Caelestia Lunam

Capítulo 8: MONZÓN (Parte III "Intervención lunar")

Parte 3 “Intervención lunar”

La armada era menos imponente de lo que creímos que sería, contando a los hombres que habíamos derribado a nuestra llegada el conteo final revelaba un total de cincuenta miembros. Más de la mitad yacía en el suelo, el problema era que los desafíos reales ahora yacían frente a nosotros en una apretada línea que casi ocultaba detrás a la silueta femenina, la culpable de todo aquello.

—Podemos evitar esta lucha si el último aeroquinético se entrega. Las malas decisiones han llevado siempre al declive de los valientes y no creo que quieras sufrir las consecuencias de ello, Archangel. — La voz del pelirrojo solo pone a correr mi sangre con más velocidad, pero por suerte la presencia de Seth a mi derecha me ancla al suelo.

— Mis decisiones han sido las correctas, contrario a la doble moral exhibida por aquellos que deberían proteger al pueblo pero lo han masacrado los últimos meses. Mi padre e incluso tu hijo no están aquí ahora, y ello no ha sido por mis decisiones, ha sido por la inmensa codicia del reconocimiento.

La mandíbula del comandante pelirrojo se aprieta mientras sus manos sujetan la larga espada atada a un costado de su cadera. Una nueva forma se mueve cerca de mí, haciendo un desenvaine también al tiempo de ponerse en guardia.

— Cubriremos tus flancos, ve por el general. — Thaliel volvía a sonar demasiado maduro para su edad mientras una nubecilla etérea y verdosa le rodeaba el cuerpo y la espada.

— Procura no fallar. Todos son profesionales y en pelea limpia no resistiremos mucho. — Mi vista va hacia Seth quien mantenía la mirada perdida en el cielo.

Lentamente la bóveda sobre nuestras cabezas adquiría un tono oscuro más profundo, pronto la noche sería total y la luna azul brillaría con todo su esplendor así que prevengo ello colocándome la capucha de la gabardina sobre la cabeza. La pausa se prolonga un poco más cuando Caelestia se sujeta a los pliegues de mi ropa, haciéndome del conocimiento de su presencia.

— No mueras, ¿Si?

— Lo intentaré. — Mis palabras audibles atraen la atención de Seth solo un segundo antes de que mi cuerpo exhiba una proyección de viento plata, la armada se puso en guardia y entonces nuestra última batalla se desató.

Mi camino hacia el comandante no resultó sencillo, sabía que las palabras de Seth eran ciertas y que por primera vez estábamos tratando con verdaderos profesionales y no solo reclutas emergentes, pero aquello me superaba. Las manipulaciones eran soberbias y la velocidad de estas vertiginosa. No han transcurrido ni siquiera cinco minutos desde el inicio cuando mi rostro está nutrido de cortes y he tenido que usar mi recaudo de trucos para huir, esconderme y moverme a velocidad.

El arma más poderosa que poseíamos en ese momento eran las manipulaciones ectoplasmáticas para paralizar, ejecutada por todos los poseedores de tal don desde las reservas sobre los tejados, aunque con la emergencia pronto tuvieron que bajar de ahí para ayudarnos en primera línea.

Había que admitir que la sorpresa real fue ver la transformación demoniaca de Farah, cosa que había ocurrido en contadas ocasiones durante las cruzadas. Su gran cuerpo y sus fauces descolocadas partieron a cuanto hombre en armadura estuviera delante de ella hasta que un disparo certero le dejó inconsciente y sangrante a un costado de la batalla.

— ¡Archangel! — El grito de advertencia venido de Seth apenas y me dio tiempo a moverme para evitar un zendo proyectil energético que lastimó el cuero negro de la gabardina —. ¡Concéntrate! — Yo asiento y me lanzo en nuevas manipulaciones vistosas, rápidas, letales, pero ninguna consigue alcanzar a mi blanco principal.

Uno a uno los catorce miembros del último escuadrón del arte de la guerra van cayendo hasta que solo quedamos seis jadeantes figuras delante de un cansado pero firme frente de diez hombres, contando al comandante.

— Creo que es hora de finalizar esto, ¿No crees?

— En definitiva — Las voces de Seth y Thaliel sonaba agitadas, ambos habían resistido en formación delantera hasta el momento y en aquel repliegue defensivo se habían dado un descanso. Los ojos del menor fueron hacia mí mientras hacía tronar la articulación de la muñeca.

— No vayas a fallar, por favor. — No sé a qué se refiere, y en realidad no sé si quiero enterarme, pero ni él ni Seth me están pidiendo autorización.

La energía se arremolina alrededor de ambos de manera distinta, vistosa y peligrosa, atrayendo la atención de la armada algunos segundos más tarde de lo debido. Las manos se Seth describieron algunas catas cortas, extrayendo la energía ectoplasmática de las docenas de miembros de la armada derribados por el suelo. La masa amorfa se unió lentamente, dando origen a un frente de bestias de distintos tamaños y formas, de contextura variable y fauces que iban de las pequeñas a las descomunales.




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