Me pasé toda la noche dando vueltas en la cama, sin poder dormir. No se me iba de la cabeza todo lo que había pasado. Ni en mis peores pesadillas me había imaginado todo esto, Lux siempre había sido una leyenda. En mi casa no se nombraba, lo habíamos aprendido en el colegio y de pasada.
Toda la noche mi cabeza iba a Lux y volvía, iba y volvía, iba y volvía.
Cuando me quise dar cuenta eran las 6 de la mañana y estaba a punto de amanecer. Decidí ponerme a recoger la habitación. Ese día tenía que hablar con Nadia y Jess sobre lo que iba a pasar y prefería dejar las maletas hechas cuanto antes.
No me había dado cuenta pero en los dos años que llevaba viviendo en esa habitación había dejado muchas cosas. Aparte de los libros y materiales de la universidad había conseguido mover casi todo mi armario de casa hasta aquí. Además, el año pasado convencí a Jess y Nadia de ayudarme a montar una estantería.
Durante las fiestas cortaron las carreteras debido a la nieve y nos quedamos todas en mi habitación montando la estantería. En la siguiente visita a mi casa había conseguido que mi hermano me trajera de vuelta junto a todos los libros que me quedaban allí.
Cada objeto que recogía me traía recuerdos y me daban ganas de llorar. La foto que nos sacamos después de conocer a Jess, las tonterías que habíamos comprado en una noche de feria, las fotos que había recibido de casa. Todo eso se había acabado.
Todo ese proceso duró horas hasta que conseguí meterlo todo en cajas, me había tocado ir a comprarlas a una tienda cercana, solo quedaba la ropa pero decidí esperar y mirar la hora.
Cuando cogí el móvil para ver la hora se me volvió a caer el mundo, 20 llamadas perdidas de mis padres y otras 10 junto a muchos mensajes de mi hermano. Parecía que la noticia ya había llegado a todo el mundo.
Entré primero a los mensajes de mi hermano
"Ada, llámame"
"Ada estamos preocupados, hemos visto las noticias"
"Ada por favor cógeme el teléfono"
"No te preocupes tiene que haber un error, todo estará bien"
Todos tenían el mismo tono tranquilizador, quería que le llamara y que no me preocupara, pero a mi me generó todo lo contrario.
¿Cómo iba a hablar con ellos?¿Qué les iba a decir cuando ni yo sabía lo que estaba pasando?
Abrí el chat de Adrián
Acabo de leer los mensajes, si puedes llamarme...
No me dió tiempo a enviarlo porque en ese momento tocaron a la puerta. No quería saber quién era, quería recoger tranquila e irme sola, pero sabía que eso no iba a ser posible.
Al abrir me encontré con quien menos me esperaba, Adrian, mi hermano.
Si durante el día había luchado, evitando el ponerme a llorar, esto ya me acabó de empujar por ese precipicio. Me tiré a sus brazos llorando y allí me quedé durante horas.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, lo único que sé es que él se dejó y me abrazó hasta que todo pasó. En algún momento en todo ese tiempo llamó a mis padres para contarles que estaba conmigo y el escuchar sus voces me trajo aún más lágrimas. Adrián suspiró y acabó la conversación lo más rápido que pudo. Les dijo que les llamaría después pero mi cerebro no registró nada más.
Cuando por fin pude parar me separé de él y, por primera vez, le miré. Hacía mucho que no veía a mi hermano pero no me lo imaginaba así. Él siempre iba arreglado, no de traje y chaqueta, pero le gustaba cuidarse, muy pocas veces le veías de chándal, a no ser que viniera del gimnasio, pero hoy iba con uno de los más viejos que tenía. Llevaba sus gafas en vez de las lentillas y su pelo rubio completamente revuelto como si se hubiera pasado las manos por él muchas veces.
Él y yo nos parecíamos en poco, siempre habíamos recibido esas miradas sorprendidas cuando decíamos que éramos hermanos.
Adrian, una persona alta con el pelo rubio y ojos azules, era un chico ordenado que siempre había sabido lo que quería hacer con su vida. Mientras en el otro lado estaba yo, una chica bajita de pelo oscuro con reflejos rojizos y ojos pardos oscuros. Siempre había sido un desastre respecto a todo, iba siempre corriendo y tomaba las cosas conforme venían. Pensándolo bien mejor que me hubiera pasado esto a mi que a él, no se como le hubiera sentado que le tocaran todo el horario, yo por lo menos no tenía planes fijos.
Lo único que teníamos en común solo se podía ver si nos conocías, hablábamos igual y, por ello, nos entendíamos a la perfección.
- No es que no quiera verte aquí- le dije secándome las lágrimas- pero, ¿por qué has venido? ¿no estás de examenes?
- Ada - me miraba con ternura y preocupación. -Llevábamos horas intentando hablar contigo los papás y yo. Cuando no le cogiste el teléfono a nadie nos preocupamos y cogí el primer vuelo. Les he dicho que te llevaría a casa en coche, que nos esperen mañana allí.
Solo podía agradecérselo, quería abrazarme a él como cuando éramos pequeños y no salir, quería a mi hermano mayor pero se me acababa el tiempo y tenía muchas cosas que hacer. No podía permitirme esconderme. O tal vez sí.
Me acerqué a él y nos quedamos los dos abrazados en la cama mientras seguimos hablando.
- ¿Cómo lo descubristeis?
- Anoche me llegó un mensaje de uno de mis amigos, su hermana viene a clases aquí y reconoció el apellido. Desde entonces he estado intentando hablar contigo, creo que fue ayer por la tarde...- me miraba a los ojos, con expresión curiosa. Quería saber que estaba haciendo.
- Estaba en una reunión, la Agencia se puso en contacto con la universidad y pidió hablar conmigo.
Al escuchar eso cerró los ojos y se frotó la cara con las manos, cuando los volvió a abrir tenía el ceño fruncido. Antes de que dijera nada que no quisiese responder decidí preguntar.
- ¿y papá y mamá?
- Eso fue otra historia- dijo volviendo a suspirar- la lista llegó a las noticias anoche, es todo un caos en casa. Ellos no lo vieron pero cuando menos se lo esperaban empezó a llamar toda la familia y empezaron a llegar vecinos. La noticia les ha dejado destrozados.