Café Amargo

Capítulo 6.

Sábado, 11 de Abril de 2015.


   Tarde.

 

 

 

   Era sábado y Daniel no tenía nada que hacer. Sus deberes estaban hechos, sus padres estaban fuera de la ciudad por asuntos de su trabajo, y debido a sus recientes diecisiete años habían optado por despedir a la niñera. Él tenía completa libertad para hacer lo que quisiera, sin embargo había un problema; no tenía amigos. No era que le costara hablar con los demás, era simplemente que jamás se había molestado en entablar amistad con alguien, además de que sentía que era muy distinto a las personas de su edad, y prefería gastar sus días solo pero haciendo cosas que le gustaran. La única amiga que tenía, si podía llamarla así, era la señora Nahles, y estaba perfectamente bien con ello.

   Aburrido y sin nada que hacer, Daniel decidió que no era mala idea pasar un rato al aire libre, así que agarró sus llaves y salió del edificio.
   Las calles estaban tranquilas, y la puesta de sol le daba un color anaranjado al paisaje. Le agradaba.
   Estaba a una cuadra de llegar a la plaza cuando la señora Nahles lo llamó desde la distancia con un alegre tono de voz.

   — ¡Daniel! — Instintivamente se dio la vuelta y le sonrió al verla. Se acercó.

   — Señora Nahles, ¿Cómo está? — Ella rió.

   — Tan bien como se puede estar con este andador. — Antes de que él contestara, ella lo interrumpió. —  Te dije que no me llames por mi apellido, llámame por mi nombre, somos amigos.

   — Está bien, Amara. — Ella le hizo un gesto de aceptación. — ¿Qué haces por acá? Vos no deberías salir tanto de tu casa, tenés que recuperarte.

   — No pienso quedarme postrada en ese departamento, no tengo nada que hacer, y puedo manejarme muy bien con este andador. Yo hago lo que quiero. — Daniel sonrió.

   — No esperaba menos de vos, al menos déjame acompañarte hasta tu casa, por favor.

   — Sólo si me acompañas a tomar té, hoy compré tu favorito, té de manzanilla. — Daniel aceptó de buena gana.

   Caminaron juntos las tranquilas calles charlando uno al lado del otro. Daniel disfrutaba de la amistad y la compañía de Amara, y hacía tanto que no pasaba la tarde con ella que le agradeció en secreto su invitación.
   Al llegar al edificio, le ayudó a subir al pequeño y estrecho ascensor mientras él subía por las escaleras hasta el cuarto piso con las bolsas en mano.
Mientras subía los últimos escalones, chocó con alguien.

   — Lo siento. — Murmuró en voz baja Anna, mientras lo rodeaba y hacía su camino hacia el final de las escaleras.

   Daniel la observó irse antes de continuar su camino.

   Al llegar al cuarto piso, vio cómo Amara le esperaba con la puerta abierta. — Adelante.

   Daniel se encargó de cerrar la puerta mientras ella iba a la cocina con su bolsita llena de distintos tipos de tés, era lo único que había salido a comprar. Él rió ante la idea de ella buscando una excusa para salir a caminar. Observó el departamento en detalle y notó que estaba distinto, pero que por sobre todo, la habitación que ella solía tener cerrada con llave y nunca le había mostrado, ahora se encontraba con la puerta entreabierta. No preguntó.
   Se dirigió a la cocina, dispuesto a ayudar a Amara con los tés.

   — Pásame dos tazas. — Le indicó cuando lo vio aparecer por la puerta de la cocina.

   Se dirigió a la alacena donde sabía que ella las guardaba y observó que había varios frascos de café.

   — Pensé que no tomabas café. — Le comentó alcanzándole las dos tazas, ella tardó en responder.

   — Y no lo hago. — Daniel la miró desconcertado.

   —Entonces, ¿Por qué compraste tanto café? — Ella continuó preparando los tés sin siquiera inmutarse.

   — Pásame una cuchara. — Daniel lo hizo, y comprendió que ella no quería hablar del tema.

   Pasaron el resto de la tarde tomando té, charlando y comiendo galletas.



#33760 en Novela romántica

En el texto hay: romance, cafe, amor y conflictos

Editado: 06.01.2021

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