Caelestia Lunam

Capítulo 10: HURACÁN (Parte II "Plan de respaldo")

Parte 2 “Plan de respaldo”

El silencio que siguió de aquello fue avasallador, solo el murmuro del aire gélido corriendo entre los pilares hizo algo de eco entre las miradas de los seis que estábamos de pie y los pocos que estaban conscientes en el suelo, siguiendo aquella escena con atención.

— Entonces, creo yo, que tenemos un problema muy grave. — Celam es quien termina atrayendo las miradas de todos, cruzada de brazos al lado del padre de Lycaios —. Laetita no matará, Caelestia tampoco y yo no estoy de humor para deshacerme de él. — La media sonrisa del comandante denotó que aquello, venido de la albina de cabello crespo, era todo un halago.

— No podemos volver a la diosa luna de esta manera. Además, Lita…— La voz de la de ojos Aguamarina al lado de Seth se ahogo mientras su mirada vagaba hasta los cuerpos tendidos uno sobre el otro a varios metros de donde yo me encontraba.

— ¿No hay otra solución? — A pesar de ser firme y autoritaria en esta ocasión la líder de aquellas espíritus denotaba una nota de preocupación que realmente era de llamar la atención.

— Si, puede que la haya. — Los ojos aún húmedos de Caelestia estaban clavados sobre la plancha de mármol donde la luz celeste golpeaba, sus facciones ausentes y su silencio posterior a esas palabras nos hacen ver a todos que realmente tenía una idea —. Debemos concluir el hechizo de Caelestia Lunam, sin llevar con nosotros a los aeroquinéticos.

Tanto Laetita como Celam abren bastante los ojos y se miran la una a la otra con horror sin que nadie además de ellas comprendiera que era aquello tan terrible que reflejaban sus rostros después de las palabras dichas por Caelestia.

—Los aeroquinéticos no debían permanecer en este mundo, no se nos permitirá cerrar el hechizo si no están muertos — Objetó temerosa Laetita, sujetando posteriormente el brazo de Seth.

— No pediremos autorización a la diosa Luna, haremos un cierre forzoso, nuestro poder bastará.

— Nuestro poder bastaba, Caelestia. Lita está muerta, solo nosotras tres no conseguiremos sellar el hechizo. — Caelestia apretó los labios ante las palabras de Celam y permaneció el silencio varios segundos, dejando que sus ojos fueran de nuevo quienes encontraran una solución.

— Pero podemos sustituir a Lita con alguien más. — Los ojos de las otras dos albinas siguieron lentamente la trayectoria de la mirada de Caelestia hasta encontrarse con la silueta inconsciente y magullada del peliplata presente: Aiden.

Celam no esperó nada ni a nadie y solo emprendió sus pasos en dirección a Aiden, con miras de hacerlo reaccionar, aunque no sabía bien como harían que él colaborara en algo con ellas, necesitarían ofrecerle algo a cambio y dudaba que a aquellas alturas el precio de soborno para el peliplata fuera bajo.

— ¿Tiene que ser justamente él? — Preguntó Seth con una nota de desprecio en su voz, mirando con los ojos entrecerrados en dirección al cuerpo inconsciente del Aiden.

— Él es un espíritu, corrupto, pero lo es. Necesitamos de sus habilidades para culminar el hechizo de buena manera.

— Pero, ¿Realmente nosotros no podemos hacer nada? — La pregunta del comandante hace negar con la cabeza a Caelestia mientras su vista gira hacia él.

— Lo único capaz de revertir la magia lunar es la Aeroquinesis. De todos los dones dados a los hijos de la luna ese siempre ha sido su predilecto. El viento es capaz de viajar entre mundos y traer información y conocimientos, por sobre cualquier otro don la manipulación del viento es versátil, libre, sin un límite real. Es la única forma de llegar a la diosa luna. Debe ser un aeroquinético, debe ser Aiden.

Parte de mi debe reprimirse de chasquear la lengua. Al final el ojiazul tenía el protagonismo que siempre había deseado, era una especie de elegido y un estandarte que ahora serviría para salvar las vidas que él no había tenido culpa en condenar a cambio de su beneficio personal. Desde cualquier perspectiva me provocaba rabia.

Después de un par de buenos tratos, y unos cuantos malos, Aiden reacciona lentamente, llevándose la mano diestra a la nuca para buscar una posible herida que no está ahí, topándose solamente con el abultado vestigio de el buen golpe que se había llevado.

— Pedazo de bastardo

— No hay tiempo para maldiciones infantiles, Aiden, necesitamos tu ayuda. — Los ojos del peliplata se abrieron de golpe cuando escuchó la voz cercana que la hablaba, mirando estupefacto a quien podría ser fácilmente familiar suyo ponerse de pie.

— Eres quien empujó a este mundo y sus habitantes al borde crítico al que la diosa luna quería someter a sus hijos, pero por sobre todo eres un espíritu lunar hecho hombre, ¿Te darás el honor de corregir tu existencia y salvar a aquellos que debes ser salvados? — Las palabras de Celam son abstractas pero bastante directas. Una vez dicho aquello Aiden se tambalea para ponerse de pie, con la vista baja y una mueca pensativa que persiste hasta que su rostro se levanta, mirando fijamente a su contraria.




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