Cadere

Abogados Smith


- Ada, bienvenida a la empresa familiar. 

Alice abrió la puerta despacio, aumentando mis ganas de entrar y verlo.

El bufete estaba formado por una entrada y dos despachos. En la entrada se encontraba la mesa de Alice mientras que en los despachos trabajaban Diego y Henry.

Todo el despacho tenía una apariencia clásica pero se podía reconocer detalles modernos en las esquinas. La sala principal era grande, la mesa era de madera y espaciosa. Estaba toda ordenada con los papeles a un lado y a otro y delante de ella había una placa con el nombre de Alice.

Esa era su mesa.

En una de las paredes estaba formada por una estantería gigante llena de libros.

Me quedé mirando, admirando la variedad. Había libros de derecho, ciencias, literatura e, incluso, historia. Podía encontrar nombres conocidos como la Odisea o la Biblia. Por lo menos eso era lo mismo en todos los tiempos.

- Impresionante, eh. 

- Sí, ¿son todos tuyos? - había algunas ediciones impresionantes. En casa se considerarían clásicos.

- El abuelo de mi marido los empezó a juntar. Esto es el resultado del esfuerzo de tres generaciones. Es una de las cosas que quise proteger cuando murió. 

Cada vez que hablaba de su marido la vista se le nublaba, era como si la emoción le consumiera.

El momento le duró poco porque se empezaron a oír voces de hombre desde uno de los despachos. A los pocos minutos la puerta se abrió, Diego salía del despacho junto a un hombre.

Desde el paseo 

- Pues nada, encantado de poder ayudar. Investigaré su caso y veremos que se puede hacer. De momento intente no preocuparse - wow, podía ser educado y hablar con elegancia. 

- Muchas gracias señor Smith, mi mujer se lo agradecerá. Que tenga un buen día. 

Al acabar la conversación se dieron la mano cuando el hombre giró para irse nos vieron los dos. La cara del hombre cambió, sus labios dibujaron una sonrisa elegante que escondía su cara de preocupación anterior. Diego, en cambio, hizo lo contrario. Al ver a Alice se relajó y sonrió. Al verme a mí volvió la sonrisa burlona.

- Señor Vale, un placer volver a verlo - Alice se estaba quitando la chaqueta y dirigiéndose hacia su mesa. - Espero que su reunión haya sido fructífera.

- Siempre es bueno hablar con el señor Smith.

Ante eso Alice le sonrió con orgullo.

- La verdad es que es un buen chico. 

- Todos en el pueblo lo saben. Pero dime, ¿quién es la señorita?

Estaba cansada de las miradas de la gente del pueblo y eso que conmigo solo habían hablado dos personas. Durante todo el día había notado cómo la gente se paraba en la calle y miraba mi pelo. 

- Le presento a Ada Miller. Es la hija de una amiga mía que ha venido una temporada aquí para quedarse.

Eso le gustó. No quería saber porqué.

- Y...

Iba a empezar la frase pero Alice estaba tensa y no quería saber más.

- Si necesita cualquier cosa ya sabe dónde encontrarnos. Le llamaré cuando el señor Smith me indique para su próxima reunión- con que Diego lleva el apellido de Alice.

Ante eso se puso el sombrero que llevaba en la mano y salió del despacho, no sin antes despedirse de todos. 

Una vez nos quedamos solos mis dos acompañantes se relajaron. 

- ¿Ya habéis acabado las charlas importantes? - dijo Diego mientras se acercaba a Alice a darle un abrazo.

- Lo más importante esta dicho, lo demás iremos sobre la marcha - le respondió Alice riendo. 

Después de esto se giró a mirarme. 

Hoy me estaban mirando ya demasiado.

- Mira quien esta aquí, parece que Roja ya ha llegado.

- Y el gracioso de turno ha vuelto - iba a poner los ojos en blanco demasiado con él.

- Diego portate bien- habíamos vuelto a ser niños a ojos de Alice.

-¿Te importa si me la llevo?

- ¿No deberías preguntarme a mi?- ni me había mirado. - ¿Hola? Estoy aquí delante.

Sabía que me había oído, se estaba riendo, pero todavía seguía mirando a Alice, esperando su aprobación.

Alice, por su parte, no dejaba de mirarnos a los dos, de un lado a otro. 

Aproveché ese momento para negar con la cabeza. 

No me dejes sola con él. 

No. 

Sálvame.

Intenté que me entendiera con los ojos pero creo que no lo conseguí.

-Mientras me prometas que no vas a molestarla mucho. Pero le tienes que acabar de enseñar la oficina y lo que hacemos. - la miré sacudiendo un poco la cabeza. 

Sip, no lo conseguí.

Tenía una última opción.

- Oye, ¿y no sería mejor que lo hiciera Henry? Tú tienes que estar ocupado.

- Ah, y Henry no está ocupado. ¿Tanto miedo me tienes? 

- Si consideras miedo el no querer darte un golpe. - Se lo iba a acabar dando, era hora de aceptarlo.

- Ya sabía que me cogerías cariño.

- Es por Alice. Ella es la que me cae bien, no tú. 

Ante esto Alice se rió. Llevaba un rato mirándonos a los dos y riéndose.

- Exacto, recordadlo los dos. No me apetece que ninguno salga herido. Mantened las discusiones al mínimo. Además, a Henry tampoco le haría gracia, le hemos cogido cariño a Diego. 

- ¿Solo cariño?- Diego estaba indignado, levantó las manos y todo, sorprendido.

Ante eso lo único que pude hacer fue reírme. Era una imagen cómica la que tenía delante. Diego, en toda su altura, parecía un niño pequeño.

- Venga, pasad un tiempo juntos y así yo aprovecho para adelantar en el trabajo.

- Vamos Roja. No me hagas tu también el feo. Ya he descubierto que alguien no me quiere, no me digas tu lo mismo. - Me miró a los ojos, acercándose.

Dramático. 

Pero sus ojos hicieron el truco. Eso de que no pudiera mirarle a los ojos me iba a fastidiar un tiempo.

Suspiré, sacudiendo la cabeza. Al verme Diego empezó a celebrar.

- Anda, tirad. No discutáis mucho.



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En el texto hay: drama, amor, cienciaficion

Editado: 13.05.2024

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