En la profundidad de una noche sin luna, en un rincón oculto del antiguo castillo de Blackwood, se encontraba la Reina Morgana, envuelta en una penumbra mística. Sus ojos, fríos y calculadores, se fijaron en el tablero de ajedrez ante ella, donde las piezas negras y blancas parecían cobrar vida bajo su mirada penetrante.
Frente a ella, su oponente, un gato negro de ojos brillantes, que portaba una diminuta corona dorada, se mantenía inmóvil, como si estuviera esperando su próximo movimiento con una paciencia eterna.
Morgana, con su largo cabello plateado y su piel adornada con intrincados tatuajes, extendió su mano enguantada y tomó una pieza del tablero. Un peón negro. Lo movió hacia adelante, y en ese preciso instante, una diminuta figura de un gato negro apareció sobre la pieza, emitiendo un suave resplandor antes de desvanecerse en una nube de polvo oscuro.
El gato, conocido en la región como Rascuñas, el Guardián de las Sombras, movió su peón blanco en respuesta, con una precisión inquietante. A su alrededor, mariposas luminosas revoloteaban, añadiendo un toque de magia etérea al escenario sombrío.
La partida continuó, cada movimiento cargado de tensión y misterio. Morgana sabía que no era un simple juego de ajedrez; cada pieza movida tenía un precio, y cada derrota costaba una parte del alma del perdedor. Este juego, una vez iniciado, solo podía terminar con la victoria total de uno de los jugadores o la destrucción eterna del tablero y sus piezas.
La Reina recordaba las historias antiguas, aquellas que hablaban de un pacto ancestral entre las fuerzas oscuras y la luz. El tablero de ajedrez era el campo de batalla de este pacto, y el vencedor obtenía el poder absoluto sobre ambos reinos.
Morgana había esperado siglos para este momento, perfeccionando sus habilidades y esperando la noche adecuada para desafiar a Rascuñas.
El gato, sin embargo, no era un adversario común. Sus movimientos eran impredecibles y su mirada, hipnótica. Cada vez que Morgana intentaba anticipar su estrategia, se encontraba enfrentando una nueva y desconcertante maniobra. Pero ella no podía permitirse perder. Su reino dependía de su victoria, y su propia alma estaba en juego.
Con cada movimiento, el tablero se volvía más oscuro, las sombras se alargaban y el frío en la habitación aumentaba. Morgana sentía la presencia de antiguos espíritus observando, juzgando cada jugada. Las paredes del castillo parecían respirar, como si estuvieran vivas, absorbidas por la magia del juego.
Finalmente, después de lo que parecieron horas de un combate mental exhaustivo, Morgana vio una oportunidad. Una trampa perfecta que atraparía al rey de Rascuñas y le otorgaría la victoria. Con una sonrisa malévola, movió su reina oscura, capturando la pieza crucial.
Pero en el momento en que lo hizo, el gato levantó la vista, y sus ojos brillaron con una sabiduría antigua. Rascuñas movió su última pieza con un movimiento fluido, y de repente, Morgana se dio cuenta de su error. Había sido guiada, paso a paso, hacia una emboscada maestra.
- Jaque mate - susurró una voz etérea en el aire, resonando en la sala.
Morgana sintió cómo su fuerza vital comenzaba a desvanecerse, arrastrada hacia el tablero por un poder invisible. Su cuerpo se congeló, y en un último esfuerzo de resistencia, lanzó una mirada de desafío hacia el gato.
Pero Rascuñas simplemente la observaba, imperturbable, con la paciencia eterna de aquellos que han jugado este juego desde el principio de los tiempos.
Y así, en la oscuridad del castillo de Blackwood, la Reina Morgana fue consumida por las sombras, su alma atrapada en el eterno juego de ajedrez, donde cada movimiento era una lucha por el poder y la supervivencia.
Rascuñas, el Guardián de las Sombras, se levantó, victorioso una vez más, preparado para el próximo desafiante que se atreviera a enfrentarlo en el juego más antiguo y mortal del mundo.
FIN