“Llevo tu corazón en los cordones de mis
zapatillas, entrelazado entre mis pies,
anudados a mi mente”.
Cuando los rayos de la lluvia se llevan la luz eléctrica, las pocas
opciones disponibles para iluminar la oscuridad son: una vela,
encendedor, linterna y tú.
Con todo en negro, solo hace falta sentir
con la mente y el tacto tu cercanía para vislumbrar el camino.
Si un rayo vuelve a sonar, ya no es necesario, porque al caminar por el
asfalto mojado, la calle reluce con tu luz genuina.
Sobre nosotros los faros de luz se vuelven a encender.
Así eres de mágico, espontáneo y natural.
Me vuelves lo negro,
blanco por esa y mil razones más, te amo.