Café Amargo

Capítulo 19.

Martes, 5 de Mayo de 2015.


Mañana.

 

Anna.

 

   Hoy la lluvia aún dejaba su rastro en la ciudad. Las gotas de agua resbalaban por mi ventana cuando desperté y todavía lo hacían cuando la hora en la cual debía salir para el colegio se acercaba. Al final, decidí no ir.
   Até mi cabello tirante, cansada de que cayera sobre mi rostro, y me cubrí mejor con las mantas de la cama, muerta de frío. Mi pequeña aventura de ayer al mediodía me había dejado como consecuencia un leve resfriado, así que ahora Amara se pasa por la habitación cada tanto a preguntar si necesito algo, o si estoy bien.
   Las almohadas se amoldan a mi espalda mientras miro fijamente la ventana e intento reconocer una de las figuras borrosas que se logran percibir a través de ella.

   Es entonces cuando escucho la manija de la puerta y vuelvo la mirada hacia allí. — Voy a hacerme un té, ¿Te apetece uno? ¿O un café? — Le escucho decir con dulzura.

   — Gracias, pero así estoy bien. — Ante mi respuesta, ella asiente y se va, murmurando algo que no entendí.

   Observo la puerta hasta que se cierra y al hacerlo algo que colgaba de la manija cae al suelo. Sin pensarlo hago las mantas a un lado y pongo mis pies descalzos en la madera fría, cosa que me da un escalofrío y que no debería de estar haciendo, pero aun así mis pasos se apresuran y mis manos no tardan en recoger lo que había caído del picaporte; la campera negra de Daniel. Cuando llegué ayer a casa Amara estaba lo suficientemente preocupada por verme empapada como para preguntar de quién era la campera. Al palparla ahora noto que está seca y, en un extraño impulso, decido ponérmela en mi camino de vuelta a la cama. Me queda muy grande, pero es cálida... Y obviamente me recuerda a él.
   Pensar en Daniel me distrae y me emociona por igual, sonrío ante su imagen en mi imaginación justo como estaba ayer, con el cabello mojado, corriendo bajo la lluvia, diciendo boberías... Desearía haberle visto hoy. Pero divagando en mis pensamientos recuerdo el libro de la biblioteca que él sacó para mí ayer en la mañana.
   Busco la mochila a un lado de mi cama, al tener tantas cosas dentro sigue algo húmeda de ayer, pero la abro y dentro de ella rebusco hasta encontrar el libro, a salvo y seco gracias a que estaba cubierto por otras cosas.

   — Jurassic Park, de Michael Crichton. — Leo para mí misma en voz alta.

   Abro el libro y me sumerjo en la lectura por el resto del día, que continúa igual que cuando desperté esta mañana.



#33811 en Novela romántica

En el texto hay: romance, cafe, amor y conflictos

Editado: 06.01.2021

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