Killari fue corriendo a ver qué pasaba, al abrir, Samuel, el hijo de la panadera, entró apresuradamente, cerrando la puerta con fuerza.
—Samuel ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?—Ante todo ese escándalo los hombres salieron de la cocina.
— ¡Deben esconderse, Víctor y tu, tienen que esconderse!—El chico agarró fuertemente dé los hombros a la chica—Un hombre los está buscando, vine tan pronto lo supe—Miraba a los demás presentes con preocupación—Es un caza recompensas, estuvo preguntando por una mujer y un niño con sus características.
Rubio y pelinegra sentían su mundo caer nuevamente, eso no podía estar pasando, Erek no entendía nada, nunca le habían dicho que ellos eran esclavos fugitivos, el niño creía que eran amigos de la señora Mary, una vieja amiga de su abuelo, es todo lo que sabía, Aleksander presintió que este momento podía suceder tarde o temprano.
—Samuel, gracias—El mayor puso una mano sobre el hombro del chico—Será mejor que te vayas ahora, sal por la puerta trasera, nunca estuviste aquí y no sabes nada, ¿De acuerdo?
El chico parecía confundido ante aquello pero asintió, antes de irse Víctor y Killari le agradecieron su ayuda. Todos miraban al hombre mayor, esperando que dijese algo que los ayudase.
—Erek ¿Recuerdas aquella vieja bodega que está debajo de la casa, a la que te dije que nunca entrases?—El niño asintió—Llévalos a ambos allí.
—Aleksander, espera, sería mejor si nos escondemos todos—La chica trataba de darle sentido a todo esto— ¡Tú y Erek no pueden quedarse aquí!
—Escucha, esto va a terminar rápido, verá que no hay nadie aquí aparte de nosotros y se irá.
—Pero—La chica estaba dando miles de vueltas a su cabeza para hallar otra solución.
—Killari, ven—Se alejaron de los niños y el hombre le habló en susurros—Esta clase de personas son peligrosas, será mejor que se escondan, estoy seguro que el Barón lo envió, esto acabara y se irán, ustedes deben esconderse—La morena aceptó resignada, no podían hacer otra cosa—Y algo más, si algo llegase a pasarme, por favor cuida de mi nieto.
La chica no pudo decir nada y el mayor ya se había ido. Mientras Erek llevaba a ambos chicos a aquella bodega Aleksander fue a sus cuartos, escondiendo o tirando cualquier pertenencia de los chicos, no debían quedar evidencias.
El pelinegro guió a los chicos a la parte trasera de la casa, detrás de unos pastizales, se podía ver una puerta escondida, al abrirla, entre la oscuridad se logró ver unas escaleras, el más joven parecía preocupado, Killari lo abrazo y susurro que todo estaría bien, en cambio el rubio solo le sonrió alegremente y le dio un fuerte abrazo.
Ambos fugitivos entraron a aquella bodega, caminaron con cuidado, ya que no lograban ver nada, la puerta fue cerrada con llave desde afuera, Víctor sostenía con fuerza la mano de Killari, ya no era un niño, no podía seguir haciendo que Killari se ocupase de todo, no podía dejar que ella fuese el único soporte, la morena ya había sufrido y sobrellevado todo por ellos dos, ahora él la apoyaría también.
Los pasos de arriba se oían claramente, la voz algo lejana de Aleksander y Erek se oía y luego silencio.
Arriba las cosas estaban muy tensas, decidieron seguir cocinando como si nada hubiese pasado, el niño movía las cosas con un temblor en sus manos muy evidente, el mayor tomó sus manos con delicadeza y con una sonrisa se arrodillo para hablarle.
—Erek, todo estará bien, solo debes fingir por unos minutos y luego seguiremos con nuestras vidas.
El ruido de la puerta los puso en alerta, Aleksander fue el encargado de ir a abrir, Erek, estaba en la cocina tratando de tranquilizarse cuando lo recordó, la mesa estaba puesta para cuatro personas y ellos eran solo dos. Pero ya era tarde, su abuelo había entrado por la puerta junto a un sujeto atemorizante.
Era un hombre muy alto, sus ojos eran negros, su barba desarreglada era negra, era calvo y llevaba una vaina atada a su cintura y un saco colgando de su espalda, ese hombre miro al niño con interés pero después de unos segundos el interés se desvaneció.
—Erek, el señor está buscando un cuarto, muéstrale donde puede dormir, yo serviré la cena.
El niño asintió, y guió al hombre a la segunda planta, trato de darle una habitación alejada de la de sus amigos, aquel sujeto dejó el saco con sus pertenencias en la cama, pero aquella espada la llevó de vuelta a la cocina, al llegar se fijó en que su abuelo había sacado los platos sobrantes, la comida ya estaba servida y se sentaron a comer en silencio.
Esta había sido la comida más larga en toda la vida de Erek, tenía miedo pero trataba de no demostrarlo, al terminar de comer, el niño se dedicó a levantar la mesa, su abuelo no decía nada y aquel hombre tampoco.
En la cocina respiro un par de veces para relajarse, escucho un ruido y al voltear encontró una olla, había olvidado que dejó sin querer el fuego encendido, había calentado algo de agua para tomar un baño, pero eso no importaba ahora, apago todo y cuando se sintió listo volvió al comedor el silencio aun seguía presente, su abuelo le indico que se fuese a dormir pero antes de que se retirara del lugar el caza recompensas lo paro.
—Niño ¿Has visto a una mujer como esta o a un niño como este?—Saco de un bolsillo un papel un poco desgastado, donde se veía claramente la imagen de sus amigos, el rubio parecía un poco más pequeño en la imagen y la chica llevaba un peinado alto, algo que jamás había usado en casa, siempre lo usaba suelto, decía que así se sentía libre.
—No, no salgo mucho de casa, así que no conozco a muchos niños—Miró discretamente a su abuelo—Siento no ser de ayuda, me iré a dormir.
—Sabes—El sujeto lo tomó fuertemente del hombro—Los renacuajos como tu comúnmente preguntan muchas cosas ¿Por qué los busco? ¿Si son criminales? Pero tú no has dicho nada.
—No me gusta ser entrometido, eso es todo—Se removía tratando de soltarse de su agarre.