Caelestis Ignis. Donde todo comenzó

CAPÍTULO 35 / Parte final

Mientras Alexa, y Evan se encaminaban en su travesía hacia el campamento militar de los brujos, dentro de su propia fortaleza se armaba una revuelta.

  Nathaniel había dado la orden de atacar. Así, desquiciado. Corriendo desnudo, diciendo que su hermana le había robado todo lo que él siempre quiso, lleno de odio inició la guerra antes del plazo que le habían dado sus contrincantes.

  El único deseo de James era que su muerte no haya sido en vano. Alexa, y Evan fueron transportados fuera de la carpa. Donde una masacre estaba siendo cometida. Meses de entrenamiento para caer tan bajo, pensó Evan. No entendían que estaba ocurriendo. De un momento a otro, el campamento se llenó de feroces lobos.

  El pueblo Combatiente se encontraba desarmado cuando los lobos atacaron al amanecer.

—¿Qué sucede?— preguntó Alexa, aún mareada. Los portales resultaban ser un fastidio para quienes no acostumbraban a usarlos. La muchacha no podía enfocar su visión. Se tenía del fuerte brazo de Evan, quién tampoco estaba mejor.

—No lo sé...— respiró profundamente, e intentó no caer.— Creo que Nate dio la orden de atacar...

—¿Qué? Pero... ¿Cómo es posible?

  Los hombres lobo nobilis despedazaban con sus grandes colmillos los cuellos de los pequeños niños que Alexa antes había visto corretear. Animales enormes y peludos, asustaban a los guerreros más formidables. No paraban de llegar, más y más lobos al pequeño campamento. Comenzaron a salir brujos combatientes detrás de portales, y los primeros lobos comenzaron a caer. Se oían aullidos de dolor, y sufrimiento.

  Los arqueros desde las copas de los árboles, lanzaban flechas con explosivos que aturdían a los lobos, y los cegaban. Con levares se movían, de una copa a la otra. Se veían halos de luz entre la oscura maleza. De dentro de las carpas, los guerreros más mortales con sus largas lanzas, las clavaban en los pechos de los más formidables lobos.

  Los lobos, rugían y despedazaban cuellos. Arrancaban manos, piernas de cualquiera que se les cruzara. Saltaban encima de cualquiera, y comían sus entrañas sin piedad mientras sus víctimas gritaban que por favor pararan.

—¡MIERDA!— rugió Evan, y con Alexa se escondieron dentro de una carpa que encontraron.—¡MIERDA NATHANIEL!— rugió nuevamente.

—¿Qué crees que haces?— inquirió Alexa.—Debemos salir a luchar...

—No está bien. Esas personas, esos brujos, esos niños... estaban desarmados, Alexa. No lucharemos ésta guerra... No así. Ésto fue una estupidez, todo lo fue. Y sobre todo, creer que teníamos el control sobre algo cuando él siempre nos manipuló como quiso.— ella rió sin ganas.— ¿¡QUÉ ES LO QUE TE CAUSA TANTA RISA, ALEXA?! Por dios, están muriendo allí afuera criaturas como nosotros...

—Que creías que tenías el control... ¿Cuándo?¿CUÁNDO PODRÍAS HABER TENIDO CONTROL SOBRE ALGO SI ESTABAS REVOLCÁNDOTE CON SARAH? IDIOTA. ¿CREES QUE DE UN DÍA PARA EL OTRO LLEGAS, Y DAS ÓRDENES, Y NATHANIEL LAS ACATA?

—Seré un idiota, pero sabes que ésto así no es. Y debemos hacer algo para detenerlo.— el sudor caía por su frente. Su corazón latía a mil por hora. Los ruidos de afuera tensaban sus músculos. 

—Dentro de unos minutos, alguien ganará, Evan. No importa quién, pero si nos mantenemos aquí, viviremos. Y nos iremos. Con lo que tenemos puesto, y abandonamos este maldito lugar. Y de una vez por todas, no nos veremos las caras nunca más en nuestras vidas. Porque ésto estuvo mal, desde un principio. — sentenció ella, de una manera frívola.

—Por todos los ángeles, Alexa...— dijo él, y por primera vez en su cara, destellaba un sentimiento. Uno, que ella reconoció al instante. Evan estaba horrorizado.— Tú no eres así...— Decepcionado.— Tú luchas... ¿Por qué ya no luchas?— Evan, por primera vez en toda su existencia, había sentido como su corazón se rompía al desconocer a la persona que amaba en secreto.

—Yo, Evan, aprendí a luchar sólo por mí.— las lágrimas querían salir, pero las contuvo. Se convenció de que era la conmoción de haber perdido a James. Pero sabía que de todo el dolor que la carcomía por dentro, ese no era el mayor.

  Los ruidos de fuera, indicaban que la guerra había comenzado. Los lobos perdían terreno. Los brujos combatientes tenían más resistencia, y además tenían el campamento de sanidad allí dentro. Nathaniel había cometido el más grave error, y fue entrar en terreno desconocido. El ejército combatiente, luego de tener varias bajas, se organizó con mucha agilidad. Algunos abrían levares, dónde un gran contingente se metía, y salían armados. Mientras los arqueros aturdían, y enceguecían a los lobos, quienes confundidos se desorganizaron. Nathaniel, se ocultaba tras la torre del homenaje. El pelotón tres de sanidad, trabajaba con lo que podía, en el medio del bosque... sin embargo, los habían detectado y ya comenzaban a tener las primeras bajas. Katharina en conjunto con sus soldados más rápidos recorría el campo de batalla, y llevaba a aquellos jóvenes que aún tenían salvación. Esquivaban flechas, lanzas.

  Harvey, se había ocultado en la gran fortaleza, con aquella dulce niña. Max lo buscaba en el campo de batalla. Jules, no se separaba de su hermano mayor. Samantha, corría hacia donde se encontraba Nathaniel.

  De pronto, comenzaron a oírse bombas caer. Era la rebelión. La rebelión de los caídos. El sonido de helicópteros se hizo presente. La joven salió un momento de la carpa donde se ocultaba, y de uno de los levares que ocupaban el cielo, salía Tori. Su protector. Su amigo. Su hermano... era literalmente, su hermano de sangre. Con su cabello color fuego... que ahora al parecer se lo había dejado crecer, y lo ataba con una trenza que parecía la cola de un dragón. Y, sus grandes ojos violetas. El corazón de Alexa, se estremeció. No podía ver morir a alguien más de su familia... Evan la siguió.

  Una bruja combatiente, salió de un portal detrás de un halo de luz violeta, y con un grito de guerra le intentó clavar una lanza de plata. Pero él, la detuvo tomando su arma por la punta, y lanzando a la mujer unos cuantos metros lejos. Partió la lanza en dos, y rugió. La joven loba no esperó a ver el espectáculo de Evan, sino que se lanzó a correr dónde vio más tumulto de gente. Bombas caían a sus costados, y le hacían retumbar sus oídos. La tierra volaba, y salió disparada hacia otro lado luego de que una bomba cayera donde ella estaba.




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