Cadenas Del Alma

Reflejos En El Silencio

En un pequeño pueblo costero, nacieron dos gemelos, Lucas y Adrián. Eran idénticos en todo, desde sus ojos azules que reflejaban el mar hasta su cabello dorado que brillaba bajo el sol.

Su belleza física era tan notable que la gente a menudo se detenía a admirarlos. Sin embargo, no era solo su apariencia lo que los hacía especiales; compartían un vínculo telepático único, una conexión que les permitía comunicarse sin palabras.

Una tarde, mientras los gemelos jugaban cerca del acantilado, un grupo de desconocidos se acercó. Con movimientos rápidos y silenciosos, agarraron a Adrián y lo subieron a una furgoneta negra antes de que Lucas pudiera reaccionar. La furgoneta desapareció en la distancia, llevándose a su hermano.

Desesperado, Lucas cayó de rodillas en la arena, sintiendo un vacío insoportable en su interior. Pero pronto, una sensación familiar lo invadió: la presencia de Adrián en su mente. Lucas podía escuchar los pensamientos de su hermano, sentir su miedo, pero también su esperanza.

"Eres mi única esperanza, Lucas," escuchó en su mente. "Debes encontrarme."

Guiado por la conexión telepática, Lucas emprendió una búsqueda que lo llevó a través de bosques oscuros y ciudades extrañas. Cada noche, en sus sueños, Adrián le enviaba pistas: una señal de tráfico, un edificio abandonado, un cartel con un nombre.

Un día, Lucas llegó a una ciudad desolada en el desierto. Las visiones de Adrián se hicieron más intensas, y Lucas sabía que estaba cerca. Siguiendo las señales, llegó a una fábrica abandonada. Sintió el miedo de su hermano, pero también su valentía.

Con sigilo, Lucas se infiltró en la fábrica. Encontró a Adrián en una habitación oscura, encadenado pero ileso. Sus ojos se encontraron, y sin necesidad de palabras, se entendieron.

"Nos vamos de aquí," pensó Lucas, y Adrián asintió.

Liberar a Adrián fue solo el primer paso. Los secuestradores no tardaron en darse cuenta de la fuga, y los gemelos tuvieron que usar toda su astucia y su vínculo especial para escapar. Comunicándose telepáticamente, esquivaron a los guardias y encontraron una salida.

Finalmente, en el silencio del amanecer, los gemelos corrieron hacia la libertad, abrazados por el viento y la promesa de un nuevo día. Su vínculo, más fuerte que nunca, los había salvado.

Después de su fuga, Lucas y Adrián se escondieron en una pequeña cabaña en el bosque, lejos del mundo y de los secuestradores. Cada día se preguntaban si estaban a salvo, pero nunca dejaban de vigilar. El vínculo telepático que compartían seguía fortaleciéndose, y con él, su determinación de vivir en libertad.

Una noche, mientras los gemelos dormían, Lucas sintió una perturbación en sus sueños. Una sombra oscura, una sensación de peligro inminente. Despertó con un sobresalto y, a través de su vínculo, alertó a Adrián.

"Están cerca," pensó Lucas, y Adrián sintió el mismo miedo.

Los secuestradores habían regresado, más decididos que nunca. Esta vez, no solo querían a Adrián; querían a ambos gemelos. Su belleza física los había obsesionado, y anhelaban tenerlos como si fueran sus propios hijos.

La cabaña estaba rodeada. Los gemelos podían escuchar los pasos crujientes en la hojarasca y el susurro de voces en la oscuridad. Sin tiempo para planear una fuga, se prepararon para enfrentar a sus captores.

De repente, la puerta se abrió de un golpe, y los secuestradores irrumpieron en la cabaña. Los gemelos fueron rápidamente reducidos y atados. Esta vez, los secuestradores no cometieron el error de subestimarlos.

"Venimos por ustedes," dijo el líder, con una voz fría y calculadora. "Serán nuestros hijos, lo quieran o no."

Los llevaron a una mansión oculta en las colinas, un lugar donde el lujo y el aislamiento se combinaban de manera inquietante. Los gemelos fueron separados, encerrados en habitaciones opulentas pero sin alma. Sin embargo, su vínculo telepático los mantenía unidos, compartiendo pensamientos y sentimientos a pesar de la distancia física.

"Tenemos que escapar de nuevo," pensó Lucas. "Pero esta vez, debemos ser más astutos."

Adrián asintió en su mente. "Debemos encontrar una manera de aprovechar su obsesión por nosotros."

Los días pasaron, y los gemelos observaron a sus captores, aprendiendo sus rutinas y debilidades. Usaron su belleza como arma, distrayendo y confundiendo a los secuestradores. Poco a poco, comenzaron a formular un plan.

Una noche, cuando la mansión estaba sumida en el silencio, los gemelos pusieron en marcha su escape. Utilizando herramientas improvisadas, forzaron las cerraduras de sus habitaciones y se reunieron en el pasillo.

"Esta es nuestra oportunidad," pensó Lucas, y Adrián estuvo de acuerdo.

Avanzaron con cautela, esquivando a los guardias y utilizando su vínculo para coordinar cada movimiento. El camino hacia la libertad era largo y peligroso, pero la determinación de los gemelos era inquebrantable.

Finalmente, encontraron una ventana en el segundo piso que daba a un jardín. Con habilidad y sigilo, descendieron por la enredadera y corrieron hacia el bosque.

El amanecer los recibió con su luz dorada, un símbolo de esperanza y libertad. Los gemelos, exhaustos pero victoriosos, se abrazaron, sintiendo el calor del sol en sus rostros.

"Lo logramos," pensó Adrián, y Lucas sonrió.

"Juntos, siempre," respondió Lucas.

                   ~    &   ~

Capítulo 1: La Obsesión

En el centro de la mansión de las colinas, vivía un hombre llamado Severino, un millonario excéntrico con una obsesión perturbadora por la belleza perfecta. Desde niño, Severino había crecido en una familia de estafadores y criminales, siempre rodeado de la superficialidad y la apariencia.




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