Al segundo día de llegados a la mansión, el barón tuvo que salir de viaje, según las otras criadas eso sucedía a menudo, no pasaba más de una semana en casa cuando ya se estaba yendo de nuevo y no volvió hasta después de 3 meses al menos. Claro que esto puso felices a Víctor y Killari, las 3 mujeres les enseñaron con paciencia cómo debían hacer las cosas y también la morena había mejorado mucho en su lenguaje, podía mantener conversaciones. El plan de escape había quedado pospuesto por el momento, ambos jóvenes estaban muy débiles, apenas y si habían comido en el barco, sus cuerpos estaban muy desnutridos, nadie querría darles trabajo así.
Los 3 meses pasaron y la llegada del barón tenía a las criadas ocupadas, tratando de hacer que todo luzca reluciente, la comida ya estaba lista en su oficina, unico lugar donde comía, la habitación ya estaba lista, el sol estaba empezando a bajar cuando se comenzaron a escuchar el ruido de los caballos acercándose entonces todos fueron a pararse en línea al lado de la entrada, Mary, Emily y Emma estaban paradas en fila del lado derecho, mientras que Killari y Víctor del lado izquierdo.
Cuando el barón entró por la puerta Mary fue la única que lo saludo, todos los demás se quedaron callados, este le dio su abrigo a Emily, dio un pequeño vistazo hacia donde estaban la morena y el rubio.
—Después de todo no eres tan inutil niño. Mary quiero hablar contigo en mi oficina.
Al retirarse las mujeres sonrieron a Víctor ese comentario podría considerarse un halago para el niño. Luego de dejar una caricia en la cabeza del rubio, la de cabellos plateados subió a la oficina de su jefe, cada persona siguió con su trabajo.
Después de unos minutos la mujer bajo con una mirada seria, nada normal en su feliz personalidad, junto a sus dos más antiguas colegas para hablar.
—Necesito que vayan a la ciudad a comprar algunos víveres y llevarán a Víctor con ustedes, van a demorar tanto que se hará muy tarde para volver y dormirán en la posada del señor Fine, ¿Entendieron? —Les dio una bolsa con unas 5 monedas de oro, entonces las chicas entendieron lo que ocurría, tristes fueron a buscar a Víctor y Mary fue por Killari.
Ya cuando las dos chicas y Víctor se fueron la señora sentada en una silla trataba de explicarle a la morena lo que ocurría.
—El señor quiere que vayas a su oficina, debes ser fuerte cariño. —Acariciaba sus mejillas de la misma forma que su madre solía hacerlo. —Todo acabará rápido, te estaré esperando con un baño caliente y comida.
La chica no entendía porque tanto escandalo, solo iba a ver qué quería aquel viejo horrible y luego volvería con ella, nada fuera de lo ordinario, le sonrió a la peli plateada y se levantó de su asiento.
Encaminado se a la oficina del barón solo pudo sentir asco de tan solo pensar en tenerlo frente a ella, pero era necesario, el plan era irse dentro de 3 meses, mientras él no estuviese, ni tampoco las demás criadas, se llevaría algo de todo el oro que guardaba en su oficina o tal vez robarían algún objeto de valor para luego venderlo, pero dejarían ese lugar costase lo que costase.
Ya estaba en frente de la gran puerta de madera, suspiro mientras arreglaba su vestido al ver que todo estaba listo se decidió a dar tres golpes a la puerta esperó unos segundos y se escucho un “Adelante” desde dentro, entonces abrió la puerta y entró a la habitación se detuvo al estar a unos 4 pasos del escritorio.
—Mando a llamarme señor. —Si el odio se notaba en su voz ella no se dio cuenta.
—Veo que has mejorado mucho en el idioma. —Ella no respondió. —Dime querida ¿Estas comoda? ¿Te ha gustado la ropa que te he dado? ¿La comida que puse en tu boca y en la se ese niño? —Se acercó a ella, Killari no se movió. —¿El techo sobre sus cabezas? —Empezó a dar vueltas a su alrededor, como un depredador esperando el momento exacto para atacar a su presa. —Deberías sentirte muy agradecida.
—Y lo estoy señor, se lo agradezco mucho. —”Le agradezco habernos comprado” con sarcasmo esa idea pasó por su mente. —Víctor y yo estamos cómodos.
—No lo digas, demuéstralo con acciones, hazme tan feliz como yo los hice a ustedes. —Se paró detrás de ella y agarró su cintura para luego pegarla a él.
La morena se espanto al sentir aquella cosa refregándose contra ella pero aquel hombre empezó a susurrar en su oído. —Debes pagar por mi bondad, serás mía hoy.
Comenzó a dejar besos húmedos por todo su cuello, sostenía los brazos de la morena con fuerza en su espalda, la pelinegra desesperada trataba de liberarse del agarre pero era difícil, en un momento fue girada repentinamente y empujada sobre el escritorio del hombre, este ya tenía los pantalones abajo y levantó con brusquedad las piernas de la mujer junto con su vestido.
—¡Déjeme! ¡Suélteme! —La ayuda no vendría, las únicas personas aparte de ellos dos eran Mary y Jacob, aquel hombre del carro, y no le caía bien.
Otros besos fueron dejados por todo su rostro y cuello, en un momento casi llegaron a sus pechos y entonces vio la intención en los ojos de ese hombre, lo iba a hacer, era ahora o nunca, con todas sus fuerzas le dio una patada en el estómago, al verse liberada y con aquel hombre en el suelo tomó un libro pesado que estaba en el escritorio.
—¡Cómo se atreve! ¡Le dije que me soltara! —Con cada palabra dejaba un nuevo golpe en su cara, la sangre se veía en la cara del hombre y en las manos de la mujer. La puerta fue abierta, oyó el grito de una mujer y los reclamos de un hombre. Pero la morena había aprendido la lección, no se dejaría distraer de nuevo de su objetivo, y en este momento su principal objetivo era romper cada centímetro de la cara de ese hombre y si era posible llevarlo a su descanso en el mismo infierno.
Pero fue agarrada por la espalda antes de cumplir su cometido, Jacob, él la tiró hacia atrás con fuerza haciendo que caiga en el piso de madera, Mary seguía congelada en la puerta, el barón la miraba con odio y Jacob lo ayudaba a levantarse.