- Vamos, Rina. ¿Porque sigues mirando la pantalla? Te lo dijo ya en su día, no quería nada que ver con nosotros.
Estaban Vicente, Rina y Oscar sentados en sus respectivas mesas. Los dos hombres habían olvidado lo que le dieron a esa chiquilla pero Rina todavía no había perdido la esperanza.
- Vamos a almorzar, anda. - Oscar se levantó de la mesa y se dirigió a la de Rina para cogerle de los hombros y que se fuera con ellos.
Cuando estaban ya por la puerta sonó un pitido que les hizo girarse a los tres. El ordenador de Rina se había encendido.
El rastreador y la grabadora estaban en marcha.