Cai Becher

Capítulo 15

Es difícil recordar

Alice Wood

Los siguientes días son semejantes. Me centro en entrenar aunque éste lo estoy utilizando para probarme vestidos de boda.

Clara me está ayudando porque le he prohibido a Cai verme. Si vamos a casarnos, lo haremos bien.

También me ha propuesto matrimonio unas... ¿Cinco veces? Voy a casarme con él pero no le diré que sí. No es muy lógico mi punto de vista pero lo he decidido así y así se queda.

—¿Te gusta éste?

Me miro al espejo con mi seriedad usual de este día. Estos vestidos parecen sacados de una película de Disney y yo no soy una princesa que va a casarse con el príncipe azul que la salvó.

—¿En serio no hay nada más... simple?

Clara rueda los ojos soltando una risita mientras mira los vestidos que hay perfectamente colgados en sus perchas.

—¿Algo simple? Pues... no— sigue riendo cuando ve mi cara de asco puro hacia los vestidos.

—Podría casarme en vaqueros...— estalla en más risas— blancos...

—Bueno... creo que entiendo lo que quieres— se seca las lágrimas falsas. Exagerada...

Busca por las perchas hasta que saca un vestido más simple que los demás. Tiene encaje en la espalda y un escote bastante bonito, además no tiene can can ni una cola más larga que yo...

Parece un camisón sofisticado pero me gusta y mi cara parece decir exactamente lo mismo porque Clara sonríe con entusiasmo.

—Probemos entonces— me ayuda a desnudarme y a colocarme el camisón de bodas sofisticado—. Vaya...— dice asombrada cuando acaba de colocármelo.

—Parece un camisón pero es bonito, tengo que admitirlo— ella me mira ofendida.

—No parece un camisón. Estos cortes son de un vestido de bodas— señala el escote—, además, esta tela no podría ser jamás de un camisón y menos aún ese encaje de la espalda. Parece el más simple pero no lo es, aunque sí el menos extravagante. También es el más caro— dice antes de girarse para meter los otros en sus fundas ya que no voy a usarlos.

—¿Éste es el más caro?— pregunto extrañada. Ella murmura un «ajá»— Jamás lo hubiese adivinado...— me ve dudando y me sonríe.

—Te aseguro que ese vestido cuesta la limosna de Cai... es decir, el señor Becher— parece haberse dado cuenta de que ha dicho algo que no debía.

—Lo llamaste Cai— digo comenzando a quitarme el vestido. Juro que mi voz no es de novia celosa, empezando porque no soy su novia y terminando porque no estoy celosa, es solo una conversación entre amigas.

—Sí... lo hice. Se me escapó, sé que debo llamarlo con educación— suelta una risa nerviosa acabando de quitarme el vestido. Me comienzo a vestir con la ropa de gente normal.

—Puedes llamarlo Cai, al menos cuando estemos las dos solas... oye ¿Estás bien?— me parece verla aguar los ojos y aparta la mirada. Me termino de subir el pantalón y me acerco a ella dándome igual el estar con el sostén a la vista.

Comienza a llorar y la abrazo sin saber qué más hacer.

—Clara...— suelta un sollozo que me hiela la sangre.

No digo nada durante los minutos que está aferrada a mí. Está gritando en silencio que la dejen soltar todo el dolor acumulado y no seré yo quien le niegue eso.

—Lo siento— se disculpa entre sollozos unos minutos después.

Trata de apartarse y la dejo hacerlo. Cuando una persona estalla se agobia con facilidad, por eso es importante no forzarlos a hacer nada, mucho menos abrazarlos si no quieren porque eso puede sentarles muy mal. No sé por qué pero pasa.

—No tienes que disculparte, Clara. Tampoco tienes que decirme qué te ocurre si no quieres pero quiero que sepas que desde que hablé contigo por primera vez me di cuenta de que íbamos a ser buenas amigas así que puedes contarme lo que quieras, yo no te juzgaré y estaré para ti— me mira a los ojos antes de estallar en llanto de nuevo y abrazarme con firmeza.

—Me alegra tener una amiga por fin— dice sorbiendo su nariz. La rodeo con mis brazos.

¿Qué edad tendrá? No aparenta tener más que yo. Es más, diría que tiene menos de diecisiete. Se ve vulnerable al estar con alguien abrazándola ¿Llevará mucho tiempo aquí? No es lugar para una niña... y me incluyo en eso pero yo ya he vivido este tipo de cosas, esta chica parece muy inocente.

—No quiero hablar de ello...— la necesidad de expulsarlo me hace pensar en una forma de que se sienta a gusto contándomelo.

—¿Qué te parece si yo te digo una de mis razones por las que estoy mal emocionalmente y tú me cuentas la que te atormenta ahora?

Se separa de mí y me mira a los ojos, indecisa.

Sonrío tristemente y me giro para coger mi camiseta y sentarnos en el sillón que hay en la habitación. Me coloco bien la camiseta porque es algo que no quiero decir teniendo la piel expuesta.

—Cuando tenía catorce años conocí a un chico guapísimo— comienzo a contarle, ella se sorbe la nariz, más tranquila mientras me escucha con atención—. El caso es que él tenía dieciocho en ese entonces y sus padres tenían... y siguen teniendo si no han muerto, mucho dinero. Me cortejó de la forma más romántica que una chica de catorce años podría llegar a soñar: me recogía del instituto en su moto, me traía flores, chocolates... el caso es que cuando dos semanas después me invitó a su casa de verano no me negué... y eso que apenas estábamos en Marzo— rio por lo estúpida que fui y ella me coge la mano—. Me escapé de casa esa noche y nos fuimos a su casita en la costa. Bebimos, hablamos, reímos y... me propuso tener sexo. En ese momento yo creía que él era todo lo bueno que yo podía desear, que me amaba incluso. Que él haría cualquier cosa por mí y que, por eso, yo debía confiar en él... el caso es que lo hicimos y fue fantástico... al principio, que fue lento, cuidadoso... el problema vino después— me detengo para coger aire, no puedo llorar porque se supone que estoy contando esto para que Clara pueda desahogarse. Si me ve derrumbarme se cerrará pero... Es algo tan vergonzoso y doloroso...



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En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

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