El transcurso lento hacia la vida que deseo
Había sido una semana muy complicada, entre los preparativos para la mudanza y el papeleo de la universidad había tenido poco tiempo para descansar, eran las últimas horas que pasaría en casa así que se dispuso a aprovechar esa última noche al máximo y decidida caminó hacia la habitación de su abuela. — Mami, ¿Puedo dormir contigo?
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Socorro quien accedió moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, no habló para no interrumpir su rezo. En cuanto terminó acomodó en la mesita que tenía al lado, el libro litúrgico y el rosario que le sirvieron para orar. Acarició con ternura el rostro de su nieta y moviéndose al costado de la cama la invitó a recostarse. Después de una larga charla entre risas y anécdotas, Socorro dijo.— Hijita, es hora de dormir, mañana va ser un día muy cansado, el viaje es muy largo para llegar a la capital. Cuánto desearía poder viajar contigo pero soy demasiado vieja para estar sentada muchas horas, mi edad ya no me lo permite, solo me toca orar por ti para que llegues sin novedad.
Jessica escuchaba sin pronunciar palabra alguna, abrazaba con fuerza a su abuela y de un momento a otro un sentimiento de tristeza le oprimió el pecho. Era la primera vez que dejaría sola a su abuela por un largo tiempo y alejada a miles de kilómetros. Aún así por muy triste que fuera era consciente que sin sacrificio no habría recompensa. La melancólica noche evitó que pegaran el ojo sino hasta casi de madrugada.
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— Jessi, apresúrate que ya es tarde, muy tarde! —Grito Norma, la mejor amiga de Yesica. Desde fuera de la casa, miraba con preocupación su reloj por el evidente retraso, los minutos se expandía con rapidez.— ¡Jessi!
— ¡Ya voy! — Respondió, revisando que todo estuviera en orden. — Mami, tengo que irme, por favor ora mucho por mí, pídele a Dios que me dé sabiduría y entendimiento para llevar a flote está carrera. ¡Te voy a extrañar mucho! — Se fundieron en un abrazo cálido, el que desearon fuera eterno. Socorro la apresuró, intentando contener las lágrimas para no mortificar a su nieta.
De camino a la estación de buses Yesica y Norma permanecían calladas. En tanto Jessica pensaba « Tal vez lo mejor será rechazar esa beca, estudiar en el pueblo sin tener que descuidar a mamá». Norma la conocía muy bien, la cara de aflicción de su amiga le hizo tomar las riendas del asunto. —¡Todo estará bien! No te preocupes por mamá, voy a cuidarla como ella lo hizo conmigo.
Y una sonrisa genuinamente de alivio se asomó en el rostro de Jessica, escuchar esas palabras fueron como quitarle un peso enorme que le apretujaba el corazón, sabía que no había nadie más en el mundo que amara a su abuela como su amiga lo hacía, el agradecimiento era real, pues Socorro fue la salvación de Norma cuando era una pequeña niña, siendo hija de padres adictos sufrió mucho antes de que su abuela la auxilaria y la adoptará como una hija más sin hacer distinción alguna.
— ¡ Jessi pelea por tus sueños con fuerza, suerte!
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Paso en minutos por ti, la puntualidad es una virtud de los grandes. ¡Aunque sabes muy bien mis verdades intenciones bro! — Decía Rodrigo por el teléfono en tanto reía con malicia. —Necesito llegar antes que el resto del mundo, encontrar el mejor sitio para poder analizar, calificar y valorar que tan agradables están las chicas de ese lugar, solo así podre saber si el castigo de mamá no termina de joderme por completo. Era un muchacho con fama de ser un don Juan sin remedio, pues no solo contaba con un atractivo físicamente impresionante, sino que también manejaba una palabrería seductora que hacía que cualquier chica cayera rendida a sus pies.
— ¡Eres un maldito cerdo! Pero admito que yo también tengo curiosidad. — Se escuchó responder a Sebastián del otro lado del teléfono, mientras soltaba una risa ruidosa.
Unos minutos más tarde, llamaba con insistencia a Sebastián afuera de la mansión para pronto ir al Villarreal. Habían estado charlando amenamente en el transcurso del camino y la atmósfera era ligera, hasta que de la boca de Rodrigo se escapó una ocurrencia. — Llegar juntos va a restarnos puntos, estoy seguro, incluso podría manchar nuestra reputación.— Dijo mientras esperaba que el tráfico se regulará un poco para seguir su trayecto.
— Si lo deseas así, puedo bajar unas cuadras antes de llegar al Villarreal para no "manchar tu reputación" galán. — Amenazó Sebastián
— ¡Ey tranquilo, solo fue un mal chiste!.— Contestó Rodrigo. Aunque el comentario no fue mal intencionado, las palabras de su amigo le hicieron entender que en ese momento no era el adecuado para bromear, así que, intentando calmar el mal genio de su amigo cambio de tema abruptamente.
— Papá me regalo este auto último modelo en compensación por no haber podido convencer a mamá de quitarme el castigó y mandarme a Europa a estudiar, lo único que trata de hacer es evitar contradecirle, me llena de regalos para que yo no me dé cuenta de que le tiene miedo, como si yo fuera un tonto. Por cierto, no creí que tu madre siguiera molesta aún por haberte negado ir al extranjero.
— Claro que sigue en el mismo plan, es la primera vez que no puede controlarme.
— ¿Cuánto más va a durarte el castigó? ¿Por cuánto tiempo más estarás sin auto? Ese hermoso nené lleva varios días sin ver el sol que me preocupa su estado de ánimo.
— No lo sé y también me preocupa, no he podido siquiera acercarme a el y decirle cuánto lo amo. No solo me castigó quitándome el auto, también canceló la suscripción del club y varios sitios que frecuento y como si su rabieta no fuera suficiente terminó por congelar todas mis tarjetas de crédito, han sido días muy duros y difíciles, aun así todo ha válido la maldita pena, la satisfacción por haberle ganado por primera vez a mamá no tiene precio. — Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro y acomodándose un poco más mostró una expresión de paz por su primera batalla ganada.
Editado: 21.11.2025