Cai Becher

Capítulo 16

Todos tenemos un pasado oscuro. Y si no, es que aún no lo viviste

Alice Wood

—Es horrible... siento que hayas tenido que vivir eso...

Veo la duda en sus ojos así que esta vez soy yo la que aprieta su mano.

—No tienes que contármelo si no quieres, solo quería que supieras que hay confianza, que estaré para ti y que puedes contarme lo que quieras cuando quieras.

—Mi madre era prostituta... o es, no lo sé— me mira sorprendida como si no pensara decírmelo pero le ha salido solo—. Nací de uno de sus clientes y viví entre mujeres desnudas toda mi vida. Ninguna de esas mujeres miraba por otra, ni por la hija de otra así que todas miraban para otro lado cuando empecé a desarrollar y me tocaron por primera vez. Lloré muchísimo, grité pataleé pero nadie me ayudó. Mi madre estaba demasiado drogada como para saber siquiera que algo estaba pasando así que soporté ese abuso y viví durante el año y medio más que estuve allí, escondida bajo una cama cuando el burdel estaba abierto. No volvieron a tocarme, por suerte. Cuando cumplí los trece años, Cai apareció con unos hombres para hablar de negocios mientras bebían algo y tenían a mujeres semidesnudas paseando a su alrededor. Ese día me encontraron bajo la cama y me sacaron a rastras entre dos hombres borrachos. Me arrastraron hasta la mesa de al lado de Cai y trataron de abusar de mí pero mi llanto alertó a Cai y él los detuvo. Pagó lo que según el dueño del burdel yo le debía y me trajo con él. Me trató como a una hija o una hermana pequeña. Me alimentó, me dio cariño y me brindó amor. Dormí con él durante tres meses porque tenía miedo a dormir sola y cuando me decidí por superarlo le dije a Cai que necesitaba sentirme útil de una forma que no me hiciera estar con las piernas abiertas. Comencé a llamarlo señor Becher y pasé a ser una simple sirvienta de su mansión. Él respetó mi decisión alegando que no debía hacerlo porque yo era parte de la familia pero que me apoyaría si eso era lo que necesitaba para lidiar con... con el abuso.

Seca sus lágrimas y me sonríe soltando un suspiro.

—Me siento mejor— dice—. Gracias por escucharme.

—Gracias a ti por escucharme a mí.

—Somos amigas después de todo.

—Lo somos— le doy un leve apretón en la mano.

—¿Tienes dieciocho años?— pregunta y yo asiento— Vaya, yo tengo quince— ríe comportándose nuevamente como una adolescente. Entonces la puerta se abre para dar paso a Boomer.

—Lo-lo siento— nos separamos y Clara se seca los ojos antes de mirar a Boomer, quién se acaba de disculpar—. No sabía que estabais aquí... bueno, en realidad sí que lo sabía... ¿Estás bien, Clara?

—Lo estoy, Dominic ¿Qué haces aquí? Estoy segura de que sabías que Alice se estaba probando los vestidos para la boda— así que se llama Dominic... Boomer me gusta más.

—Sí, es que... Cai la está buscando y...— ¿Por qué se ve tan nervioso?

—Lo dudo mucho, él sabía que yo estaba probándome los vestidos y jamás mandaría a un chico a buscarme siendo probable que me encuentre desnuda.

Me detengo al ver que está sudando mucho.

—¿Te sientes bien, Boomer?— parece darse cuenta de que se ve nervioso y carraspea colocándose la chaqueta como un chico malo. Ruedo los ojos.

—Perfectamente, bombón... ¿Habéis acabado? Me gustaría hablar con Clarita a solas— miro a Clara y ella asiente, entonces sonrío y me dirijo hacia la puerta.

—Suerte— le susurro a Boomer antes de salir por la puerta.

Boomer tampoco aparenta mucha edad, la mía o unos años más, quizás.

Camino por el pasillo camino a las escaleras. Me apetece... no sé ¿Qué me apetece? Me detengo a mitad de las escaleras, indecisa ¿Debería salir a practicar mi puntería con las armas, a coger músculo cogiendo pesas o subir a la habitación para tirarme en la cama y dormir hasta la hora de la cena?

Me decido por subir para hacer eso último. Durmiendo se entrena la mente al fin y al cabo.

Abro la puerta de mi habitación y me sorprende el olor a tabaco que entra por mis fosas nasales. Cai está sentado en su escritorio mirando por el ventanal mientras se fuma un cigarrillo.

—¿Desde cuándo fumas?— pregunto cerrando la puerta. Pega un salto sobre la silla giratoria por el susto y me mira antes de darse cuenta de que la habitación está inundada en humo y abre el ventanal.

—Lo siento. Yo no fumo... aunque esté fumando ahora— apaga el cigarro en la mesa y lo tira por la ventana.

—Acabas de apagar un cigarrillo en tu mesa antes de tirarlo por la ventana. Esa mesa y el medio ambiente no te han hecho nada— bromeo aunque es un tema serio. Hay que cuidar el medio ambiente y no es algo que pueda tomarse a la ligera.

—Mierda. Joder. Lo siento, otra vez— suspira cerrando los ojos.

—¿Estás bien? Te ves agobiado...

—Estoy bien aunque sí que estoy agobiado... y preocupado— me mira con ojeras bajo los ojos y me acerco a la cama para palpar el colchón junto a mí. se levanta y camina con la espalda encorvada hasta que se sienta junto a mí.

—Soy toda oídos.



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En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

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