Cai Becher

Capítulo 13

Me gustas

Alice Wood

Me giro y sonrío.

—Boomer— saludo—. Entraré al negocio— me regodeo y me giro hacia Cai para que me coloque el protector pero él niega.

—Oh, vamos, Cai. Prometo que no la mataré de un golpe— el Boomer habla con burla.

—No vas a pelear contra él, ganchita— demanda.

—¿Por qué no?

—¿Ves lo menudo que es?— observo a Boomer mientras escucho a Cai— Aparenta ser débil pero es el que entrena a todos mis hombres, de un solo puñetazo puede matarte y no es una exageración. No voy a permitir que pelees contra él. Al menos no por ahora, primero tienes que entrenarte.

Me engancha de las axilas y me saca del ring pero yo me libro de su agarre sin esfuerzo y le quito mi protector para ponérmelo y subirme de nuevo al ring.

La única persona que me ha logrado vencer han sido mi entrenador y su novia así que creo que me las apañaré.

La campana suena pero Cai entra y se pone delante de mí. Bufo.

—Ni se te ocurra. Ni de coña me voy a quedar viudo antes de tiempo— parece molesto así que le pongo ojitos de cordero.

—Vamos, Cai. Seguro que no es para tanto, además, Boomer me tratará bien— lo miro— ¿Cierto, Boomer?

—Cierto, bombón— me guiña un ojo—. Jamás le rompería una uña a la prometida de mi jefe y mejor amigo. Fíate, Cai— Cai lo mira por un momento antes de volverse a mí, cargarme en su hombro y salir del gimnasio sin quejarse por mis pataleos mientras río a carcajadas.

—Eres muy exagerado, Cai— rio abiertamente cuando me baja al suelo.

—Puedo ser todo lo exagerado que quieras pero no vas a luchar contra él por el momento— rio cuando me rodea con un brazo y me atrae hacia él.

—Está bien... oye ¿Podemos probar a disparar hoy?— me sonríe.

—¿Quieres disparar?— asiento— Entonces sí, pero esperemos a que pasen unas horas, los vecino podrían asustarse.

—Vale pues vamos a desayunar.

Pasado el día, había hecho pesas, había practicado el tiro con una escopeta que, según Cai, es lo más fácil para empezar y había hecho natación porque resulta que hay una piscina cubierta. Una piscina enorme que no sabía que existía hasta que Cai me lanzó un bikini y se fue a cambiarse la ropa por un bañador.

Decir que estaba muerta de cansancio era poco pero ahora, aquí tirada en la bañera sin fuerza para salir y envolverme en una toalla, es mucho más que eso y necesito calmar un poco más los músculos así que abro las piernas y mi mano se cuela por entre mis piernas para acariciarme de apoco.

Poco a poco, así es como me gustaba tocarme. Empezaba con leves caricias y acababa porque no podía mover más los brazos, eso sí, jamás logré llegar al orgasmo por más que lo intentara, era imposible y esta vez no es una excepción.

Mis dedos índice y corazón hayan ese botoncito que tantos espasmos me da y comienzan a acariciarlo, primero de arriba abajo y luego en círculos. Mi respiración se vuelve pesada e irregular y me frustro porque no sé cómo continuar. Nunca sé cómo continuar y sigo con ese punto hasta que me canso y lo dejo a medias.

—¡Cai!— lo llamo. La espuma me cubre y lo máximo que se me ve es el escote.

La puerta se abre y entra sin mirarme. Eso me hace sonreír pero sigo molesta.

—¿Tienes alcohol?— me mira confuso pero mi expresión debe decirle a gritos que estoy molesta y asiente— Pues quiero alcohol.

—Marchando alcohol.

Sale del baño y aparece dos minutos exactos después con una copa y una botella de vino.

—¿Lo tienes en la habitación?— pregunto elevando una ceja. Él asiente sonriente.

—Por supuesto. Aquí tiene su alcohol, bella flor— rio junto a él cogiendo la botella, ignorando la copa y bebiendo un largo trago—. Vaya... ¿Quieres hablar de ello?

—No... bueno, no lo sé— encojo las piernas sacando las rodillas por fuera del agua—. Quédate— le pido señalando el espacio que queda en la tina.

—¿Quieres que me bañe contigo?

—Sí, pero no te vayas a pensar que quiero hacer... algo más. Solo entra.

Sin quejarse comienza a desnudarse y yo aparto la mirada hasta que queda cubierto por la espuma. Le tiendo la botella y él bebe para volver a pasármela.

—¿Qué te ocurre?— pregunta y yo me decido entre decírselo o no.

Opto por el sí.

—Tú no eres virgen ¿No?— mi pregunta lo toma desprevenido y se atraganta antes de negar con la cabeza— Y las chicas con las que has estado... ¿Han llegado al orgasmo en algún momento?

—Pues... sí. Las primeras veces no logré que ella lo disfrutara como debería pero me guió y acabé haciéndolo bien... o eso me han dicho— suelta una risita por lo bajo— ¿Tu pregunta es porque nunca te han hecho llegar?

Asiento.

—Siquiera yo misma... te diría que lo he intentado todo pero lo cierto es que no sé qué es lo que debo intentar y solo doy vueltas y vueltas y más vueltas hasta que me canso y frustro— le doy otro largo sorbo de la botella de vino—. Yo solo quiero saber qué es eso que se siente al llegar a ese punto máximo del placer— suspiro y echo la cabeza hacia atrás.

—Cuando... cuando estés lista, te mostraré qué es lo que yo hago porque no sé explicártelo con palabras.

Coge la botella y bebe.

—¿Y si...? ¿Y si me lo enseñas ahora?

Se atraganta con el vino y me mira tosiendo hasta que se calma y me mira serio.

—No quiero tocarte porque estés frustrada. Yo quiero que tú quieras que te toque, cuando estés lista y me desees yo estaré dispuesto a ser tu esclavo sexual si así lo quieres— la sinceridad en su voz me hace relajarme y sonreír.

—Me gustas, Cai— me sincero y él me mira a los ojos fijamente.

—Te gusto...— chasquea la lengua y aparta la mirada—¿Te gusto aunque te haya separado de tu madre y tu mejor amiga?

No respondo porque siento que tiene que seguir hablando. Me mira y leo la clara vergüenza en sus ojos.



#18781 en Novela romántica
#3517 en Joven Adulto

En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.