Los días pasaron y a mí solo me quedaba acostumbrarme al nuevo sitio.
Cuando estaba sola me dedicaba a investigar la ciudad. Parecía que al verme al lado de Alice tantos días había acostumbrado a los de Fothram, ya no me miraban tan mal, por lo menos la mayoría.
Eso me había permitido explorar y la mayoría del tiempo lo pasaba en un pequeño parque de las afueras de la ciudad. Lo había descubierto de casualidad, un día me había puesto a andar y sin querer había llegado al parque. Para volver tuve que preguntar a veinte personas por lo menos por Abogados Smith. Al llegar a la casa me crucé con Diego que estaba hablando con Alice y, a día de hoy, todavía me lo recordaba: "Roja, no te me pierdas".
Pero había valido la pena.
Cuando el sol se ponía se reflejaba en un pequeño lago que había y daba una sensación relajante. Si supiera pintar me entrarían ganas de hacerlo. Era impresionante.
Los días pasaban mientras yo leía sentada en uno de los bancos. Ya había pasado por la mitad de una de las baldas del despacho de Diego. Me colaba todos los días en un intento de encontrarlo pero no había pasado todavía. Siempre estaba fuera.
Alice intentaba incluirme en sus planes pero solo podía llegar hasta un punto y conforme los días pasaban y la novedad se acababa yo me hundía más en mi agujero.
La ropa era bonita pero no era lo que yo quería, los paisajes eran una pasada pero no eran los míos y la compañía era agradable pero me faltaban los míos.
Me estaba hundiendo en recuerdos y no podía evitarlo.
No ayudó que a los pocos días Alice me diera mi ropa junto a una cajita de metal. En ella estaba el rastreador y la grabadora que me habían dado los de la Agencia.
Durante las noches me dedicaba a dormir abrazados a ellos. Era lo único que me quedaba de casa.
Necesitaba distraerme y la respuesta apareció pocas semanas después.
Una mañana estaba en el salón cuando Henry apareció. Iba lo más arreglado que lo había visto nunca con pajarito incluida y eso en esta época era difícil de decir.
- Buenos días, ¿Dónde vas tan elegante?
Ante eso se rió y juraría que se puso un poco rojo.
- Me han invitado a un sitio y tengo que arreglarme un poco pero olvídate de eso. Quiero hablar contigo.
Ante eso me puse recta. Parecía serio.
Henry había sido una de las personas con las que más tiempo había pasado estas ultimas semanas. Se había dedicado a hacerme sentir bienvenida.
Me había contado que, a diferencia de Diego, él se encargaba de hacer un trabajo más de campo, buscando información y uniendo pistas. Por ello, era raro verle tan arreglado y su despacho estaba siempre vacío.
- He estado hablando con Alice. - Uy - Hemos visto que estás un poco aburrida así que creemos que esto te va a ayudar. Levántate. Cámbiate. Vamos a la oficina.
La semana anterior había recibido por fin los vestidos. Podía dejar de usar la ropa de Alice y eso había supuesto mi alivio. Se había esforzado demasiado y no quería seguir molestando en ese sentido.
Mientras me vestía pensaba en que podía ser la sorpresa. Sabía que se habían dado cuenta que estaba mal pero no podía imaginar hasta qué punto. No creía que me mereciera esta sorpresa.
Cuando llegamos nos dirigimos a su despacho. De camino, nos cruzamos con Diego.
- Hey Roja. Espero que esta tarde no tengas plan porque te vienes conmigo.
¿Cómo?
- ¿Y este cambio? ¿Qué has estado haciendo estas semanas?
- Esta tarde te lo cuento.
Y así como entró se fue. No podía entenderlo. Pensaba que esa tarde nos habíamos llevado bien. Pero esa fue una de las últimas veces que hablé con Diego. Fueron pasando los días y solo lo veía entrar y salir de la casa.
Vi como Henry negaba con la cabeza desde un lado pero no podía entenderlo. Por lo menos antes me molestaba, ahora ya ni eso.
Una vez en el despacho de Henry vi como toda la estancia había cambiado.
Lo que una vez había sido un despacho impoluto ahora estaba lleno de cajas, algunas datadas en 1750. Wow.
Me giré a hablar con Henry.
-¿Qué es esto?
- Esto es toda la investigación que tenemos de Lux a lo largo de los años, junto a todas las teorías. Creemos que puedes ayudarnos con esto.
Bueno, por lo menos iba a estar entretenida.
- Y ¿ puedo usar cualquier cosa que esté en las cajas? ¿Es todo investigación? - lo miré intrigada - No hay nada tuyo mezclado por ahí, ¿no?
Tampoco quería echarlo de su oficina.
Ante eso se rió y sacudió la cabeza.
- Tranquila, estoy en un caso largo. Todas mis notas las tengo en otro sitio. Este espacio va a ser todo para ti, y para quién tu quieras que entre.
Wow.
Todo para mí.
- Te dejo que disfrutes.- Algo debió ver en mi cara porque antes de irse añadió. - No te vuelvas loca.
Mi cara debía haber sido un poema.
Una vez me quedé sola me puse a mirar las cajas. Una parte de ellas estaban ordenadas cronológicamente mientras que las otras no tenían indicación ninguna. No tenían un orden.
Abrí una de las cajas y empecé a leer algunos de los papeles. Todos ellos tenían la fecha en la esquina y por ello decidí empezar ordenándolo todo por orden cronológico.
Los papeles desordenados eran aún más viejos que los otros. Algunos databan de 1680 y estaban firmados por uno de los abuelos de Alice.
Llevaba dos cajas de seis cuando llamaron a la puerta.
Vaya, había vuelto el hijo pródigo.
- ¿Sabes que te has saltado la hora de comer? ¿Y que Alice está como loca por ello?Creía que te había pasado algo.
- No quería preocuparla. Solo se me ha ido el tiempo con los papeles.
- Ah, Henry te los ha enseñado ya. Creía que iba a tardar más en hacerlo.
Eso me sorprendió, creía que había sido idea de Alice y Henry, no de Diego también.