Los siguientes días me los pasé en la cama recuperándome. No podía mantenerme muchas horas despierta porque se me cansaba la vista y el dolor de cabeza era insoportable, así que dormía más que otra cosa, pero también pasé mucho tiempo despierta. Me preocupaba que sin poder salir de la cama esas horas que no estuviera dormida se me hicieran eternas pero no fue así. Diego se quedó conmigo gran parte de los días.
Durante los primeros días estaba allí haciéndome compañía. Había momentos en los que solo necesitaba que alguien me abrazara y allí estaba él. Mientras que en otras ocasiones me hacía reír. Más de una vez Alice nos pilló de las dos formas. Cuando estábamos abrazados entraba y dejaba la comida sin decir nada y se iba mientras que si estaba de buen humor se sentaba con nosotros un rato y ayudaba a Diego a animarme.
No fue hasta días más tarde que pude mantenerme despierta y no importaba cuánto estuvieran conmigo, me aburría. Ahí fue cuando decidí volver a ponerme a investigar.
- Dime una cosa, ¿qué descubriste del archivo? - Diego no se esperaba esa pregunta. Estábamos comiendo unos sandwiches que acababa de traer Alice cuando pregunté, el pobre casi se atragantó con él.
Me tuve que acercar a darle unos golpes en la espalda para que no se ahogara. Aunque tampoco ayudaron mucho porque lo único que hacía era reírme.
Una vez se recuperó no me respondió, se me quedó mirando como si estuviera loca.
- A ver que me entere, llevas más de dos días en la cama sin hacer otra cosa más que dormir y, en el momento que puedes mantenerte despierta más de cinco horas seguidas, ¿quieres volver a trabajar?
Sí, lo había entendido bien. Asentí con la cabeza.
- Me vas a matar - pude escuchar como murmuraba mientras se tapaba la cabeza con las manos. - Mejor vamos a hablar de otra cosa.
Retiró la bandeja de comida, después de casi atragantarse se le habían quitado las ganas de seguir comiendo. Se tumbó a mi lado en la cama y usó sus manos como almohada, no había más, me había quedado todas las de la habitación para poder sentarme.
- Tengo unos amigos muy interesados en ver cómo estas - me estaba mirando cuidadosamente, intentando no asustarme.
Amigos... ¿Hablaba de Ron?
Intenté recordar un poco quién me había encontrado, podía escuchar voces y ver alguna sombra.
- Me encontró Ron,¿ no?
- Sí, y algunos amigos más. He hablado con él, quiere asegurarse de que estás bien. ¿Qué quieres que les diga? - Se acercó a cogerme la mejilla - Nos asustaste muchísimo.
Mientras hablaba me acerqué un poco más, hasta apoyar mi frente en la suya. Su dedo empezó a moverse de arriba a abajo.
- Hazme un favor, la próxima vez espérate en el despacho por favor - parecía que había entrado en un trance. Entre sus ojos azules y como susurraba me había hipnotizado, no podía apartar la mirada.
Notaba como su pecho retumbaba con cada palabra y se levantaba con cada respiración. Poco a poco se fue acercando, podía notar su respiración en mis labios.
No sabría decir quien se acercó antes, ni quién de los dos tenía más ganas. En un segundo estábamos mirándonos con ganas y al siguiente nos devorábamos el uno al otro. Cada vez hacía más calor, me retiré las mantas de encima como pude mientras él se dirigía hacia mi cuello. Mis manos subieron por su pecho mientras que las suyas estaban en mi pelo, tirando. De mi boca solo podían salir suspiros hasta que mordisqueó mi cuello, no pude evitar gemir.
Sus manos pasaron a mi cintura, apretando. Me levanté un poco para subirme a su cintura, solo quería estar más pegada a él. Cuando se dió cuenta de mis intenciones rodeó mi cinturón y me ayudó a incorporarme sin dejar de besarme. Subió poco a poco hacia mis costillas haciendo fuerza.
Auch
- Mierda, lo siento, lo siento. - Como si le hubiera caído un rayo se separó de mí. Me quedé rodeando su cintura con mis piernas mientras que él se apoyó en el cabecero de la cama.
Levanté las manos un momento, esperando que pasara el dolor y recuperando mi respiración mientras lo miraba. Tenía el pelo completamente deshecho por las veces que había pasado las manos por él, los ojos ya no eran azules si no que parecían negros y sus labios estaban hinchados de los besos. Yo debía de tener la misma imagen.
Mientras el dolor pasaba volví a acercarme, enganché sus brazos para que rodearan mi cintura y puse mis brazos alrededor de su cuello. Apoyé mi frente en la suya.
- ¿Que me estabas diciendo de tus amigos?- por cada palabra que salía de mi boca le daba un beso.
Su única reacción fue reírse.
- ¿Es necesario este tema ahora mismo?
- No sé, tú has empezado.
Los dos estábamos sonriendo, las manos de Diego acariciaban mi espalda. En este momento agradecía haberme puesto mi pijama de casa, no habría podido sentarme encima de él con una de las faldas que tenía en el armario, por lo menos no así.
Suspiró antes de separarse un poco de mí.
- ¿Quieres que vengan?
Mis manos se enredaron en su pelo y nos volvimos a besar. Al separarnos empezó a reírse.
- Entonces si lo he entendido bien no te molesta que vengan algunos a verte, ¿no? - susurró en mis labios
Lo único que hice fue reírme con él y volver a besarlo.
A los pocos días oí cómo subían unas personas por la escalera. Alice había subido hacía ya un rato para ayudarme a cambiarme, en una de las veces que intenté ducharme descubrí todo un lateral de mi cuerpo amoratado, debía de ser de cuando me empujó al suelo y todavía no podía moverme bien. Podía levantarme de la cama pero movimientos como andar durante mucho tiempo o estirarme todavía dolían demasiado, la sesión de besos con Diego había pasado factura.
Habíamos cambiado la habitación por una biblioteca que tenía la casa. Ahí es donde iban a acudir todos. El primero en entrar fue Diego que se acercó a mi rápido y me dió un beso.