Un mes había pasado desde aquel último incidente, su espalda estaba mejor, el humor de todos había mejorado en aquellas semanas, entre charla y charla logró sacarle información a las mujeres, como por ejemplo la de un par de pueblos cercanos el más lejano se encontraba a tres días caminando, también sobre qué tipo de empleos podría encontrar allí, charlas casuales, de ellas comentando sus vidas anteriores en estos pueblos.
Un mes y Víctor y Killari habían empezado a robar cosas pequeñas, piezas de plata y bronce que nadie notaría, las guardaban en un saco que el niño escondía entre los corrales de los animales, querían irse al tercer mes, si seguían con este ritmo lograran juntar los suficiente para sobrevivir al menos unos meses.
Killari estaba colgando la ropa recién lavada, el clima podría considerarse cálido para los habitantes de aquí pero la ventisca no hizo más que congelar su piel, ella estaba acostumbrada a un calor más fuerte, miro al cielo que se encontraba nublado recordando su hogar, habían pasado meses en el mar, tal vez llevarian algo así de un año separada de su hogar, tanto había sido el movimiento que había olvidado que tanto su cumpleaños como el de Illari y Víctor ya habian pasado.
—Feliz cumpleaños hermano, que los dioses y la tierra te den felicidad eterna. —Susurro hacia el cielo, imaginando que su hermano se encontraba a su lado.
Víctor ahora tenía 11 años y ella 19, el tiempo pasado rápido, debería ser fuerte, solo dos meses más y serían libres, o al menos eso es lo que imagino, hasta la llegada de esa carta.
Cumplido el segundo mes ya tenían suficiente dinero para irse pero esperarían dos días más, para juntar la comida y guardar todo lo que se llevarian, se irían por la noche y jamas volverian o esa era la idea, esa misma tarde había llegado una carta a nombre del Barón William Brown, todos se juntaron alrededor de la mesa para escuchar a Mary ya que esla única que sabía leer.
—El amo quiere que vayamos a su casa de verano, que la adaptemos porque dentro de una semana va a recibir a la reina, al príncipe y a las princesas.
Víctor le tradujo un poco de lo que dijo Mary, su plan había sido pisoteado, esa misma noche Jacob volvió con el carruaje para llevarlas a la casa de verano, la cual quedaba algo lejos, en un carruaje demorarán 5 días.
Entre sus pertenencias se llevaron su botín, el plan había cambiado, ahora tendrían que escapar luego de la llegada de la familia real. Además podrían conseguir más joyas en la casa de verano.
Así fue como luego de un largo viaje llegaron a dicha casa, que era más bien una mansión, demasiado grande, Killari y Víctor miraban sorprendidos.
—¿Debemos limpiar esto en dos días? —El rubio parecía cansado de solo pensar en la idea.
—Sí y además debemos preparar la comida, seguramente se queden algunos días así que manos a la obra.
Estuvieron todo el día limpiando la mansión, incluso Jacob ayudó pero aún así no pudieron terminar el primer día, solo les quedaba el día de mañana para terminar de asear todo, por la noche el barón llegaría para recibir por la mañana a los invitados.
Parecería imposible pero lo lograron, se sentaron en las escaleras a descansar unos minutos, pero no hicieron más que apoyarse cuando se escucharon el golpeteo de los caballos, todos se pararon en fila al lado de la puerta. El barón entró sin mirar a nadie solo dijo que quería su comida dentro de una hora y se fue a su oficina.
Todos se miraron cansados, incluso Jacob quien era quien más apoyaba a su amo parecía estar enojado con él, las mujeres fueron a la cocina a preparar la comida, el hombre mayor salió a guardar los caballos, por otro lado el rubio dijo que terminará de pulir algunos adornos, pero Killari sabía a lo que se refería.
Hizo su trabajo pero algunos objetos pequeños de plata e incluso oro fueron a parar a sus bolsillos, cuando estuvo listo se fue a la habitación que compartía con Killari, estas habitaciones eran de la servidumbre, se encontraban en el ala oeste de la casa, casi escondidos.
Cuando entró al lugar se asustó y se sorprendió al ver al barón Brown parado allí husmeando entre la ropa de la morena, incluso pudo jurar haber visto cómo olía la ropa de la mujer.
—Em. Señor ¿Se le ofrece algo? —El hombre se giró para verlo.
—Agh, eres tú. —Tomó el vestido de la mujer y pasó por al lado de Víctor tirando unas monedas de oro en el piso. —No digas nada de lo que viste.
El niño recogió las monedas y algo asustado habló. —¿Le gusta el olor de Killari? —Lanzo la pregunta con inocencia fingida.
Ese hombre estaba obsesionado con la morena, se notaba, Víctor camino hasta el bolso de la morena y tomó un frasco con líquido transparente.
—Ella hace esta infusión con flores, por algunas monedas se lo doy y le diré que lo rompí.
¿Era arriesgado? Si ¿Tenía miedo? Mucho. Pero Illari le había dicho en una ocasión que él debía ser fuerte, no temerle a nada y pondría en práctica eso desde hoy. Agitó el frasco entre sus dedos y aquel hombre sacó 10 monedas de oro para dárselas.
—No te atrevas a decir nada de esto.
—Lo juro, señor.
Cuando este salió de la habitación, el niño fue corriendo a ver su bolsa con todo los objetos robados, con aquellas 15 monedas de oro podrían vivir al menos 2 semanas, obviamente que sí le diría lo del vestido y el perfume a su amiga, no era ningún traidor.
Luego de esconder bien el bolso entre sus pertenencias, se dispuso a ir corriendo a la cocina para decirle lo que sabía a su amiga y de paso ayudar en lo que pudiera.
Al entrar por las puertas vio que Killari veía algo asqueada el animal frente a ella, en el imperio de dónde venía ella se acostumbraba a comer solo carnes blancas, pescado o pollo, mayormente su dieta era basada en vegetales, aún no se acostumbraba a ver esos trozos de carne roja, tampoco se había animado a probarlo.
—Solo digo que comer pescado sería más sano, el color de esa cosa no es normal.