Cadere

Comida

 

Me despertó mi estómago, gruñendo. No quería levantarme, estaba tumbada sobre algo muy cómodo y podía notar sobre mí una especie de manta que me mantenía caliente. 

Al moverme un poco el brazo que tenía en la cintura se apretó, Diego. En algún momento había dejado los papeles porqué ahora lo estaba usando de cama. Sus manos estaban en mi cintura y me impedían moverme. Intenté levantarme con cuidado para no despertarlo pero no funcionó. Cuando menos me lo esperó me encontré sobre mi espalda con él entre mis piernas y apoyado en el brazo del sofa.

- Te prometo que algún día haré algo con un poco de cuidado. No os enteraréis ni de donde estoy.

Su única respuesta fue reírse antes de apoyarse en mi pecho y seguir durmiendo. Podía sentir su respiración en mi pecho y sus manos envueltas en mi espalda. Lo dejé descansar un rato, no tenía prisa por moverme. 

Mientras pensaba en lo que había encontrado mis manos acabaron en su pelo negro. Al verlo siempre tan peinado y sin moverse ningún pelo había pensado que no sería agradable tocarlo pero era todo lo contrario. Tenía el pelo muy suave y sedoso, era como me hubiera gustado tenerlo a mí antes de llegar aquí. No sabía cómo pero el viaje a Fothram no solo había cambiado el color de mi pelo, sino que también había cambiado otras cosas. Nunca lo había tenido tan sedoso y brillante como estos últimos meses. Tenía que ser algo del viaje si Diego también lo tenía así. 

No sé cuánto tiempo pasó pero lo que me sacó de mis pensamientos fue un golpe en la puerta. Alice entró con una bolsa de, supuse, comida. 

Cuando nos vió a los dos en el sofá se sorprendió por un momento, pude ver como movía los labios sacudiendo la cabeza antes de sonreír pero no oí nada, al momento siguió como si nada. Me levanté un poco para despertar a Diego pero Alice me paró, apoyó la mano en mi hombro y me volvió a tumbar. 

Ahí estábamos los tres en el despacho, Diego y yo tumbados y Alice sacando comida de la bolsa. Era un poco incómodo, no sabía qué hacer.

- Últimamente es difícil para él quedarse dormido, no tiene tiempo para ello. 

¿Cómo que no tenía tiempo? Solo había visto como pasaba tiempo conmigo las últimas semanas, el trabajo ya lo había dejado listo antes.

Enarqué las cejas, instándole a seguir sin hablar, no quería despertar a Diego, menos si era verdad lo que estaba diciendo Alice. 

- ¿No lo sabes? - negué con la cabeza - Lleva un tiempo trabajando por la noche, para poder pasar el día contigo y ayudarte. Esperaba que te lo hubiera dicho pero debería haberlo sabido, ha sido así toda su vida. 

Hablaba de espaldas a mí, seguí mirando algo de la bolsa. Solo se había girado lo justo para ver mis respuestas, enseguida volvía a la comida. 

Me quedé observándolo. Ahora que estaba completamente relajado y tan cerca podía ver su cara a la perfección. La frente, que de normal estaba fruncida, ya no lo estaba y debajo de sus ojos se podía apreciar un poco de ojeras que realmente no había visto desde que lo conocí. Debía de estar sin dormir bien una temporada, con razón se había dormido.

Cuando me giré a Alice la encontré mirándome fijamente. Ella siempre me había ayudado pero en momentos como este no sabía realmente lo que pensaba de mí. 

- Os dejo la comida, en un rato o así lo despiertas. Cuando comáis dile que tengo que hablar con él, que se pase por casa pronto esta tarde.

Asentí mientras la veía recoger unos papeles del despacho. Antes de salir se giró y me volvió a sonreír.

- Gracias Ada.

Diego tardó unas horas en despertarse, la comida que había traído Alice para almorzar iba a ser al final para comer pero no me importó. Eran pocos los momentos en los que estaba tan relajado y me dediqué a observarlo y a pasar mis manos por su pelo de forma relajada esperando que no se despertara. Irónicamente, eso fue lo que le despertó. Poco a poco sus ojos sus ojos se abrieron, dejándome ver un mar de emociones. Tardó un poco en reconocer dónde estaba, demasiado dormida para enlazar pensamientos, pero pude ver cuándo llegó a la conclusión en su cara. Soltó un suspiro y volvió a esconder su cara en mi pecho.

- Me he quedado dormido. - Su voz hizo que me estremeciera. 

Guau. Si de normal su voz ya era grave en este momento parecía en el subsuelo. No había pensado nunca que algo como eso pudiera hacerme estremecer pero eso fue lo que pasó. Guau. 

Pude sentir la risa de Diego en mi pecho, se había dado cuenta podía sentir mi cara cogiendo color. Otra ocasión para avergonzarme.

Levantó la mirada, apreciando el color de mi cara durante unos segundos hasta que mi estómago volvió a gruñir. Seguía teniendo hambre.

- Vamos, te voy a invitar a comer. - Le costó poco levantarse y ofrecerme la mano, mirándome con una sonrisa dulce, hasta la piel al lado de los ojos se le había arrugado.

No le había visto nunca tan despreocupado, quería mantenerlo así. Su camisa estaba medio desabrochada por arriba y la parte de abajo se había salido de los pantalones. Hace tiempo que había perdido el chaleco, dejándolo olvidado en la silla cuando entró en el despacho. No me di cuenta hasta que miré hacia abajo que también se había quitado los zapatos e iba descalzo, como yo.

Sí, definitivamente no quería interrumpir este momento.

- Creo que no hace falta - me dirigí hacia la mesa pero me paré a mitad camino, sintiendo la alfombra del suelo en mis pies, suave. - Alice ha venido hace unas horas y ha traído comida. 

Me giré mirándolo mientras sonreía. 

- ¿Qué piensas? ¿Alargamos un poquito más este tiempo?

Me abrazó de golpe y me levantó en brazos, sonriendo, acabando el camino hasta la mesa.

Alice había traído las sobras del día anterior en un cazo, ya estaban frías pero al acercarla al fuego conseguimos calentarlas. Nos sentamos los dos en la alfombra y nos repartimos la comida.



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En el texto hay: drama, amor, cienciaficion

Editado: 07.07.2024

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