Cadenas de oro

Capítulo 5.

Era de mañana, el barón partiría al entrar la tarde, Víctor fue enviado a buscar troncos y ramas para encender el horno de la cocina, Killari se encontraba arrodillada en el mismo tronco de la vez anterior, y los azotes comenzaron de nuevo, esta vez fueron 20, después del doceavo azote no pudo evitar soltar gritos de dolor, estaban volviendo a abrir las heridas anteriores, al azote número 15 el propio barón decidió hacer los honores y darle los últimos cinco latigazos, que fueron los más fuertes, tiempo después Killari estaba recostada siendo Emily la que ponía esta vez el ungüento sobre su piel, disculpándose cada vez que la morena sacaba un quejido.

A la tarde el barón se fue, y entonces Killari estaba más decidida que nunca, se irían de ahí costase lo que costase.Un nuevo día comenzó y tal como prometió, Mary la despertó muy temprano por la mañana, la ayudó a vestirse, lo cual fue un proceso bastante doloroso considerando la ropa que usaba y su estado actual.

Estuvieron un rato más preparando el desayuno para el amo, cuando estuvo listo Mary se ofreció a llevarlo, Killari se lo agradeció, cuando la mujer salió de la habitación la morena se apoyó sobre la mesa rememorando la noche anterior, si bien no lo demostro mucho, había estado aterrada, y durante los azotes cada centímetro de su ser dolio, unas lagrimas salieron de sus ojos, las cuales fueron limpiadas rápidamente al escuchar la puerta de la cocina abrirse, la cual solo usaba la servidumbre.

Por allí entraron primero Emily y luego Emma, estas la vieron con algo de pena y luego solo se dedicaron a dejar las cosas que trajeron en sus lugares, Víctor entró de último, se acercó hasta ella con una sonrisa y con los brazos detrás de su espalda.

—¡Sorpresa! —Ante ella tenía un collar de una cuerda común y colgando un pequeño dije de luna hecho de bronce.

—Es hermoso, gracias, mi pequeño sol. —Dejó un beso en su frente y se puso el colgante.

—Iré a alimentar a los animales. —Salió por la puerta, dejando a las mujeres en un silencio sepulcral.

—Yo, mm…Debe ser difícil para ti. —-Comenzó Emily. —Pero todo estará bien ahora, en unos días se irá y no lo veremos por meses.

—Él no lo hizo, no lo deje. —Se dio vuelta mientras fingía limpiar la mesa.

—¿No lo hizo? ¿Que paso? Killari ¿Estás bien? —Emma se acerco y toco su espalda para que le prestara atención, esto hizo que la pelinegra soltara un pequeño grito de dolor, la rubia alejó su mano asustada. —Te azotaron. —-Afirmó.

—Lo hicieron, diez azotes.

—¡Eso es demasiado! —Emma parecía indignada.

—¿Qué ocurrió? —Emily estaba consternada pero aun así preguntó.

—Él lo intentó pero yo lo empuje y lo golpeé con un libro. —Sonrió ante el recuerdo de la cara aterrorizada del hombre. —Debieron ver su rostro.

—¿Estás loca? Tienes suerte de que no te mandaran a matar. —Emily daba vueltas por toda la cocina.

Emma la tomó por los hombros y la miró tratando de hacerla entrar en razón. —No puedes hacerle eso a alguien con un título noble, él es un baron, solo por eso pudo pedir que te cortaran el cuello.

—¿Puede hacer eso?

—¡Claro que puede! —Emily gritó sin darse cuenta. —Solo olvidemos este asunto, es mejor que sigamos con nuestras tareas y Killari trata de no acercarte al barón, eso será lo mejor.

Los días pasaron, esta vez por los golpes que había recibido, el barón decidió quedarse por dos semanas, las heridas de él como las de Killari habían sanado lentamente y ningún otro incidente ocurrió en ese tiempo, era el día anterior al viaje del hombre, la noche estaba cayendo y ya se habían hecho las 10 de la noche, el barón se iría por la mañana.

Cada persona se encontraba en su cuarto, la morena luego de acostar a Victor contándole de su plan, fue a su habitación, su pelo suelto caía sobre toda la cama, las heridas ya casi no las sentia, se acosto boca arriba cerró los ojos unos segundos para intentar dormir pero entonces escuchó el ruido de la puerta de su habitación siendo abierta.

Victor no era, ya que él siempre estaba susurrando “Killari ¿Estás despierta?” en la lengua de la morena, Mary como Emily daban cuatro golpes a la puerta antes de entrar, Emma usaba tacones que hacían demasiado ruido y siempre estaba dando varios golpes contra el suelo cuando estaba quieta, incluso Jacob cuando iba a buscarla entrada dando una patada a la puerta abriendola de par en par y gritando con odio su nombre.

Por lo que no supo identificar quien era la persona que entró a su habitación, cuando estaba por abrir sus ojos sintió unas manos sobre su boca, abrió los ojos de golpe y arriba de ella se encontraba el barón, este apoyo una de sus piernas sobre su estomago, no solo quitandole el aire sino que también hizo que sus heridas se aplastaran más fuerte sobre el colchón sacándole un quejido de dolor.

—Te dije que serías mía, maldita salvaje. —Al ver que se removía demasiado le dio una sonora cachetada.

La chica mordió su dedo con fuerza sacando algo de sangre antes de soltarlo, el hombre dio un quejido y le profirió otra cachetada.

—¿Vas a gritar? ¿Llamarás a Víctor? Qué dirá el niño al ver a quien considera su madre en esta situación. —La morena dejó de moverse poco a poco, tenía razón. —Se buena por unos minutos y esto terminará rápido para ti.

La chica se rindió ante el hombre, se tragara su orgullo esta vez, solo seria una vez, podría superar eso, podría ser fuerte por Víctor y por ella, sintió los besos del hombre en su cuello, sintió como sus manos tocaban sus pechos, cerró los ojos con fuerza para intentar pensar en otra cosa.

A su memoria llegaron los recuerdos de su infancia, los días con su familia, las peleas amistosas con su hermano, pero en especial llegó el recuerdo de su padre hablando con ella y su hermano.

“Illari, Killari, ustedes son fuertes, independientes, jamás deben dejarse vencer y siempre deben protegerse el uno al otro”

—Papá, ayúdame. —Lágrimas caían de sus ojos al susurrar esas palabras en su lengua natal. —-Dioses ayudenme, por favor.




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