Cadenas Del Alma

El Bucle Maldito

 

La noche caía lentamente sobre el pequeño pueblo de Ravenspire. Las sombras se alargaban, cubriendo las estrechas calles y los antiguos edificios con un manto de oscuridad. Alec, un joven curioso y amante de las leyendas urbanas, había oído hablar de la vieja mansión abandonada en las afueras del pueblo. Decidido a descubrir la verdad, se adentró en el bosque que la rodeaba, desoyendo las advertencias de los ancianos del lugar.

La mansión se erguía imponente, con sus paredes cubiertas de hiedra y sus ventanas rotas que parecían ojos vacíos observando el vacío. Alec empujó la puerta principal, que crujió ominosamente al abrirse, revelando un vestíbulo polvoriento y decadente. Un escalofrío recorrió su espalda, pero su determinación superó al miedo.

Exploró varias habitaciones, encontrando poco más que muebles destrozados y escombros. Sin embargo, al entrar en el sótano, sintió una presencia extraña, como si alguien o algo lo estuviera observando.

Un antiguo reloj de pie se encontraba en una esquina, sus agujas inmóviles marcaban la medianoche. Alec se acercó, intrigado, y sin saber por qué, giró la llave del reloj. De inmediato, el tiempo pareció detenerse.

Un viento gélido llenó el sótano, y una risa maligna resonó en la penumbra. Alec intentó retroceder, pero el suelo se abrió bajo sus pies, y cayó en una oscuridad infinita. Despertó en el vestíbulo de la mansión, con el corazón latiendo a toda prisa. Miró a su alrededor, todo parecía igual, pero algo en el aire había cambiado.

Sin pensarlo dos veces, intentó salir, pero la puerta no se movía. De nuevo, la risa escalofriante resonó en sus oídos. Desesperado, volvió al sótano, donde el reloj ahora funcionaba perfectamente, marcando la medianoche. La presencia era más fuerte, casi tangible. Alec sintió un dolor agudo en la cabeza y, de repente, todo se volvió negro.

Cuando volvió en sí, estaba otra vez en el vestíbulo. Confuso, repitió sus pasos, explorando la mansión, intentando entender qué estaba pasando. Cada vez que alcanzaba el sótano, el reloj marcaba la medianoche y la risa resonaba, seguida por la oscuridad.

El ciclo se repetía incansablemente. Alec se dio cuenta de que estaba atrapado en un bucle temporal, una trampa creada por un espíritu maligno que habitaba la mansión.

Cada vez que revivía la misma noche, sentía su energía drenarse un poco más, como si el espíritu se alimentara de su desesperación y agotamiento.

Intentó varias estrategias para romper el ciclo: no tocar el reloj, buscar una salida alternativa, incluso intentar destruir el reloj. Nada funcionaba. Cada intento lo llevaba de vuelta al vestíbulo, donde la desesperanza crecía en su corazón.

Un día, mientras exploraba por enésima vez, encontró un diario escondido bajo el suelo de una de las habitaciones. Pertenecía a un antiguo residente de la mansión, que también había caído en la trampa del espíritu.

Las últimas páginas describían cómo el espíritu se alimentaba del sufrimiento y la energía de los atrapados, manteniéndolos en un ciclo eterno hasta que quedaban exhaustos y sucumbían a la locura.

Alec decidió intentar comunicarse con el espíritu. En el sótano, frente al reloj, habló en voz alta, pidiendo al espíritu que se revelara. La risa se hizo más intensa, y una figura sombría apareció ante él. El espíritu era un ser etéreo, con ojos vacíos y una sonrisa maliciosa.

- ¿Por qué haces esto? - preguntó Alec, su voz temblando.

- Me alimento de tu miedo, de tu desesperación - respondió el espíritu - Tu sufrimiento es mi deleite, y cada ciclo me hace más fuerte.

Alec, comprendiendo que no podía escapar por la fuerza, intentó otro enfoque. En lugar de resistirse al ciclo, decidió aceptar su destino.

En cada repetición, exploraba más a fondo, buscando entender la naturaleza del espíritu y el origen de su poder. Descubrió que el espíritu había sido un antiguo habitante de la mansión, un hombre que en vida había practicado oscuros rituales para obtener la inmortalidad, pero había sido maldecido, atrapado entre el mundo de los vivos y los muertos.

Finalmente, en una de las repeticiones, Alec encontró un antiguo grimorio escondido en la biblioteca. Contenía rituales de exorcismo y liberación. Con el último vestigio de su energía, siguió las instrucciones del grimorio, realizando el ritual en el sótano frente al reloj.

El espíritu gritó en agonía mientras el poder del ritual lo arrancaba de su existencia. La mansión tembló, y el bucle comenzó a desmoronarse. Alec sintió una oleada de energía recorriéndolo mientras el reloj marcaba la medianoche por última vez.

Despertó al amanecer, fuera de la mansión, con el sol brillando en el horizonte. El bucle se había roto, y el espíritu había sido liberado. Aunque exhausto y con cicatrices invisibles, Alec sabía que había vencido a la oscuridad.

Ravenspire siguió siendo un pueblo tranquilo, pero la historia de la mansión y el joven que había derrotado al espíritu se convirtió en una leyenda local, una advertencia sobre el poder de la curiosidad y la oscuridad que acecha en las sombras.

Y como todas las leyendas con él tiempo nadie creyó ni una palabra de la misma.

FIN
 




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