En la oscuridad, Marco sentía como si flotara en un vacío interminable. Sin embargo, no estaba solo. Podía escuchar los susurros, voces que le hablaban de sus miedos, sus errores y sus secretos más oscuros. Se dio cuenta de que estaba en un lugar que no era ni el bosque ni su hogar; era un espacio entre la realidad y la pesadilla, una dimensión dominada por su doble maldito.
"¿Dónde estoy?" Marco gritó, su voz resonando en el vacío.
"En tu propia mente," respondió el doble, su figura apareciendo ante él. "Aquí es donde realmente podemos luchar."
La presencia del doble era opresiva, y Marco podía sentir la maldad emanando de él. Sin embargo, también sintió una chispa de resistencia dentro de sí mismo. No iba a dejarse vencer tan fácilmente. Cerró los ojos, concentrándose en esa chispa, intentando hacerla crecer.
El doble se burló. "¿Crees que puedes derrotarme? Yo soy todo lo que has escondido, todo lo que temes. Soy la parte de ti que siempre has negado."
Marco abrió los ojos, y en ellos brillaba una determinación renovada. "Tú no eres todo lo que soy," dijo, su voz firme. "Eres solo una parte, una sombra. Pero no eres más fuerte que mi voluntad de ser mejor."
Con esas palabras, Marco se lanzó contra su doble. La lucha era feroz, una batalla de voluntades y fuerzas interiores. Cada golpe que lanzaba Marco era respondido por el doble con una fuerza igual o mayor. Pero con cada intercambio, Marco se daba cuenta de algo importante: la oscuridad del doble era intensa, pero también frágil.
"Tu poder viene de mi miedo," dijo Marco, esquivando un ataque y contraatacando con más fuerza. "Pero yo puedo elegir no tener miedo."
El doble rugió de furia, sus ojos ardiendo con una ira intensa. "¡No puedes deshacerte de mí! ¡Soy parte de ti!"
"Sí, lo eres," admitió Marco, deteniéndose un momento. "Pero no eres lo único que soy."
Cerró los ojos de nuevo, concentrándose en sus recuerdos felices, en las personas que amaba y en los momentos en los que había sido valiente. La chispa dentro de él creció hasta convertirse en una luz cegadora. Cuando abrió los ojos, esa luz lo rodeaba, protegiéndolo de la oscuridad del doble.
El doble gritó, intentando resistirse, pero la luz de Marco era demasiado fuerte. Con un último esfuerzo, Marco lanzó un golpe final, canalizando toda su fuerza y determinación. La figura del doble se desintegró, disolviéndose en la nada.
Marco cayó de rodillas, respirando pesadamente, pero sabía que había ganado. La oscuridad comenzó a disiparse y, lentamente, la luz lo rodeó, devolviéndolo al bosque. Cuando abrió los ojos, estaba de vuelta, el sol comenzaba a salir y las sombras de la noche se retiraban.
Se levantó con dificultad, sintiendo la hierba bajo sus pies. Había enfrentado su peor miedo y había salido victorioso. Aunque sabía que esa parte oscura siempre estaría dentro de él, también sabía que tenía la fuerza para controlarla.
Con paso firme, Marco comenzó a caminar de regreso, siguiendo los primeros rayos del amanecer. Estaba listo para enfrentarse a cualquier cosa que la vida le arrojara, sabiendo que, en su interior, había una luz que nunca se apagaría.
FIN