Cadere

La lista

No podía ser.

Era imposible.

Esto no podía pasar.

Conforme miraba la lista menos me lo creía. Entre todos esos nombres desconocidos estaba el mío.

El mío.

Me quedé unos segundos esperando no se a que. A lo mejor bajaba alguien del escenario y decía "¡Feliz día de los inocentes!". Aunque tenía bastante claro que no era ni el 28 de diciembre ni el 8 de abril.

Poco a poco fueron pasando los segundos y no pasaba nada. Me fui poniendo más nerviosa. No podía respirar, estaba fuera de mi control, en un momento me había quedado sorda y muda. Todo pasaba por delante de mí a cámara lenta, como si de una película se tratase y yo no podía hacer nada para pararla. No podía ni volver a coger el mando ni devolverla a su velocidad original, simplemente estaba allí y, lo demás, no importaba. 

Lo único que podía escuchar en mi cabeza era mi respiración, forzada y rápida, como si me estuviera ahogando y no entrara el suficiente aire en mi cuerpo junto al latido de mi corazón, corriendo desenfrenado. Parecía que quería salirse de mi pecho y no volver nunca. 

- ¡Ada! ¡Ada, respira! ¡Tranquilízate!

De repente sentí como si me sacaran del agua, todo el salón estalló, lleno de ruido, la gente gritaba, algunos salían y otros pedían explicaciones. Mientras, yo tomaba consciencia de mi cuerpo, de mi respiración. Ya podía respirar, o por lo menos, lo podía controlar.

Tenía a Jess y a Nadia sacudiéndome, intentando despertarme, y hablándome.

- ¡Ada, mírame! No pasa nada, no sabemos de dónde ha salido eso, no sabemos ni si es verdad. ¡Tranquilízate!

Era más fácil decirlo que hacerlo porque lo único que pasaba por mi mente era que si esa lista era de verdad el siguiente Lux estaba cerca y yo iba a ser una de las involucradas. 

-Es verdad, tiene que ser una broma. Alguien ha hecho el gracioso, esto no es verdad- dije temblando, intentando reírme de la broma. 

Jess y Nadia intentaron reírse, pero parecían jadeos antes que risas. Además, en el momento en que me giré les vi echarse una mirada a escondidas. Aunque ellas no querían creerlo estaban preocupadas y no podían esconderlo.

La gente empezó a salir de la sala mientras los profesores intentaban contenerlos sin resultado. Probablemente querían evitar que se dispersara la noticia, pero si ya había llegado a nosotros probablemente había llegado a todo el mundo. Alguien había sido quien había mandado la lista y si no lo había puesto en tiktok y twitter faltaba poco para ello.

Todos se iban a enterar, incluidos mis padres y mi hermano.

Mis padres.

Siempre habíamos vivido en una casa cercana a la ciudad, los cuatro juntos hasta que nos tuvimos que ir a la universidad, primero mi hermano, que era dos años mayor, y luego yo. Mis padres se habían quedado en casa. Eso se había traducido en cinco horas de viaje cada vez que quería verlos y si contábamos los trabajos y exámenes de la universidad, cinco horas de viajes solo durante las fiestas a casa.

No era probable que se enteraran ellos mismos por internet pero en el momento se extendiera y llegara a las notícias lo iba a saber todo el mundo y sería difícil esconderlo. De mi hermano sería aún peor. No quería que se enteraran si había sido una broma, no valía la pena preocuparlos. Después de todo,eso era lo que había sido, una broma. No podía ser otra cosa.

Estábamos saliendo del salón cuando me pareció escuchar mi nombre. Al girarme no había nadie que pudiera haberme llamado,estaba paranoica. Ya quedaban pocas personas dentro pero lo que me llamó la atención es que allí, en la esquina, seguían Ray y su amigo, los dos parecían estar esperando a que se vaciara la sala, riendo entre ellos mientras miraban en nuestra dirección. Parecía que nada de lo que acababa de pasar era importante. Claro, a ellos no se les había caído su mundo. Intenté verle la cara al otro chico para distraerme, pero seguía de espaldas, me tendría que conformar con Ray.

Una vez fuera me separé con mucho pesar de Jess y Nadia. No quería dejarlas pero tenía que ir a la oficina y, vistos los hechos, parecía importante. 

Entre los pasillos quedaban ya pocas personas pero a medida que iba acercándome a las oficinas empecé a ver más gente. Muchos eran policías y otros se camuflaban con la gente de las oficinas, vestidos con traje, pero algo me decían que no eran de allí. 

El traje parecía demasiado caro para el sueldo de la universidad. Sin tener ni idea, diría que algunos estaban hechos a medida. Además, no tenía sentido el aumento de personal cuando no habían ofertado plazas nuevas, de normal contrataban a estudiantes para hacer media jornada si necesitaban gente.

- Hola buenas, soy Ada Miller. Me han dicho que tenía que venir a las oficinas- le dije a la encargada. 

Tardó un poco en comprobar mi identidad y si tenía una reunión o no pero al final me permitió pasar.

- Tienes que cruzar la puerta y meterte hacia el despacho del decano. No sé si han llegado, tú toca a la puerta y si no te abren espera en la salita. - Le costó levantar la mirada del teclado de su ordenador para darme esa frase y, al momento, volvió a ignorarme. 

- Vale gracias, que pase un buen día.

Pocas veces había estado en las oficinas, cuando llegué a la sala estaba vacía y al tocar la puerta no me abrió nadie, todavía no habían vuelto. 

La salita era pequeña y tenía lo imprescindible. Consistía en un sofá y la mesa del secretario del decano, del que algún día averiguaría el nombre, con un ordenador. 

Mientras esperaba a que llegaran me senté en el sofá, era cómodo, me imaginaba que más de una vez alguien se había echado una siesta, el sofá pegaba para ello. 

Desde ahí podía escuchar todo el ruido de fuera. Todas las personas que pasaban iban con prisa casi corriendo, parecía que algo se había incendiado y eran ellos los encargados de pararlo. Supongo que, en cierta manera, era verdad, lo dicho en la reunión iba a traer problemas. 



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En el texto hay: drama, amor, cienciaficion

Editado: 07.07.2024

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