"El tifón es un viento extremadamente fuerte consecuencia del giro del aire alrededor de una región de baja presión. Es, de forma visible, una nube de forma cónica que se eleva desde la superficie de la tierra o del mar por efecto de un torbellino y gira rápidamente sobre sí misma."
Parte 1 “Más alto, más fuerte”
No existía alarma que avisara la hora en la que había que levantarse pero con el pasar de las semanas mi mente calibró la forma y momento en que debía abrir los ojos. Era eso o Caelestia tirando de uno de mis brazos hasta hacerme caer de la litera inferior donde había sido asignado.
Hacía siete semanas desde mi llegada a la academia del arte de la guerra, no me quejaba, al final descubrí que mi elección había sido la correcta pero no por ello dejé de adolecer la primera parte de mi estadía en aquel lugar. Después de la primera noche de sueño reparador la parte de órdenes sencillas para cumplir quedó rezagada al recuerdo de aquella competencia de velocidad y dio paso a verdaderos retos físicos y de poder. Apenas comenzaron los entrenamientos el 80% de los nuevos estábamos extrañando profundamente lo que había sido nuestro hogar.
Recién se había establecido el horario se dejó en claro que no había posibilidad de cambios y que llegar tarde a cualquier lugar supondría un castigo. Todas las mañanas se nos servía un desayuno cargado de pastas y carnes que saciaba perfectamente mi apetito, aunque no era una buena idea llenar el estomago al límite a sabiendas de que las siguientes tres horas y fracción tendríamos un extenuante entrenamiento físico que no permitía el uso de poderes.
Tras un breve descanso en el que muchos, sobre todo las dos chicas del grupo, vomitaban el desayuno íbamos a las pruebas de armamento de tiro, sesión que se ligaba con el armamento de mano. Se nos permitía comer y volvíamos a un nuevo entrenamiento físico, esta vez con más calibre de arte marcial y gimnástico, aunque ese último jamás me agradó del todo.
Un nuevo descanso para echar fuera las sobras del desayuno que quedaban en el estómago y el grupo se fragmentaba para atender las sesiones particulares de adiestramiento para las habilidades. Cada semana había una demostración individual en la que podíamos enterarnos del progreso general de los otros seis.
Lycaios era el único hechicero tribal del grupo por lo que no podíamos comparar sus exhibiciones con nadie más (que era el caso de la mayoría del surtido grupo de nuevos cadetes). Sus entrenamientos estaban cargados de meditación dado que así su don lo requería. Con el tiempo se nos explico que la hechicería tribal se basaba en la manipulación de energía y espíritus para crear un sinfín de efectos tales como sectores antigravitatorios, quemaduras con ráfagas de energía, asombrosas cualidades curativas, metamorfosis animal, teletransporte o poderosos escudos. Cada demostración era una sorpresa para la mayoría.
Aiden y Kinné eran las dos personas que ostentaban el don de piel preciosa. Sus demostraciones eran regularmente aburridas puesto que lo único que el engreído ojiazul y la chica pelinegra hacían era transformar su cuerpo en material sólido y demostrar su fuerza a golpes, modelar estruendosos proyectiles sólidos y destellantes salidos de su cuerpo o moverse con gran agilidad a pesar de su peso. Lo único interesante fue la primera vez que Aiden transformó su piel en piedra aguamarina verdosa y Kinné en un ónix inmaculadamente negro.
Seth, el mayor de todos, siempre callado pero demasiado cerca de Aiden era quien poseía el don del control ectoplasmatico en el grupo. Sus habilidades estaban pobremente desarrolladas pero en pocas semanas consiguió callarnos la boca a todos. Era un magnífico telepata, un rastreador infalible, poseía su sello personal al crear proyecciones energéticas en forma de dardos paralizadores y, además, su última proeza había sido la capacidad de no solo manipular si no extraer el ectoplasma de cuerpos ajenos para modelarlo en forma de un surtido de bestias.
La Necroquinesis la representó Thaliel, un chico de apenas quince años que poseía un dominio demasiado bueno de sus dones. No solo podía charlar con facilidad con almas muertas si no que podía injertarlas en cuerpos y manipularlos a su antojo, proyectar energía espiritual explosiva, una habilidad creciente para poseer los cuerpos ajenos aún cuando estaban vivos y el invoque de un séquito de almas muertas que siempre hacían descender la temperatura de la habitación.
Farah era la segunda chica del grupo, una rubia cobriza de ojos similares a los de Aiden que sorprendió cuando su apariencia no encajaba con el don de la orden del infierno. Todo cobró sentido cuando demostró sus habilidades mentales para el engaño acompañadas de una versión demoniaca de sí misma en la que su cuerpo se transformaba en la de una curvilínea mujer de piel roja y cuernos pronunciados. Manipulaba energía mística, creaba fuego con un solo chasquido de sus dedos y podía encerrarse a sí misma en una barrera en forma de burbuja que era casi impenetrable.
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Editado: 14.01.2019