Quiérete, ámate. Ese es el primer paso
Alice Wood
Subimos al segundo piso y caminamos por el pasillo para llegar a nuestra habitación pero con forme más nos acercábamos, una canción que puse en la lista que le hice anoche se escucha más fuerte.
Abro la puerta y me lo encuentro cerrando una mochila mientras mueve la cabeza al ritmo de outside, de Bea Miller.
—Te gustó la canción por lo que veo.
Se gira y me mira serio antes de desviar la mirada.
—Es pegadiza— vale, algo pasa.
—¿Vamos a algún sitio?
—Sí, vamos— apaga la música antes de dirigirse a la puerta.
—Esa canción decía que no quería salir fuera— trato de bromear— es un poco irónico que la hayas puesto antes de salir.
—¿Sabes inglés?— pregunta frunciendo el ceño. Asiento sin entender un carajo.
—Sí, además, la música siempre suelo escucharla en inglés... como habrás podido observar.
Lo sigo por el pasillo y bajamos las escaleras para caminar hasta la puerta de entrada que da a la parte pija de la mansión. Recorremos el frío salón y salimos a la entrada.
Los guardias siguen allí pero nos ignoramos mutuamente mientras caminamos hasta la moto que hay allí aparcada.
—Dos cascos— dice Becher en dirección a los guardias, uno de ellos entra en la casa y sale con dos cascos para traérnoslos. Becher me coloca uno antes de colocarse el suyo. Guarda la mochila en un compartimento de la moto y se monta—. Sube.
Obedezco y dejo que me agarre las manos para rodear su torso con firmeza.
Arranca y sale del garaje descubierto para ir a la verja que los guardias se encargan de abrir. Una vez fuera, Becher acelera y dos coches negros estacionados en la puerta por fuera arrancan y nos siguen de cerca. Supongo que son guardaespaldas.
Conduce durante un buen rato por una carretera desértica hasta que llegamos a una curva de la carretera, los árboles cubren todo tras la cuneta y me bajo de la moto cuando Becher se quita el casco y lo copio en la tarea. Un hombre que sale de uno de los coches se nos acerca para cogerlos y Becher coge la mochila antes de tomarme de la mano para guiarme por entre los árboles.
Sigue serio y eso es raro, al menos desde que lo conozco. Comienzo a preocuparme de que me haya llevado a la nada ¿Querrá hacerme algo?
Cuando llegamos a un sendero me coge mejor de la mano y caminamos lentamente por él.
—Tienes canciones que expresan la necesidad de sentir algo, que la vida es una mierda y demás. Rompecorazones, masoquismo, depresión, muerte... ¿Tan horrible fueron tus dos experiencias anteriores para escuches esa música? La música que oímos nos representa. Tu color favorito es el negro y, aunque no tiene por qué decir nada, normalmente ese color esconde. Te estás encerrando en ti misma porque te sientes una zorra usada, has pensado demasiado en la muerte y te atrae el masoquismo porque crees que es lo único que te mereces, por eso no te incomoda prácticamente nada tu situación actual, por eso no vas a quejarte por la boda porque en el fondo estás agradecida de que alguien te quiera para algo más que para un polvo mal hecho.
Me quedo sorprendida por sus palabras. Es exactamente lo que siento.
—No te fuerzo para que me lo cuentes, solo quería enseñarte...— llegamos a un lago hermoso, los rayos del sol alcanzan en el centro y hace que el agua cristalina brille— que conmigo no vas a sufrir... al menos no por mi mano. No te conozco por lo que no tengo el sentimiento romántico hacia ti aún pero sé que voy a tenerlo, tu mirada, tu sonrisa, tu coraje... eres perfecta, lo supe desde el primer momento.
—No soy perfecta, estoy muy lejos de serlo— nos sentamos bajo un árbol, admirando el lugar.
—Estás lejos de serlo porque la perfección absoluta no existe pero eres perfecta para mí.
Sus ojos brillan con intensidad al decirme eso.
—Si eso fuese cierto ¿Por qué no te enamoraste a primera vista? Lo que estás haciendo es muy precipitado, si te sale mal estaremos casados, conviviendo sin sentir nada el uno por el otro...
—El amor a primera vista no existe, ganchita. Primero sientes atracción, luego te empieza a gustar y ya luego quieres. Después, si es mucho lo que sientes, llegas a amar. Estamos en el gustar por el momento pero es cuestión de tiempo que quiera matar a todo el que piense mal de ti... te lo digo porque ya me molestan esas cosas cuando se tratan de ti y solo te conozco de hace dos días— ríe.
—Yo... ¿Te gusto?— mi pregunta le hace arrugar las cejas, extrañado.
—Claro que sí, ganchita. Si no, no estaríamos aquí. Cuando te vi proteger a tu amiga me sentí atraído y ahora me gustas— se encoge de hombros.
—Pero... ¿Por qué? ¿Qué tengo de especial?— no entiendo nada y él me sonríe.
—No es qué tengas, sino lo que eres. No tienes cosas especiales, eres especial y ya está.
—Sigo sin entenderlo— él extiende una mano para que yo coloque la mía encima y lo hago entonces la aprieta y se levanta tirando de mí para ponernos en pie girarnos hacia el lago.
—¿Te gusta?— pregunta.
—¿El lago? Sí, es bonito.
—¿Qué tiene de especial?
—Pues... no lo sé.
—No lo sabes porque no tiene cosas especiales, simplemente es especial y por eso te he traído aquí. Me gusta y no tiene nada en especial.
—Entonces... dices que no tengo nada especial— entrelaza sus dedos con los míos.
—Puedes pensar eso, si quieres. Pero lo que trato de decirte es que eres especial y no necesitas tener nada que te diferencia del resto para serlo, es algo que está en ti. Simplemente eso.
Me quedo pensando en sus palabras cuando me suelta y a los pocos segundos lo veo correr en boxers hasta el lago. Salta haciendo una bomba que por poco me salpica.
Sale del agua y sacude su cabeza como un perro. Me sonríe ampliamente.