Conflictos
Alice Wood
Cai está en el gimnasio hablando con Boomer.
—Hola, Cai. Hola, Boomer— ellos se giran y me sonríen.
—Hola, bombón. He oído que tu amiga ha venido de visita ¿Ella es así como tú?
—Peor, siendo sinceros— admito—. Pero le ha gustado Samu así que puedes olvidarte, ya sé que estar con una chica como yo es el sueño de todo hombre— ríe y yo me centro en Cai. Su sonrisa no llega a sus ojos— ¿Estás bien?
—¿Lo estás tú?
Suspiro y tomo su mano para sacarlo del gimnasio, él me sigue hacia el campo de tiro, donde solo hay un grupo de hombres practicando su tiro con unas pistolas.
—Te ocurre algo y no me mientas diciendo que no es así.
Sus ojos ámbar brillan con el sol.
—Solo me da vergüenza verla porque me recuerda que te rapté prácticamente ante sus ojos. Me molesta verte sonreír como si no pasara nada cuando deberías estar insultándome por lo que te he hecho. ¿Por qué actúas así, como si nos hubiésemos conocido de forma normal y hubiésemos tenido una relación normal antes de estar prometidos?
—¿Quieres que te culpe? ¿Quieres que te insulte y no te hable más que para decirte cosas hirientes? ¿Qué te odie, quizás?— su expresión es dolida.
—Te quiero— dice bajo pero claro. Se deja caer apoyado en la pared que tiene detrás y yo lo miro con los ojos muy abiertos.
Abro la boca pero real mente no sé qué decir «¿Qué has dicho?», eso sería demasiado patético. Lo he oído pero no sé cómo tomármelo.
—Te quiero y me da miedo— dice con sus ojos atrapando los míos de una forma casi inhumana. Aparta la mirada y la centra en la nada tras de mí—. Te quiero y sé que tú no me quieres a mí. Quizá es solo porque es demasiado pronto, quizá nunca llegues a quererme pero... yo lo tengo claro. Lo que no sé es cómo actuar.
—Pues... actúa como creas que debes hacerlo— susurro.
—Ayer mataste a un tío y te vi tan destrozada que no pude evitar pensar que, si nunca nos hubiéramos conocido, serías feliz— me mira nuevamente a los ojos—. Hoy, sin embargo, estás luciendo contenta, como si ayer no hubieses temblado entre mis brazos, muerta de miedo, pensando que la vida de una persona había sido arrebatada por ti. Pensando que eres un monstruo por eso. Seguramente arrepintiéndote de todas tus decisiones, de no haber huido de mí o de no haber luchado con ese crochet de derecha tan mortífero que tienes. Estás hoy, actuando como si nada cuando tu amiga seguramente quiere despedazarme vivo y verme agonizar hasta alcanzar una muerte lenta y dolorosa. La habrás convencido de que soy un buen tío y de que, por no haberte puesto una mano encima, soy un buen partido ¿Debería lastimarte para que quieras irte, Alice?
—¿En serio me estás diciendo esto, Cai? ¿Buscas que desconfíe de ti, que pase de nuevo a llamarte por tu apellido y a que quiera dormir en otra habitación porque te tengo miedo y quiero salir de ésta? ¿Estás seguro de que quieres eso? Dímelo y yo lucharé para escapar, así podrás librarte de mí ¿O por qué no mejor me dejas marchar y todo acabado?
—Te dije que quería que fueras libre, la puerta está abierta para cuando quieras marcharte. Te he dicho que te quiero así que no quiero decirte adiós pero siento que vas a sufrir a mi lado. Yo no quería sentir nada de esto, no sabía que iba a sufrir tanto por verte vivir como yo lo hago.
—Es que no entiendo por qué sufres, me siento más llena, más feliz y más... querida desde que estoy aquí que en toda mi vida. Yo tampoco sé interpretar lo que siento pero, cuando sepa qué es eso que noto en el pecho cuando te veo, te lo diré sin dudarlo— termino de decirlo en voz baja. Sus ojos parecen torturados y se calman al escucharme. Dando un paso se para frente a mí y sin dudar un segundo me agraza enterrando la cabeza en el hueco entre mi cuello y mi hombro.
—¿Podéis hacer eso en vuestra habitación?— la voz de Helena nos hace separarnos. Le sonrío a mi amiga extendiendo una mano hacia ella para que se acerque a nosotros, ella lo hace y toma mi mano, mirando con desconfianza a Cai.
—Supongo que ya os conocéis pero Helena, él es Cai Becher, mi prometido y Cai, ella es Helena Funny, mi mejor amiga. Como ambos sois importantes para mí, espero que hagáis un esfuerzo— miro a mi amiga— para llevarse bien entre vosotros. Al fin y al cabo, queréis mi felicidad ¿No?— miro esta vez a Cai y él asiente.
Ellos se miran cuando yo suelto a Helena y los dejo el uno frente al otro mientras los observo nerviosa, no sé cómo van a reaccionar y es ilógico que esté tan nerviosa y, por si fuera poco, lista para tener que separarlos si comienzan a pegarse— eso va por Helena—, es como si fueran dos perros y se estuviesen conociendo pero que si se caen mal, podrían comenzar a pelearse con garras y dientes.
Ellos se miran— Helena con expresión de odio puro, pero fuerza una sonrisa; Cai con expresión afligida, como si el hecho de que mi mejor amiga lo odie quiere decir que es malo para mí—, extienden la mano y la estrechan sin dejar de mirarse a los ojos.
Con un encuentro así tuvo que comenzar la primera y la segunda guerra mundial, estoy segura.
—Espero que podamos llevarnos bien, Cai— Helena saborea las palabras de forma siniestra y amenazante.
—Eso espero, sí— Cai asiente antes de apartar la mano para limpiarla en su camiseta como si Helena desprendiera enfermedades por los poros.
—Bueno— digo de forma animada dando una palmada—. Ya que sois amiguis, me marcho, pásenlo bien.
Me escabullo por el gimnasio y decido que necesito sudar para sacarme todos los nervios de dentro, así que cojo una comba y comienzo a saltar como mi entrenador de boxeo me enseñó para practicar la guardia y los movimientos que tenemos en el ring, a esta hora no hay nadie en el gimnasio y aprovecho para conectar mi teléfono con los altavoces y poner música para distraerme mientras salto.