Cai Becher

Capítulo 12

Lindo sueño...

Alice Wood

Entonces me decido, me elevo apoyada con los codos en el colchón y estampo mis labios contra los suyos de forma brusca. Su reacción es instantánea, me rodea con sus brazos incorporándome. Yo abro las piernas para colocarlas a sus lados y tiro de su pelo con real necesidad.

Es tan embriagante que no sé si puedo sobrevivir a esto mucho más. El que no me toque en esos puntos que sé que controla a la perfección me frustra pero no quiero correr, necesito ir más despacio que con las otras veces.

Sus manos van al borde de mi camiseta pero lo detengo. No llevo sostén.

—No quiero hacerlo, Cai. Quiero ir despacio— él asiente chocando su frente con la mía.

—Está bien, solo déjame sentirte contra mí— pide en un susurro necesitado.

Asiento y me saca la camiseta por la cabeza. Mi espalda se curva hacia atrás para mostrar mejor mis pequeños atributos.

—Perfecta— susurra pegándome contra él para seguir explorando mi boca. Mi pecho desnudo contra el suyo. Esas cosquillas en mis pezones por el suave contacto.

Los dientes chocando, las lenguas bailando... nuestros labios no tienen un ritmo constante pero ambos van al compás de una melodía que solos ellos conocen.

El beso acaba pero nos quedamos pegados el uno con el otro. Su mano acaricia mi espalda de arriba debajo de forma lenta y mis ojos tratan de cerrarse por el sueño que tengo. Escucho su risa mientras nos colocamos en posición de dormir.

Él bocarriba y yo bocabajo. Él bajo mí, mi cabeza en su hombro y su brazo rodeándome para sostener mi cintura, el mío rodeando su abdomen.

Siento que besa mi cabeza y se mueve levemente para pulsar el interruptor de la luz, dejándonos en la oscuridad.

—Descansa, ganchita y ten lindos sueños— susurra.

—Igual tú... Cai...— mi voz es cansada y nada más decir eso me caigo en el paraíso de los sueños.

Estoy en una habitación oscura que no conozco para nada y veo a una yo que no puedo casi reconocer debido a sus múltiples golpes y cortes que ocupan cada parte de su cuerpo visible, que es mucho porque solo lleva ropa interior. Su pelo revuelto me dice que la han agarrado de ahí en varias ocasiones y sus manos atadas a la silla en la que está sentada me da la última pista para saber qué está ocurriendo.

¿Me secuestraron? ¿Me torturaron? Pero... ¿Por qué?

La puerta que hay frente a mi yo torturada se abre y yo no escucho nada cuando un hombre musculoso, alto y encapuchado entra. Sé que está hablando porque su boca se mueve por la abertura que tiene el pasamontañas y mi yo ahí sentada le contesta con expresión de odio.

¿Por qué no puedo escuchar nada?

El hombre llega hasta ella que soy yo y le da una bofetada que le hace girar el rostro violentamente. Observo con horror cómo acaricia su miembro sobre sus pantalones y ella lo mira con lágrimas en los ojos.

No me digas que...

El hombre coge los muslos de la aterrada chica ahí sentada e indefensa y tira hasta que está sentada en el filo de la silla. Entonces él mete la mano dentro de su pantalón y se saca su miembro.

Ni siquiera lleva calzoncillos... ha venido expresamente para eso.

Me desespero al ver sus lágrimas que son mías también y quiero vomitar cuando aparta la tela de su ropa interior a un lado. Ella niega con la cabeza pero él no se detiene. No tiene piedad y yo lo presencio todo. Presencio mi propia violación.

Estoy bañada en sudor cuando siento que alguien me sacude. Abro los ojos para darme cuenta de que es Cai, quien me observa con expresión preocupada.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué está preocupado?

Siento las lágrimas correr por mis mejillas y llevo una mano bajo mis ojos, extrañada porque no sé qué ha pasado. No recuerdo nada ¿Tuve una pesadilla?

—¿Estás bien, Alice?— Alice... esto va en serio.

Asiento con la cabeza, aún confusa y vuelvo a colocar mi mejilla sobre el hombro de Cai.

—Creo que tuve una pesadilla— es lo único que se me ocurre— pero no recuerdo nada.

Besa mi frente y se incorpora conmigo. Lo miro confusa.

—Aún es temprano pero podemos hacer algo que te haga calmarte. Tú creerás que no lo recuerdas pero el sueño está en tu mente y si te duermes volverás allí.

Nos levantamos y miro el reloj de la mesilla de noche. Son las seis y media de la mañana.

Me quedo sentada en la cama mientras él me trae un conjunto de ropa deportiva y me visto despacio. Es cierto que no recuerdo nada pero tengo la piel de gallina. Estoy asustada y asqueada.

Quiero distraerme.

Cuando ambos estamos vestidos salimos de la habitación y salimos al patio para caminar hasta el gimnasio. Está la luz encendida y una vez entramos veo a un montón de hombres entrenar dando puñetazos al aire, a los sacos, a la pera, en el ring. Gente cogiendo pesas, saltando a la comba, bebiendo agua, cansados y demás.

—Es la hora en la que la mayoría de mis hombres entrenan— me informa Cai. Todos se nos quedan mirando cuando se dan cuenta de nuestra presencia. Veo que Clara está entre ellos y recuerdo que dijo que hoy era su día libre.

Cai me toma de la mano e ignora a todo el mundo para guiarme a la estantería en la que están los guantes y demás. Coge una llave de su bolsillo y se agacha para abrir el cajón más bajo que es el único con llave. De él saca unas vendas lilas, mi protector que por alguna razón lo tiene él y unos guantes negros. Pero puedo ver que en el cajón están mis guantes y mis vendas ¿Ha ido a mi gimnasio para cogerlos? Sonrío cuando me los tiende y me coloco las vendas con agilidad y me quito los zapatos. Él se los quita también.

—¿Lista para luchar?— su pregunta me hace sonreír y camino junto a él hacia el ring donde el único que queda es un hombre grande y musculoso pero que, por el contrario, se ve ágil y rápido.



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En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

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