- Salmos 119
105 Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera a mi camino.
Sintió una punzada de dolor, en el abdomen bajo, cuando despertó, se sentía incómodo, cuando se levantó de la cama y fue al baño se miró al espejo supo que su período había llegado, le había salido una espinilla en su mentón y la mejilla.
Le dio las gracias a Dios por un día más de vida y leyó un versículo bíblico. Entro rápidamente al baño, se dio un baño largo de agua caliente, se lavo el pelo, terminó su baño, entró a la habitación, se puso ropa cómoda, pero acta para el trabajo.
Preparo el café para ella y para su jefe, cuando fue a coger su teléfono vio que estaba apagado, su ceño se frunció, rápidamente se acordó que ayer su teléfono se descargo y no lo puso a cargar, miró la hora en su reloj que estaba en la pared y pensó que por un momento se iba a desmayar cuando vio la hora.
- ¡ Las nueve y media de la mañana!- la chica rápidamente cogió sus cosas ni siquiera tuvo tiempo de llamar un taxi.
La chica fue corriendo por las calles de Seattle, sin importar que las personas dijeran que estaba loca, pero necesitaba llegar rápido a su trabajo era una persona muy puntual y le gustaba mantener las cosas bajo control cuando se trataba de su trabajo.
Entró a su trabaja, y estaba corriendo escucho algunos comentarios que decían algunas chicas muy guapas que estaban cuando ella pasó, entró a la oficina, de su jefe sin tocar.
- Lo siento señor Adrián- dijo poniendo el café en su escritorio- mi teléfono se quedó sin batería, y lo siento de verdad no quería ser in puntual.
El se paro de su silla y fue hasta ella, tenía las manos en sus bolsillo, le regalo una sonrisa.
- No importa, eres humana y en estos cinco años que tienes trabajando conmigo nunca has llegado tarde- dijo- ve al baño y arréglate el pelo que lo tienes alborotado- dijo sonriendo.
Las mejillas de la chica se pusieron rojas de la vergüenza ni siquiera se percató que no se había peinado el pelo antes de salir.
- Gracias señor Adrián- dijo.
La chica salió de la oficina, entró al baño de las chicas y se peino el pelo al final terminó recogiendo en una media cola su pelo.
Saliendo del baño se topo con una de las chicas que había visto cuando entró corriendo a la oficina del señor Adrián.
- Creo que no deberías correr- dijo la chica.
- ¿ Por qué?- en realidad no entendió su pregunta.
- Porque te ves rara corriendo eres un poco gorda.
La chica decidió no responder porque no quería empezar una discusión con una persona ignorante, a demás esos comentarios no le importaba, aprendió que en la vida iban a parecer personas así.
Llegó a su lugar de trabajo y le dio un sorbo a su café, estaba amargo y no tenia leche como de costumbre, juro que le había puesto leche a uno de los café que había preparado.
Entró a la oficina de Adrián, para entregarle unos papeles, el estaba sonriendo cuando ella abrió la puerta, el ceño de la chica se frunció levemente.
- El café está equivocado- dijo.
Se paro de su asiento con el café en la mano cogió los papeles que la chica tenía en la mano y le entrego el café.
- El café con leche es muy malo- dijo sonriendo.
- Oh no el café con leche es lo mejor que hay, es la mejor combinación- murmuró la chica- he confirmado su mal gusto.
- Eres muy hermosa- dijo de repente.
La chica se quedó un momento sin entender lo que él había dicho, pero nunca pensó que él pensara que ella era hermosa eso hizo que su corazón se pusiera contento por unos minutos.
- Gracias.
- No quería ponerte incomoda por mi comentario- dijo serio.
- Su comentario no me a puesto incomoda solo me a sorprendido- dijo.
- Quería saber ¿ si quiere ir a cenar conmigo esta noche?- dijo un poco nervioso.
La chica le regalo una sonrisa, espero tanto tiempo y oro mucho a Dios, para saber si el era el hombre que Dios quería para su vida, aún no podía confirmarlo pero esperaba que él fuera sentía que era una persona muy buena de corazón y muy amable.
- Si, si quiero- murmuró la chica.
- Me puedes dejar tu dirección y paso a buscarte a las siete y media de la noche.
Busco una libreta donde a notaba todas las cosas importantes que no quería que se le olvidara, para que la chica apuntará su dirección.
- Estaré lista justamente a esa hora- dijo sonriendo.
La chica iba a salir, pero sintió que algo se le olvidaba y miró para atrás.
- Se le olvida su café con leche- murmuró entregándole el café.
La chica toma su café y volvió a su lugar de trabajo, no estaba tan caliente como le gustaba, pero no iba a votar su delicioso café.
- Tu no sabes lo que te pierdes Adrián- dijo dándole un sorbo a su café.
Siguió con su trabajo, revisando papeles y entregándole papeles a su jefe para que firmará.
Llegó a su casa a las cinco y media de la tarde, le dio una limpieza a su departamento la cual no dura más una hora, cuando terminó le dio un baño a su gato al cual tenía descuidado y volvió a llenar su recipiente de comida y el otro recipiente de agua.
Miró la hora en el reloj que estaba pegado en la pared y eran las seis y cuarenta de la tarde, aún le quedaba tiempo suficiente para darse un baño y vestirse.
La chica se puso una ropa cómoda, con la cual se sentía bien consigo misma y un maquilla natural como a la chica le gustaba.
Recogió su todo su pelo castaño en una cola bien hecha sin dejar flecos sueltos.
Se volvió a pasar las manos por la tela de su pantalón estaba tan nerviosa que sus manos coteaban el sudor, nunca pensó que volvería a estar tan nerviosa otra vez en su vida.
Se puso a caminar por todo el departamento de un lado a otro tratando de calmar los nervios, pero no podía— y como si era su primera cita en años— la chica estaba tan nerviosa que por un momento pensó que él había cancelado su cita.