Los ejemplos son importantes
Cai Becher
Clara tiembla en mis brazos mientras la abrazo. No sé qué coño le habrá hecho ese tío pero voy a matarlo y además, voy a matarlo ante todos los que viven en esta casa, necesito que a todos les quede claro que no pueden incumplir las normas porque el castigo, en su mayoría de las veces, es la muerte.
Las normas las establecí por una razón y es tan simple como saber que no puedes meter a un puñado de criminales como traficantes y cosas más horribles en una casa con más gente sin esperar que acabe en un mar de sangre y lágrimas. Las normas son importantes para conservar la paz por lo que cada que alguien se salta una norma, recibe un castigo y como las normas que establecí son claras y muy importantes, todos deben saber que la muerte es uno de los castigos.
Miro a Dominic, quien está perdido en sus pensamientos, sentado frente al gilipollas que aún no está consciente, con un cigarrillo entre los labios. Alice está a su lado, mirando la sangre seca en los puños temblorosos de Dominic. Su calma es necesaria para la cordura de mi amigo, sé que ella lo sabe y que, en el fondo, Dominic también lo sabe.
—Ahora vamos a hacer algo— digo en voz baja para que Clara no se asuste—, te voy a acompañar a tu habitación y te vas a echar una siesta, cuando te despiertes todo habrá acabado y ese tío no volverá a molestarte— ella no querrá ver una muerte en vivo y en directo.
La siento asentir y la abrazo de lado comenzando a caminar hacia el pasillo de habitaciones, entramos en la suya y la arropo en su cama, dándole un beso en la frente antes de salir de la habitación con cuidado de no cerrar la puerta con demasiada fuerza.
Camino con los puños apretados hacia la escalera y pulso el botón protegido con un cristal que evita la posibilidad de que se pulse por accidente. Automáticamente, una alarma que avisa a todos de que deben ir al campo de tiro se escucha lo suficientemente fuerte como para que nadie tenga la excusa de decir que no la oyó.
Me dirijo al lugar acordado y ya veo cómo todos los del servicio y mis matones se dirigen al campo de tiro, específicamente a una especia de escenario que hay en una esquina. No me sorprende encontrarme a Dominic con el tío ya consciente en el escenario. Subo y veo a Alice en la primera fila, supongo que vino con Dominic porque ella no sabe que esa alarma es para citarlos a todos aquí.
Me planto frente a todos.
—Parece que hay gente que se ha olvidado de las normas que establecí y que todo el mundo sabe al entrar en esta casa— los observo a todos y veo que no hay ni un solo par de ojos que no me esté mirando—. Creo que ha llegado la hora de recordaros a todos las consecuencias de infligir las normas y obviamente va a ser con un ejemplo en vivo y en directo— sonrío con sorna—. Este tío ha agredido a una de nuestras compañeras.
—Y antes de eso la estuvo acosando— añade Dominic.
—¿Qué chica?— pregunta una mujer del servicio.
—Se dice el pecado y el pecador, pero no la víctima de dicho pecado— aclaro—. Obviamente el pecador tiene su castigo— miro al hombre, está aterrado y temblando de pies a cabeza pero sabe que si trata de huir será peor.
Me acerco a él y Dominic me tiende una navaja. La tomo, saco la cuchilla y la dejo lista para matar. Con mi mano libre tiro del corto pelo del asqueroso tío, tensando su cuello para que sea más fácil cortar. Mis ojos se encuentran con los de Alice y ella ladea la cabeza con una expresión que me cuenta descifrar, es como si me estuviese admirando.
Mis ojos no abandonan los de ella mientras paso la hoja de la navaja por el cuello del hombre que se ha atrevido a ponerle una mano encima a Clara, la mirada de Alice lo aprueba y eso es suficiente para soltar el pelo del agonizante hombre, quien cae al suelo acabando de desangrarse. Me planto ante el resto de personas aquí presentes.
—No permitiré que me toméis por imbécil rompiendo mis normas— demando—, soy bueno pero no gilipollas. Podéis idos a trabajar.
Antes de que nadie comience a moverse, un grito de horror hace que todos nos fijemos en la persona que está llegando a la multitud: Helena.
La chica grita y Samuel, el jardinero, la agarra para tratar de calmarla pero ella no se para. Ambos acaban de llegar.
La amiga de la chica que me tiene loco se suelta de los agarres de mi empleado y sale corriendo en dirección a la salida pero Alice va tras ella y la alcanza lanzándose sobre ella. Ambas caen, mi chica encima.
Bajo del escenario viendo cómo Alice ayuda a su amiga a girarse para estar frente a frente y le acuna las mejillas con sus delicadas manos. Le susurra cosas que no escucho pero su amiga no se calma y acaba dándole una bofetada a Alice. Ella gira la cabeza, sorprendida más que adolorida pero no se aparta. Las alcanzo y espero que conmigo se calme un poco.
—Como vuelvas a ponerle una mano encima a mi prometida te mataré como he hecho con ese tío y no me importará una mierda que seas amiga de Alice— mi voz es lo suficientemente alta como para que se entere y yo diría que bastante clara. Me mira aterrada, su respiración es entrecortada. Decido que merece coger un poco de aire y me centro en Samuel—. Y tú ¿Por qué coño no has venido al escuchar la alarma? Ese tío ha muerto por desobedecer las normas, tómalo como un ejemplo.
—Lo siento, señor— se disculpa y yo me vuelvo a centrar en la aterrada adolescente. No voy a hacerle daño, Alice me mataría.
—Quiero que sepas que ese hombre al que he matado estuvo acosando a una chica que vive aquí y hoy la agredió. Rompió dos normas de esta casa que son la prohibición del acoso y de la violencia hacia otros miembros de la casa y tenía que dar un ejemplo a los demás para que no volviese a ocurrir. Por lo general, soy un tipo amable que trata de ayudar a los demás, no lo olvides— extiendo mi mano para ayudar a Alice a levantarse y ella la acepta, entonces se la tiendo a Helena, quien la mira con temor—. No voy a hacerte daño.