrió del lado donde los hombres dormirían, además de que varios le chiflaron como si fuera una mujer de la vida galante.

Se podía notar la enorme diferencia de guerreras y soldados de los cuales podían verse todos pero las mujeres ocupaban varios metros para acampar, ella se refugio en un árbol abrazando su escopeta quedó dormida escuchando cantar a una mujer desconocida no sabía lo que decía la canción pero la letra era bastante bella parecía ser una canción de cuna.

En el amanecer Ares se sobresaltó cuando un teniente le arrojó un balde de agua, — ¡nos vamos ahora! —, gritó en su oído mientras las otras la miraban con lastima creyendo que era sorda porque tocaron siete veces las trompetas y no atendió al llamado, Ares se levantó y se incorporó a la formación para seguir su camino 

No les dijeron como usar espadas no les dieron armaduras nuevas y tampoco les dijeron como matar personas, les dieron los cascos y chalecos de varios hombres muertos se podía notar por las manchas de sangre que tenían, luego las enviaron a batallones de veinte a veinticinco dependiendo en que zona estuvieran, para mala suerte de Ares se fue al la resistencia en el frente número 144  al llegar varios las observaron aunque eran mujeres ningún hombre se burló o las insulto la mayoría no tenía alguna extremidad o estaban vendados de las manos dando a entender que muchas pronto estarían en iguales condiciones.

El capitán de batallón le dió una pala y la envío junto con otra a seguir extendiendo la distancia de las zanjas.

— ¿Cómo te llamas?—, le pregunto la otra mujer que escarbaba pero Ares no sabía hablar su idioma, — No te entiendo—, respondió en su lengua, ahí ambas mujeres se vieron por un momento y luego siguieron cavando.

Terminado su turno de catorce horas llegaron otras dos mujeres con una linterna para suplir sus lugares — deben llenar los costales con la tierra y usarlos como soporte para que no se caiga la tierra es muy húmeda usen este banco para ver hacía afuera pero no llamen la atención—, regresaron hasta el frente 144 que era donde dormirían sentadas porque no había el suficiente espacio.

— Te puedo enseñar a hablar Amidio— le dijo en el oído su compañera que al parecer si la entendió cuando se conocieron pero no le dijo nada 

 — ¿Por qué no me dijiste que también vienes de Lemiantis ?— , se encogió de hombros 

 — Soy Freya ¿Cómo te llamas?—, Ares se presentó y luego le dijo que ya sabía decir algunas palabras 

—¿Por qué vives aquí?—, era un país que desde hace décadas estaba en guerra ya no era ni la sombra del imperio que fue alguna vez, las personas estaban muriendo por la guerra y por enfermedades 

— porque no hay manera de salir de aquí, hace años los puertos se cerraron, los dirigibles ahora son propiedad del monarca y no hay ninguna otra manera de transporte marítimo—, le observo con tristeza mientras recargaba su cabeza en su escopeta,  respiro profundo y hablo con cierta nostalgia—Pero no todo es malo aquí tengo a mi esposo y mi padre también me necesita así que no puedo morir, no voy a morir—

—¿Tu esposo está aquí?—, Freya negó con la cabeza,— Hace cinco años lo enviaron a la costa sur—, Ares no ppudó contener la mirada de sorpresa, hace años que las costas cayeron, —Ya sé, hace años no se comunica conmigo, pero tengo fé, nos casamos cuando tenía veintitres dos meses despues lo llamaron a la guerra junto con los adolescentes—, Freya se levantó para tomar aire alparecer era un tema sensible para ella.

Ares estuvo pensativa toda la noche, no solo porque los múltiples sonidos de explosivos y gritos de hombres no le permitían conciliar el sueño sino también porque la metía en profundos y oscuros pensamientos su hermana estaba muerta y de pronto comenzó a pensar en si estaba mal pensar que quería estar con ella no en el sentido de que su hermana siguiera con vida sino que Ares quería morir para estar con ella 



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En el texto hay: guerra, esclavos, guerra amor destino

Editado: 10.12.2021

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