Caehal #1 - Imperio Agilán

CAPÍTULO VI: AKAR

Un lugar donde las cascadas caían hacia el cielo; al golpear con un techo invisible en los aires, el agua formaba un círculo y unas pequeñas gotas rociaban el ambiente. Se hallaban pocas personas en los alrededores; aquellas interesadas por la paz y el obedecer a quienes tenían por cabeza, caminaban por una gran plaza dorada. Muchos omegas de alto nivel estaban en ese lugar, seguían las órdenes dadas por los celestes que habitaban allí. El Akar se dividía en cinco secciones donde en el número cinco estarían los celestes de  mayor rango; los celestes son aquellos seres antiguos y cuasi divinos que fueron enviados por las reales deidades. Se trata de quinientos celestes, es decir, cien por sección. 

        Uno de los omegas más conocido caminaba por los pasillos de la sección número dos; en ella se hallaban los celestes pasivos. Cada dos metros, sin falla, se encontraba un jarrón de oxymir sobre un pilar de plata. Aquel omega era Noah Amoste, un ejemplo a seguir, lastimosamente hace un día exactamente su conducta no fue lo que su celeste esperaba. Después de lo acontecido en tierras de Yorm, fue llamado con urgencia para el Akar, sabía que lo hecho en ese lugar fue sin intención; pero eso no significa que las personas dejen de estar muertas solo por aceptar aquello, debía enfrentar las consecuencias de su debilidad mental.

        Cruzó el umbral que decía: Úmýbag, y de inmediato aquella entrada desapareció sin dejar rastro. Entonces a unos metros de él estaba el celeste con forma humana; sostuvo una mirada firme y con pizcas de decepción.

              —¿Qué sucedió allá? —inquirió con voz baja, Noah intentó hablar pero de inmediato él lo regañó y dijo:—. ¡Soy el celeste de la clemencia! ¡¿Y tú te atreves a profanar mi dominio y mi nombre?!

—Lo lamento, mi señor.

—¿Crees que con eso basta? —Suspiró molesto, tanto que le dio la espalda y caminó hacia su dichoso trono. Se sentó en él y puso su pierna izquierda sobre su muslo derecho, se enfocó en el cuerpo frágil de los seres humanos—. Detállame lo sucedido; si me mientes, me daré cuenta y el hecho de que sea clemente no significa que sea estúpido y aguante las aberraciones hacia mí.

El silencio inundó por un par de minutos aquel altar. En aquel lugar no existía el techo, solo había nubes que paseaban de un lado a otro y estas cubrían al celeste de los rayos de luz de sus hermanos. Noah deshizo la venia y observó al celeste desde su posición. 

—Habíamos sido llamados con urgencia al palacio imperial Agilan, un ataque de parte de un ser desconocido ocasionó desastres en las zonas de Icora y Ruagrix. Gracias a mi equipo que usted me dio; logramos salvar a los heridos y darles un funeral merecido a los fallecidos, todo esto sucedió poco antes de nuestra catástrofe mental; fuimos controlados psíquicamente y enviados por aquella persona hasta Yorm… donde sucedió tal acontecimiento. —El celeste guardaba silencio, pero por eso no desaparecía el hecho de que su enojo era más que visible y se sentía en el ambiente. Noah sintió terror de lo que podía suceder en ese momento—. En la invasión involuntaria fueron asesinados mis compañeros y yo que estaba a punto de morir; una mujer me perdonó la vida y después usted me llamó. 

Noah quitó la mirada de los ojos del celeste y después solo se enfocó en el jardín que habitaba en ese lugar; flores de colores conocidos y de otros jamás vistos, brillaban como si fueran cristales y eran más suaves que cualquier prenda de lino. El celeste se puso de pie y caminó por el rededor del lugar, justo detrás del trono había un pilar grueso que asimilaba a una pared en forma de círculo. El celeste se escondió detrás de él y al salir de su corto escondite, su forma humana había desaparecido y ahora estaba en su versión más cercana a lo real: su rostro cubierto de una cubierta cristalina y que de esta surgían ocho estilos de flechas que se mantenían cerca del rostro; era el doble de alto que antes, llegó casi a los cuatro metros de estatura y por último su vestimenta era invisible y solo se mostraba como la luz que él mismo producía opacó cada centímetro de su cuerpo. Se posicionó frente a Noah y con su dedo índice le subió el rostro y aquel omega se vio obligado a mirarlo.

—No puedo omitir el hecho de que no es tu culpa, como líder tendrás que responder por cada una de las muertes e incluso por las muertes de tus compañeros. No me agrada hacerte esto, pero es mi deber como tu señor y por otro lado,  debes cargarte con las responsabilidades que lleva tu cargo.

—Pero, mi señor. —De inmediato las nubes se tornaron grises y los relámpagos comenzaron a sonar junto con pequeñas gotas de lluvia helada—. No es mi culpa, es de quien nos controló. 

Como si aquellas palabras fuesen un balde de agua fría para el corazón del celeste, él miró a su súbdito con lástima. Se alejó de él y por cada paso que daba, el ambiente cambiaba drásticamente y cada centímetro se tornaba arenoso. Parecía que viajaban por un tipo de portal imperceptible, pero seguían en el mismo lugar de antes.

—¿Conoces la historia de Caehal?

—Sí, mi señor.

—Ven, acompáñame. —Su voz sonó agradable y aunque no había cambiado su aspecto; su presencia transmitía paz. 

Entonces cuando Noah quiso mover un dedo, un rayo de luz de kilómetros de grosor y amplio cayó frente a los espectadores; cuando aquel rayo cesó dio paso a cinco celestes conocidos como: Los Buscadores, entre esos estaba el celeste de la clemencia en su verdadera forma como cuasi divino. Lucía imponente. Noah sorprendido por ser espectador de la conquista de Caehal, muchísimos milenios antes de que los abuelos de sus bisabuelos llegaron a existir, la historia se enfocó en tres celestes importantísimos: El celeste de la luz; el celeste de la paz y por supuesto, el celeste de la clemencia. En eso, Noah pensó: «Si es tan conocido, ¿por qué está dónde está? ¡Debería estar por lo menos en la cuarta sección!».




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.