Parte 2 “Doblete de madrugada”
Dejo pasar algunos minutos después de la partida de Farah, cavilando acerca de lo que sus palabras pudieran tener detrás. Llamé a Caelestia en un murmuro pero la chica no atendió de inmediato. Volví a intentar pasados los minutos y tampoco respondió lo que comenzó a preocuparme mientras la temperatura descendía más bajo el aplomo de la madrugada.
Mis ojos se encontraban perdidos en el juego suave de luces rojizas y negras que hacían los tizones producto de un derrumbe cercano al edificio donde me encontraba cuando un empuje desde mi espalda me hace reaccionar de golpe, sujetándome con fuerza de la baranda maltrecha a la par de permitir a mis manos enguantadas rodearse por sarcillos de viento plata. No tardo en darme cuenta de que aquel sorpresivo empuje no es una hostilidad si no un abrazo que me constriñe las costillas de forma dolorosa.
— Si pretendes fracturarme una costilla, estás por buen camino. — Digo sin girar la cabeza, sabiendo que de todas formas no voy a poder ver a absolutamente nadie.
— Eres un idiota, ¿Lo sabías?
— Si, lo sé. Pero me gustaría que me explicaras que he hecho esta vez para dejarlo en evidencia. — Caelestia apoya su mejilla en mi espalda y relaja un poco los brazos, apenas nada, mientras gruñe por lo bajo a manera de buscar palabras.
— ¿Ella te gusta? — Su voz era apenas un murmuro bajo, uno que no estaba acostumbrado a escuchar—. Me refiero a la rubia, Farah, ¿Te gusta?
Su pregunta me toma por sorpresa, no era el estilo de preguntas que solía hacerme. Con su formulación podía acabar de atar los cabos sueltos que no había sabido identificar después de la breve visita de Farah, pero, ¿Era que realmente la chica tenía un interés sentimental en mí? Si era así, no podía parecerme más desubicado y fuera de absoluto lugar.
Jamás había tenido tiempo para pensar en el rubro sentimental, tuviese la edad que tuviese, siempre había algo que podía captar más mi atención que distraerme en pensamientos que regularmente catalogaba como inútiles. Incluso en aquel momento podría no haberme dado cuenta de las intenciones de Farah de no ser por la pregunta de Caelestia.
—No puedo pensar en eso ahora. — Mi respuesta era sincera pero puedo escuchar a mi compañera gruñir contra mi espalda, quedándose en silencio algunos segundos hasta que su tímido tono de voz vuelve a escucharse.
—Archangel, si pudieras verme ¿Me besarías?
— ¿Qué clase de pregunta es esa? — Mi ceño se frunce de inmediato mientras intento girar para “ver de frente” a mi interlocutora, pero sus brazos sujetos a mi torso me lo impiden por lo que me quedo a mitad de camino.
— Es solo una pregunta, ¿Lo harías? — Suspiro en tono cansado mientras sonrío ladino, sabía por qué preguntaba aquello. Estaba celosa cuando su posición real conmigo era de guardiana y compañera. A veces tenía aquellos arranques en los que solía tornarse demasiado posesiva.
— Tal vez, solo podría responder si llegara a verte. Sigo sin estar muy seguro de tu estatura siquiera, justo ahora podría hacerme ilusiones y terminar besándote un ojo. — Mi tono de burla pronto hace reír a la chica, formándome una sonrisa en el rostro casi a la par, haciéndome bajar la guardia tal y como no tenía que hacerlo.
El zumbido de peso atravesando el aire hizo vibrar mi oído y, al parecer, también el de Caelestia provocando que ambos calláramos de inmediato, poniendo la vista en el cielo para enfocar los puntos rojizos que se precipitaban a toda prisa justo sobre nosotros.
Mis brazos sujetan a Caelestia como pueden para dar un salto ciego y de costado evitando el impacto, dejando que la mitad del balcón se desmorone bajo aquellos proyectiles aplastantes y encendidos en llamas. Aquel era un trabajo en conjunto de un orden del infierno y un hechicero tribal. Caelestia tose mientras escucho como dentro del edificio todos reaccionan, poniéndose apresuradamente las piezas de armadura que solían utilizar o tomando aquellas armas que llevaban con ellos cuando debían prescindir de sus habilidades otorgadas por la luna.
— Quédate cerca. — Murmuro bajo mientras me pongo de pie, enfocando el momento justo en el que una nueva racha de proyectiles son disparados.
El fuego envuelto en un pesado cúmulo de energía llega al punto más alto que puede alcanzar en el cielo y yo realizo un movimiento limpio con las manos para crear la fina cuchillada de viento acero que destruye a todos y cada uno de los proyectiles, enviando el fuego sobre las ruinas y restos de ciudad por sobre los que ahora marchaba una división de caza cortesía de la armada.
— ¡Archangel! — La voz de Lycaios me llega desde dentro, suena apresurado y dado el ruido de los pasos a mis espaldas más de un escuadrón se estaba reuniendo.
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Editado: 14.01.2019