Cadenas Del Alma

El Destino De Los Serafines

En el reino celestial de Illyria, dos serafines, Lysandre y Thalion, eran conocidos no solo por su belleza angelical, sino por la profunda conexión que compartían. Sus alas doradas brillaban con la luz del amanecer y sus corazones latían en un mismo compás, un amor eterno en un mundo donde el tiempo no tenía significado.

Lysandre, con su armadura dorada, era el guardián de los secretos celestiales, encargado de proteger el conocimiento ancestral de Illyria. Thalion, por otro lado, era el serafín de la curación, cuyo toque podía sanar las heridas más profundas. Juntos, formaban un dúo inseparable, sus poderes complementándose a la perfección.

Sin embargo, en el corazón de Illyria latía una profecía antigua, una que predecía que el amor entre dos serafines desencadenaría una catástrofe. Esta profecía había sido olvidada por la mayoría, enterrada bajo siglos de paz y prosperidad, pero no por los ancianos que gobernaban el reino.

Un día, mientras Lysandre y Thalion disfrutaban de un momento de tranquilidad en los Jardines de la Eternidad, fueron convocados por los ancianos. Con rostros graves y miradas llenas de preocupación, les informaron sobre la profecía y el peligro que representaba su amor.

— Deben separarse — declaró el anciano líder, su voz temblando con el peso de las palabras — Si no lo hacen, el reino caerá en la oscuridad.

Lysandre y Thalion se miraron, sintiendo el peso del mundo caer sobre sus hombros. La idea de separarse era inconcebible, un dolor más profundo que cualquier herida física. Sin embargo, amaban su hogar y no podían arriesgarse a destruirlo.

Esa noche, en la quietud de su santuario privado, se abrazaron con fuerza, sabiendo que este sería su último momento juntos. — No importa lo que pase, siempre estaré contigo —  susurró Lysandre, besando suavemente la frente de Thalion.

Con lágrimas en los ojos, Thalion respondió: 
— Nuestro amor es eterno. No importa la distancia, nuestros corazones siempre estarán unidos.

Al día siguiente, Lysandre se marchó hacia los confines del reino, llevando consigo la tristeza de una despedida que parecía antinatural. Thalion se quedó en Illyria, su corazón quebrado pero decidido a continuar con su deber de sanar a los demás.

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. La separación fue un tormento constante, pero ambos serafines se aferraban a la esperanza de que algún día, el destino les permitiría reunirse. Sin embargo, la paz en Illyria era frágil, y las sombras comenzaron a alzarse en el horizonte.

Un oscuro presagio se cernía sobre el reino. Una figura misteriosa, conocida como el Enemigo de la Luz, comenzó a reunir un ejército de seres oscuros, amenazando con sumergir a Illyria en el caos. Los ancianos, desesperados, sabían que solo había una esperanza: unir a Lysandre y Thalion una vez más.

En un acto de desesperación, enviaron mensajeros a los confines del reino para buscar a Lysandre. Cuando finalmente lo encontraron, su rostro se iluminó con una mezcla de esperanza y temor. Volvió a Illyria, con la esperanza de que su amor pudiera salvar su hogar.

Thalion lo esperaba en el Templo de la Luz, el lugar donde todo comenzó. Al verlo, corrió hacia él, sus alas doradas brillando con una intensidad renovada. 
— Lysandre — susurró, abrazándolo con fuerza — Sabía que volverías.

Lysandre le devolvió el abrazo, sintiendo que el vacío en su corazón finalmente se llenaba. — Estamos juntos de nuevo — dijo, su voz llena de determinación — Y juntos, podemos enfrentarnos a cualquier oscuridad.

Con su amor renovado y su determinación firme, Lysandre y Thalion se unieron en la batalla contra el Enemigo de la Luz. Su poder combinado era formidable, sus corazones latiendo al unísono mientras luchaban por su hogar.

La batalla fue feroz, pero su amor les dio la fuerza necesaria para prevalecer. Con un último acto de valentía, Lysandre sacrificó su propia vida para destruir al Enemigo de la Luz, asegurando la paz en Illyria.

Thalion, devastado pero orgulloso, sostuvo el cuerpo de Lysandre en sus brazos, susurrando promesas de amor eterno. 
— Nos encontraremos de nuevo — dijo con lágrimas en los ojos — En esta vida o en la próxima, siempre estaremos juntos.

El sacrificio de Lysandre no fue en vano. Illyria prosperó una vez más, y el amor de los dos serafines se convirtió en una leyenda, un recordatorio eterno de que el amor verdadero puede superar cualquier oscuridad, incluso la muerte.

FIN
 

 




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