La tempestad despierta con la mañana, mis manos ya no existen más, se siente la necesidad en mis ojos de llorar, la nostalgia empaña mi alma y el día está por comenzar.
Entre la multitud , la vista se pierde por el camino, los pensamientos son devorados por lo cotidiano y la voluntad de caminar se disculpa con la necesidad de vivir.
¿Qué sucede si me encuentro perdido?, si no hay esperanzas que persigan los sueños. Mientras viva respirar está de más si no aprendo a querer los días grises, no hace falta un espejo para sonreír, basta con sentir mis manos, percibir olores, apreciar colores y enmendar mi alma con la singularidad y delicadeza del aleteo de la mariposa para suspirar profundamente en este cuerpo que ahora ya no es mío.