Bailaste conmigo aquella noche, en la que nuestros cuerpos eran cómplices de nuestro secreto más oscuro.
Nuestras piernas entrelazadas cuán cordones de zapato.
La respiración exagerada que empañaba las ventanas hacia un exterior que no existía en nuestra cabeza.
Bailaste conmigo con tus besos sobre mis versos, entre mi sueño moribundo y tu futuro jubiloso.
Bailaste conmigo toda la noche, una fiesta de dos palomos en celo.
En un nido, con sábanas en el piso, y corazones ardiendo entre tanta muerte del mundo y calor de la humanidad.
Un fuego impecable entre dos hogueras que al final, se apagaron para siempre.