Mamá...
Alice Wood
Siento que me va a explotar la cabeza mientras me cae agua en la cabeza y el champú me resbala por la espalda. Acabo de ducharme y salgo de la ducha envolviéndome en una toalla. Sin importarme que Cai me vea, salgo del baño y camino hasta el vestidor para ponerme unas bragas y una camiseta.
Salgo del vestidor y me tumbo en la cama a su lado, lo abrazo como un koala abraza a un árbol y me quedo dormida, así sin más.
Despierto temprano pero Cai no está a mi lado, me incorporo y lo veo sentado delante del ordenador. Ladeo la cabeza y lo miro con los ojos entrecerrados, por la mañana sí que noto la ausencia de las gafas.
—Buenos días— mi voz sale ronca pero no me importa.
No me mira y escribe unas cuantas cosas más antes de desconectar un teléfono del ordenador y caminar hacia la cama, se sienta a mi lado y me besa los labios.
—Buenos días, ganchita— me tiende el teléfono—. Tu nuevo teléfono, tiene descargadas las canciones que me pediste y agregados los números de Dominic, Clara, tu madre, el de tu amiga loca y el mío.
—¿El de mi madre?— pregunto sorprendida.
—Sí, hablé con ella ayer cuando te dormiste, creí que debía decirle que estabas bien y tal y le prometí que hoy la llamarías. También podemos ir a verla cada que quieras, necesito que seas libre, cometí el error de arrebatarte la libertad y voy a devolvértela. Puedes estar tranquila porque tiene la seguridad suficiente como para que no te hackeen aunque espero que sepas que no podemos arriesgarnos a tener redes sociales como Instagram y Facebook.
Miro el teléfono en mis manos y abrazo a Cai.
—Muchas gracias, Cai.
Él no dice nada antes de sonreírme tenso levantándose de la cama.
—Llama a tu madre cuanto antes, seguramente no haya podido dormir en toda la noche— recomienza caminando hasta el baño.
Cuando escucho el ruido de la ducha encendida decido que debo enfrentarme a mi madre. Enfrentarme al dolor que le he causado.
Con manos temblorosas enciendo el teléfono y veo en la pantalla principal tres aplicaciones: una de mensajes, otra de llamadas y una última para hacer videollamadas. Entro en esa última siendo consciente de que si mi madre no me ve y no juzga ella misma mi estado, no me creerá aunque le diga que estoy bien.
Nada más entrar leo los nombres: Cai, Clara, Dominic, loca— creo que esa será Helena— y mamá. Me lo pienso antes de recoger mi cabello enredado en una coleta, enciendo la lámpara de la mesilla de noche y pulso el nombre de la mujer que me dio la vida.
Lo coge al primer tono y mis ojos se llenan de lágrimas.
—Mamá...
Sus ojos ya están inundados en lágrimas y la veo llorar con unas ojeras enormes ¿Cuánto llevará sin dormir bien?
—Lo siento, ma...
—Calla, hija. Calla... no te disculpes, solo dime ¿Cómo estás? ¿Bien?
—Sí, mamá. Estoy bien, creo que ya encontré mi lugar aquí— su sonrisa se expande.
—Me alegro de oír eso, Alice. Si tú estás bien, aunque no sea a mi lado, todo está bien.
Reímos entre lágrimas y escucho la puerta del baño abrirse. Un Cai en toalla sale con expresión seria que se cambia por una mueca de dolor al ver mis lágrimas.
—¿Qué miras, Alice?— la voz de mi madre me hace centrarme nuevamente en ella. No me da tiempo a responder— Es él ¿Cierto?— no me queda otra que asentir— Ven que te vea, hijo.
Al escuchar que lo ha llamado hijo, sonrío mirando a Cai, él me copia y yo miro a mi madre.
—Ahora mismo no está visible, mamá— rio. Mi madre pone la expresión de obviedad de las madres.
—No me importa que no esté visible, solo quiero ver la cara de mi yerno. Tendré que dar mi visto bueno ¿No? No me ha pedido tu mano aún, Alice— reímos.
—Voy a vestirme, ahora vengo— Cai se mete en el vestidor y se viste con rapidez porque sale segundos después y se sienta a mi lado.
—Así que tú eres el que se ha robado a mi hija— mi madre habla seria. Esa seriedad es la que suele usar cuando quiere intimidar para sacar información.
—Sí, señora— y parece que ha funcionado. No pensé que mi madre pudiese intimidar a Cai.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Señora, su hija y yo vamos a casarnos en unas semanas. Por supuesto está invitada y espero que me acepte como esposo para su hija. Puedo decirle que es una chica estupenda y que me ha hecho sentir más que nadie después de mi hermana pequeña.
—¿Tienes una hermana pequeña?— pregunta mi madre sin alterarse por la noticia de la boda.
—La tenía, murió cuando era pequeña.
—Siento mucho oír eso... y respecto a lo de la boda... supongo que si mi hija quiere estar contigo es por algo así que sí, te acepto como yerno y como un hijo más, no me hagas arrepentirme.
Cai sonríe a mi lado.
—No lo haré, señora. Muchas gracias.
Seguimos charlando un rato más antes de colgar. Me esperaba que mi madre se lo tomara peor, la verdad.
Siento un beso en mi cabeza.
—¿Estás bien?
—Lo estoy— le sonrío y lo abrazo.
—También hablé con tu amiga la loca, ella insistió en venir porque no se fía de mí así que está de camino con mi chófer. Vendrá un par de días aunque va a llegar con los ojos vendados, no me puedo arriesgar a que nos descubra ante la policía u otras bandas.
No me da tiempo a decir nada cuando la puerta de nuestra habitación se abre y Helena entra corriendo, la pobre Clara se detiene detrás de ella jadeando como si la hubiese perseguido por largo rato.
—¡Alice!
—¡Helena!
Me levanto de la cama pero ella corre hasta mí y salta haciéndome caer sobre el colchón de nuevo. Menos mal que casi no pesa nada porque me hubiese aplastado.
—Siento...— Clara jadea— no haberla... detenido. Es demasiado rápida.
—Tranquila, Clara. No pasa nada— Cai se levanta de la cama con tranquilidad y lo veo mirarnos con expresión incómoda—. Os dejaré solas— carraspea y sale de la habitación junto a Clara.