Diego empezó a reírse y conforme más tiempo pasaba, más se reía.
- ¿Cómo? ¿Por qué?
Diego no respondía y solo seguía riéndose. Me estaba poniendo nerviosa, todavía más.
- ¡Para ya por favor!
Alice le dirigió una mirada que lo hizo relajarse y suspiró.
- Llevamos años haciendo esto, ¿sabes? Esta casa es la primera parada de todo aquel que viaja, el Lux lo llamáis vosotros, ¿no?- su sonrisa había vuelto.
No esperó a que asintiera para continuar.
- Cada cinco años, de forma puntual, aparecen en esta ciudad personas como si hubieran caído del cielo - ¿cada cinco años? - y desde la primera vez les hemos acogido. Empezó mi abuelo y de allí pasó a mi padre y, posteriormente, a mí.
Parecía como si hubiera entrado en trance, recordando otros tiempos.
- No sabemos exactamente porqué, tenemos teorías. Pero todos y cada uno de los viajeros reaccionaron igual que tú cuando se vieron al espejo. Dime, ¿qué ha cambiado?
- Mi pelo... era casi negro y mis ojos eran más oscuros también- me costaba pronunciar las palabras. Todavía estaba mirándome al espejo.
Ante eso Diego se volvió a reír y se señaló el pelo.
- ¿Me ves a mí? El mío era rubio y con los ojos oscuros. Parece que salí ganando y todo.
Así que él también era un viajero, como los llamaban aquí. ¿No era su hijo? ¿Entonces desde cuando se conocían pera criarlo?
Y si la Agencia no tenía registros de más Lux, ¿cuándo había venido aquí?
Nada de esto tenía sentido y no sabía por dónde empezar a preguntar. Así que empecé por lo que no me involucraba. Nadia estaría orgullosa de mí.
- ¿Qué relación tenéis vosotros? - dije señalandolos a los tres.
- ¿Eso es lo que más te interesa ahora? ¿En serio?- Diego parecía desconcertado mientras que Alice se rió suavemente.
- Diego es un viajero, como tú - respondió Henry- pero él llegó aquí con tan solo seis años.
- ¿Seis años? Imposible - no había querido interrumpirlo pero había sido inevitable. - En casa todos lo dicen, Lux no afecta a niños.
- En casa saben bien poco de Lux, como lo llamas tú - a Diego le gustaba molestar, eso lo tenía cada vez más claro. Parecía que su cara no tenía otra posición, seguía llevando esa sonrisa engreída que me había puesto nervioso antes.
- Vale, si tan listo eres, dime ¿por qué tengo estas pintas?
- A ver, lista, tenemos diferentes teorías, la que más nos cuadra es la que te voy a contar. Pero antes dime, cuando viajaste hasta aquí ¿qué sentiste?
- Calor- me miraba con una sonrisa mientras se acercaba, me estaba probando. No sé qué punto pensaba demostrar, pero no se lo iba a poner fácil.
- ¿Viste luz?
- No podía ver nada, no pude abrir los ojos en ningún momento.
- Exacto. Pensamos que en ese momento estás rodeada de tanta luz que no puedes ni abrir los ojos. Solo notas el calor. Pero tu pelo, tus ojos tienen un color propio. Y dime, ¿qué sabes de la teoría del color?
- Depende, ¿a que te refieres?
- Los colores y la luz.
Se sentó delante de mí.
- ¿Sabes que no soy de artes? Yo de colores se lo del instituto, no más.
Esto era lo que esperaba. En ese momento su cara cambió y la sonrisa engreída volvió, le había dado lo que buscaba.
- A ver, se sabe que los colores oscuros absorben la luz mientras que los claros la reflejan. Ahora imaginate, tus ojos y tu pelo se podrían considerar oscuros, ¿no?
Esperó a que yo asintiera para seguir.
- Pues ¿qué pasa cuando ya no puede absorber más luz?
- Llegaría un punto en el que se saturaría.
- Exacto - le gustaba el tema, no sé si era por los colores o por la ciencia detrás de Lux, pero lo estaba disfrutando.- Ese punto se da y los colores tan oscuros desaparecen dejando solo el rastro de los más claros. En tu caso parece que eran el pelirrojo y el verde.
- Y eso como cuadra con tu pelo - le dije mirando su pelo negro.
- Lo mismo pero al revés. Llega un punto en el que de tanto reflejar se satura y empieza absorber. Cuando absorbe, voilá - dice señalándose a sí mismo.
Vale, habían encontrado una buena teoría para explicar mi cambio de apariencia, ¿Qué pasaba con todo lo demás?
- Es una teoría porque como comprenderás no podemos volver a experimentar el Lux como tal. Una vez has pasado no vuelve a ser igual. Pero tenemos una buena idea.
Alice se había quedado callada durante toda la conversación, mirando a Diego con cara de orgullo.
- Dejando eso de lado. Tienes que saber dónde estás porque vas a tener que aprender a esconderse.
La miré extrañada.
- ¿Esconderme?
- Sí, solo un poco, para que parezcas de aquí.
Esto le hizo gracia a Diego. Por alguna razón no parecía creer que pudiera hacerlo. Pero Alice siguió hablando sin hacerle caso. ¿Cuántas veces lo habría hecho ya?
- Hay gente en este sitio que conoce la existencia de los viajeros pero la gran parte de la población no la conoce. Debes aprender cómo vivimos aquí, a no llamar la atención. Y para ello, - se giró a mirar a Diego - tú vas a ayudarla.
- No hago falta, va a llamar la atención de todas formas. ¿Has visto su pelo?- dijo Diego señalándolo. Así que había sido eso. - Hay poca gente con este pelo aquí.
- Podemos decir que es extranjera, viene del norte. - Henry se acercó para hablar, este tema le interesaba más. - Va a tener un poco de acento de todas formas, nos puede ayudar con la historia.
- Ves,- dijo señalando a Henry- pero para ello va a necesitar aprender a relacionarse con gente de esta época y tú tienes más o menos su edad.
Diego parecía querer continuar la discusión pero yo ya tenía bastante.
- ¿y dónde es aquí? - parecieron recordar repentinamente que yo todavía estaba sentada entre ellos.
Estaban dándole vueltas a lo mismo y todavía no me habían dicho nada. Ante esto Alice me miró más entusiasmada, le gustaba dar las sorpresas.