En el corazón del Bosque de las Sombras, donde los árboles susurran secretos antiguos y las sombras se mueven con vida propia, vivía una leyenda que nadie en el pueblo vecino se atrevía a desafiar. La leyenda de la Dama del Bosque, una figura de cabello blanco como la luna y ojos rojos como el fuego del infierno, que vigilaba celosamente su territorio.
Los habitantes del pequeño pueblo de Darkwood sabían que adentrarse en el bosque durante la noche era una sentencia de muerte. Sin embargo, cada generación tenía a un joven imprudente dispuesto a probar su valentía, y esta generación no fue la excepción. Lucas, un joven cazador de espíritu temerario, había escuchado las historias toda su vida y estaba decidido a demostrar que solo eran cuentos para asustar a los niños.
Una noche sin luna, Lucas se armó con su arco y flechas y se adentró en el Bosque de las Sombras, sus pasos resonando como ecos en el silencio abrumador. A medida que avanzaba, las ramas parecían alargarse para atraparlo, y el aire se volvía más denso, como si el bosque mismo lo estuviera observando. Lucas, con una mezcla de miedo y excitación, continuó su marcha, hasta que una figura emergió entre los árboles.
Allí, semioculta por la oscuridad y los troncos nudosos, estaba la Dama del Bosque. Su piel era pálida como el mármol, y su cabello blanco se extendía como una cascada fantasmal sobre sus hombros. Sus ojos rojos brillaban con una intensidad aterradora, y una ligera sonrisa jugaba en sus labios, como si disfrutara del miedo que inspiraba.
Lucas, con la respiración entrecortada, levantó su arco y apuntó, decidido a enfrentarse a la leyenda. Pero antes de que pudiera disparar, la Dama se movió con una velocidad sobrehumana, apareciendo justo delante de él. Sentía un frío glacial emanando de ella, y su voz, un susurro suave y melódico, resonó en su mente.
¿Qué buscas, joven cazador, al adentrarte en mi dominio?
Lucas, temblando, intentó mantener su valentía.
Solo quiero demostrar que las historias son falsas. Que no eres más que un mito.
La Dama del Bosque rio suavemente, un sonido que envió escalofríos por la columna de Lucas.
¿Un mito? Te mostraré lo real que soy.
Con un movimiento de su mano, el bosque alrededor de Lucas cobró vida. Las raíces de los árboles se alzaron del suelo, enroscándose alrededor de sus piernas, inmovilizándolo. Las ramas se acercaron a él, como dedos largos y huesudos, tocando su piel con una frialdad cortante. Lucas luchó desesperadamente, pero era inútil. La Dama del Bosque lo observaba con una mezcla de curiosidad y desprecio.
Te contaré mi historia, cazador, para que entiendas el error que has cometido.
Hace siglos, en una época olvidada por la mayoría, la Dama del Bosque había sido una joven llamada Elara, conocida por su belleza y bondad. Vivía en una aldea próspera al borde del bosque, y su amor por la naturaleza y sus habitantes era conocido por todos. Pero su felicidad fue destruida cuando un grupo de invasores llegó a la aldea, trayendo consigo muerte y destrucción.
Elara, en su desesperación, huyó al bosque buscando refugio. Allí, en su agonía y dolor, hizo un pacto con los antiguos espíritus que habitaban el lugar. A cambio de su alma, obtuvo el poder de proteger el bosque y vengarse de aquellos que le habían arrebatado todo lo que amaba. Renació como la Dama del Bosque, una guardiana temida y respetada, pero también una prisionera de su propia maldición.
- Cada año, algún joven imprudente como tú intenta desafiarme - continuó la Dama - Y cada año, mi poder crece al alimentarme de su miedo y su vida. No eres el primero, y no serás el último.
Con un gesto final, la Dama del Bosque alzó su mano y las sombras envolvieron a Lucas, su grito sofocado por la oscuridad. Cuando las sombras se disiparon, no quedaba rastro del joven cazador. Solo el silencio del bosque, roto ocasionalmente por el susurro del viento entre los árboles.
Al día siguiente, los habitantes de Darkwood despertaron con un sentimiento de inquietud. Sabían que algo terrible había sucedido en el bosque, aunque no sabían exactamente qué. Solo la anciana Matilda, la guardiana de las historias antiguas, comprendió lo que había ocurrido. Con un suspiro resignado, añadió un nuevo nombre a la lista de aquellos que habían desafiado la leyenda y nunca regresaron.
Y así, la leyenda de la Dama del Bosque continuó, alimentada por el miedo y el misterio. Los habitantes de Darkwood aprendieron una vez más a respetar las advertencias y a mantenerse alejados del Bosque de las Sombras, especialmente durante las noches sin luna.
Porque en el corazón del bosque, la Dama seguía vigilando, esperando a su próxima víctima, lista para mostrarles que las leyendas, a veces, son más reales de lo que uno puede imaginar.
FIN