Caelestia Lunam

Prólogo

Los ojos cerrados, la luz carente, todo en silencio. Contemos del diez al cero y cuando alcancemos el último número te pondrás en ese estado que hace falta para verdaderamente ver: Vas a soñar.

Las leyes y barreras físicas no te encarrilan mas, no te restringen, no te atan, y como todo ser humano cumples la fantasía prohibida de volar. El suelo y las luces se alejan mientras la velocidad del ascenso provoca un cosquilleo en tu abdomen, para cuando quieres medir alturas los diminutos puntos que danza bajo tus pies están demasiado lejos y cielo oscuro ya no parece tan místico ni hermoso; Ahora te sonríe de forma torcida, como fauces abiertas esperando que estés lo suficientemente cerca para dar un bocado.

La lógica no funciona, ni las referencias científicas ni cinematográficas te preparan para cuando tu ascenso deja detrás, con demasiada facilidad, al planeta tierra. Todo es negro, todo es una oscura tela inmóvil que guarda destellos luminosos a cada cierta distancia. Aquel espacio adquiere dimensiones colosales y tú te limitas a estar ahí, errante, sin poder mover tu cuerpo y sintiendo como todo se cierne en torno a ti y te aplasta.

No hay voluntad en tus extremidades o contracción en tus músculos pero tu cuerpo comienza a moverse, y no hacia adelante donde la seguridad de tus ojos ofrecen cobijo y consuelo, no, te desplazas de espaldas como si tu cuerpo adquiriera altura formando una perspectiva imposible del negro a tu alrededor.

Te alejas más y más, elevándote, sin tener la facultad de pedir parar hasta que tus ojos son capaces de distinguir entre los tonos de negro las formas delante de ti que susurran en imágenes aquél secreto custodiado por el anonimato.

La columna, una columna enorme corre de forma vertical delante de ti como una torre que no tiene ápice ni base.  Aún tienes la vista en la burbuja cristalina que guarda dentro de si los colores celestes del universo del que has salido, pero pronto tu vista enfocará las cientos de pequeñas esferas con el mismo aspecto que están sobre y debajo de ella, formando la columna en toda su infinita extensión. Mundos, mil mundos. El multi-universo.

No importa si has notado o no una esfera en particular entre el mar de cristalinos contenedores, tu cuerpo aún sin responderte comenzará a acercarse a la columna, haciendo que el resto del negro parezca relativo mientras tus ojos se sumergen más y más en la esfera hasta ahora desconocida. En las titilantes luces ordenadas que forman constelaciones y estrellas quemándose, dejando un espectáculo de color en torno a un punto central. ¿Qué era? Tus ojos no engañarían, no así. Era un planeta.

Apenas el pensamiento te tocara estarías precipitándote a una velocidad vertiginosa, en caída libre y apenas notando el negro zumbando a tu alrededor mientras te aferrabas a seguir con el sueño —Si sigo cayendo voy a despertar. No quiero despertar. — Tu voz y pensamientos se conectarían mientras dejas detrás el negro pintado de colores chispeantes para dejarte maravillar por el azul, un azul abrumador.

Las aguas que se movían perezosas profesaban un claro azul verdoso que solo habías visto en el mar Caribe, pero aquí el color lo pinta todo, el agua clara deja ver algunos metros desde la superficie antes de perderse en el propio efecto de profundidad que le hace parecer no tener fondo ¿Y quién sabía si lo tenía?

Te desplazarías por el cielo, sintiéndote volar de nuevo y recibiendo una brisa dulce que sustituye a la salina esperada mientras enfilas hasta posicionarte sobre lo único que rompía el azul en ese mundo; La colosal extensión de tierra irregular tenía un aspecto arriñonado voluptuoso que guardaba en su superficie sendas y claras divisiones de color que contrastaban con el inmenso mar.

La parte superior, la tercera franja, estaba teñida de un blanco perla incorruptible. La parte media, la segunda franja, guardaba un color cambiante de verdes y naranjas oro. Por último estaba la parte baja, la primera franja, que se teñía de un árido color marfil y café.

¿Qué era aquello? ¿Qué era este mundo, qué sentido tenía verle? Tus preguntas se responderían con una nueva caída. El suelo estaba cada vez más cerca, peligrosamente cerca, y tu cuerpo con la voluntad de un muñeco de trapo se destrozaría con el impacto, eso sería lo más natural. La segunda franja recibe tu precipitación hasta que algo te hace frenar a poco menos de dos metros del suelo adoquinado con pequeñas baldosas de roca gris veteada de negro, la voluntad vuelve a tu cuerpo, tus acalambradas extremidades se mueven y tú suspendes el vuelo para contemplar la calle pululante de gente donde ninguna parece verte.

Marquesinas que no entiendes, olores que desconoces, objetos que no recuerdas. Todo era confuso, más aún cuando te enfilas a caminar sobre las baldosas ásperas enfocando así el rostro de los transeúntes.

Un hombre de piel morena con varios colgantes al cuello y los ojos hostilmente rojos, otro que de un segundo al siguiente transforma su mano de piel a lustroso y brillante material negro con aspecto de joya, al fondo está una mujer que parece tener la intención de confundirse con la pared mientras bebe de una ánfora, ocultándose a sí misma en la inmensa capa que le cubre desde los hombros hasta los talones.




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