Caehal #1 - Imperio Agilán

CAPÍTULO XV: TUMBAS SANGRIENTAS

ILAN MILLER

 

«¿Dónde estoy?», pensé antes de mirar a mis alrededores; parecía más antiguo de la época en donde estaba situado en la realidad; las personas vestían con telas de lana y cuero, se podían distinguir con facilidad el clero de la plebe, entonces caminé por los pequeños espacios y procuré no chocarme con gente ni con las carrozas que eran impulsadas por cambiaformas u otro animal de fuerza y velocidad. El bullicio del lugar hizo que un vago recuerdo llegara a mi mente; Icora en los años cuando era guerrero élite de la corte imperial. «¿Será esto un sueño?», pensé nuevamente, el tanto caminar sin estar pendiente de más de dos cosas provocó que me olvidara del sentido de la orientación y cuando la recuperé noté que estaba frente al palacio imperial; aquel que destruí.

—Mark, no podemos continuar con esto. —Escuché la voz de Gyran que resonó en mi cabeza—. Si las almas aumentan, tu carga aumenta y tu alma irá en decadencia; no puedo seguir en tu ayuda.

—Será la última vez. —pidió Mark.

—Es un círculo vicioso del cual debes salir y no permitiré que por mi culpa ni por nadie, estés allí. —La voz de Gyran sonó enfurecida pero a la vez con un toque de compasión, como la de un amigo que se preocupa por el otro.

Intenté buscarlos pero no observé rastro alguno de ellos, entonces ingresé al palacio y era parecido al de Sleilitone; caminé y observé los lugares donde podrían estar reunidos; cuando me topé con una puerta entreabierta y allí estaban ambos quienes tenían un balcón directo hacia la vista del pueblo, era la habitación del emperador.

—... —Intenté hablar pero mi boca no ejecutó sonido alguno, sentí que mi corazón quiso comenzar a desesperarse por no poder expresar una sola vocal, pero mantuve la calma y controlé mi respiración para no entrar en pánico y despertarme de este sueño que seguramente traerá algún significado. Ellos no podían verme pues estuve de pie allí varios minutos y la presencia no se notó, era como si fuese el espectador de una historia.

—Debe ser Demian Miller, él es el único que no merece la pena su continuidad en el servicio —mencionó Mark—, o su hermano.

—El primero que llegue de su misión, debería ser Demian pero hay rumores que fuese Ilan quien cruce esa puerta primero para darle la información final. —No sabía lo que sucedía, pero noté algo extraño en el tema, la sonrisa, o debo decir, la sonrisa de ambos; era perturbadora e incómoda para mí quién era solo un observador; una tercera persona—. Sea quien sea, estos hermanos poseen una asombrosa habilidad; la absorción y la retención, cualquiera de las dos será sucedida a ti. 

La campana del pueblo sonó.

«¿Qué es todo esto? Recuerdo este día con perfección; después de la sonada…», recordé y corrí hacia la entrada del palacio, allí se detuvo una carroza imperial y de esta me bajé yo, es decir, mi yo del año ciento treinta y uno en la época La Evolución; cuando tenía solamente treintaiún años. Caminé con la cabeza baja y con los hombros y algunas partes de mi cuerpo cubiertas de sangre, habíamos ido cinco personas especializadas en el arte de la guerra cuerpo a cuerpo; con armas de larga distancia y también en la lucha elemental y de estas solo hui yo. El emperador se acercó a aquel Ilan de esa época, que se encontraba deprimido por lo mucho que sufrió y le  pidió que hablara acerca de lo que sucedió allá. Pero jamás lo dejó ingresar al palacio.

—Era más que un brote de oscuridad; ya todo el pueblo estaba infectado y no había manera de curarlos. Nos superaron en número y en fuerza, podían darnos batalla y luego de tanto forcejeo de nuestra parte. —La voz se quebró por parte de ese Ilan, esa versión mía que murió hace muchísimo tiempo—. Comenzaron a asesinar a cada uno de mis compañeros sin piedad alguna; algunos eran descuartizados y otros se los devoraban vivos… tuve que hacerlo, Su Majestad, destruí todo el lugar con la habilidad de absorción. 

Mark subió la cabeza de Ilan para poder observarlo francamente a los ojos; le dedicó una muy leve sonrisa y elogió:

—Lo hiciste bien, es mejor que te tomes un descanso de todo lo que sucedió. Quedas exento de tus cargos durante una semana, libera todo ese peso  —aconsejó el emperador y después se fue de allí.

Cuando parpadeé me encontré en el mismo sitio, solo que la plebe y parte del clero pedía justicia  a las afueras de los límites del castillo que rodeaba el palacio. Tenían antorchas; espadas; hachas y lanzas, querían tumbar las paredes. Me acerqué poco a poco a una de esas personas y sus ojos estaban extrañamente rojos, entonces dirigí la mirada hacia arriba donde estaba Gyran, efectuaba su elemento para controlar las mentes de esas personas. 

Entonces del palacio el emperador salió Ilan quien parecía estar demasiado gris; cuando las personas vieron el rostro de él comenzaron a gritar y le exigieron muerte:

—¡Asesino!

—¡Ya hay cura y tú los mataste!

Entonces, todo el plan de ambos me llegó a la mente y pensé: «Esto fue lo que idearon, colocarme al borde del colapso y hacer lo mismo que hice con el pueblo. Los maté a todos y me convertí en anoah después de eso», después todo fue blanco. 

(...)




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