Caelestia Lunam

Capítulo 2: TIFÓN (Parte II “Palabras de la realeza”)

Parte 2 “Palabras de la realeza”

El comedor estaba atestado de cadetes, entrenadores y generales quienes disfrutaban de la última comida de la jornada. Para Lycaios y yo aquella era la mejor de todo el día dado que no teníamos entrenamientos posteriores y podíamos atiborrarnos de todo lo servido sin culpa o límite alguno hasta que simplemente nos recargábamos en los respaldos de las sillas, bebiendo los restos de las bebidas a pequeños sorbos.

— ¿Has tenido noticias de Nana? — El pelirrojo veía aún con codicia los bollos rellenos de queso mientras formulaba la pregunta, cosa que me causa una sonrisa.

— Ayer por la noche me ha enviado un mensaje. Ha dicho que la armada está en la segunda franja. — Hago una pausa mientras yo cedo a la tentación que me genera la gula de Lycaios y tomo uno de los bollos, mordiéndolo antes de volver a reclinarme en la silla.

— No entiendo que pueden estar haciendo ahí. — Lycaios sigue el curso del bollo en mi mano antes de también tomar uno y poner su vista en un punto muerto —. Se supone que estaban en la tercera franja ¿No? Por el asunto de los necroquinéticos que encontraron bestias ancestrales en los glaciales. — Yo asiento mientras doy otra mordida al bollo, sin dar una respuesta inmediata.

La armada era el grupo élite del arte de la guerra, un escuadrón al particular servicio del consejo de los altos quienes se encargaban de las misiones con más peso político y social, no siempre las más peligrosas. La segunda franja, donde había vivido siempre, era la próspera capital de Bleedom. El clima siempre era cálido y delicioso, los campos podían sembrarse y la mayoría de las urbes de intercambio así como el palacio de los altos se encontraban ahí. Pocas veces se reportaban problemas dentro de la franja puesto que para todos era una zona segura en la que cualquiera podía encontrar reposo.

Al sur, donde nos encontrábamos, la primera franja se extendía en amplias dunas de un árido y caliente desierto en el que pocos se asentaban, un territorio hostil y peligroso solo codiciado por los materiales preciosos que podían encontrarse entre la arena. Por el contrario, al norte se encontraba la tercera franja, una amplia extensión de picos nevados y glaciales que muchos marginados y rebeldes a las decisiones de los altos escogían como hogar.

— Si tienen tantos líos en la tercera franja no entiendo que hacen en la segunda. — Digo al fin provocando un suspiro por parte de Lycaios quien con un último mordisco acaba su bollo. Él tenía más razones para preocuparse que yo, su padre era un miembro actual de la armada y si algo andaba mal en la segunda franja podía suponer un riesgo alto para él, pero nadie parecía saber nada, cosa que se confirmó por los cadetes con aptitudes telepáticas.

El comedor era un enorme rectángulo donde una de las paredes del largo estaba ocupada por una barra donde se disponían las canastas y charolas con los distintos cubiertos y platos a cada hora de servicio. El resto eran mesas circulares y cuadradas de distintos tamaños para ajustarse al número de cadetes que se encontraran para comer juntos.

Las mesas mas grandes regularmente se ocupaban por los entrenadores y generales quienes hablaban y reían entrechocando los tarros de cerveza blanca, bebida prohibida para los cadetes. Lycaios y yo siempre tomábamos una mesa circular cerca de ellos donde podíamos enterarnos de una o dos cosas mientras comíamos en silencio.

Aquella noche todos estaban algo callados y la comida se había esfumado de la barra demasiado rápido, el ambiente se sentía denso y cuando horas antes había conseguido crear el tifón había sentido el aire viciado, con un aroma propio de caos y tormenta.

De un segundo al otro el suave aire que circulaba por el comedor se ve corrupto cuando sus partículas son forzadas a reordenarse. Para mi suena como estática molesta y termino sujetándome le oído derecho con dos dedos para mitigar el sonido.

Si bien ello parece preocuparle a Lycaios no tiene que preguntar nada ya que las pantallas holográficas manipuladas para formarse sin un soporte de base o respaldo se manifiestan por todo el comedor. Aquella manera imitada de otro mundo de transmitir mensajes había sido desarrollada por aeroquinéticos, cuando aún había los suficientes vivos.

Todos guardan silencio y clavan la mirada expectante en la pantalla flotante más cercana, esperando que la estática visual desapareciera para dejar paso a una imagen que probablemente nadie esperaba.

El fondo ponía la inmaculada combinación de rojo escarlata y blanco con el escudo dorado al centro, delante de ellos el consejo de doce hombres y mujeres formados en media luna, los altos, juntaban sus manos delante de su cadera a manera de respeto, todo lo anterior terminaba en la figura central de la imagen: Una mujer de largo cabello negro y ojos de igual tonalidad que vestía un fino vestido de encaje en el mismo tono que la decoración de fondo. Es ella la que toma la palabra con más firmeza de la que podía haber sugerido su aspecto frágil.




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