Cai Becher

Capítulo 46

¿Truco o trato? 

Alice Becher 

Los tratos deben ser escuchados y estudiados con detenimiento. 

—¿Un trato? 

Un trato puede darte un respiro o puede encadenarte en la más profunda desesperación. Un trato sería un porcentaje de 50% de probabilidades de que sea beneficioso pero ¿Y si es un truco? Un truco no tiene beneficios , en este caso, para mí. 

Un truco me destruiría por completo. 

—Eso mismo, un trato– se coloca frente a mí y se quita el pasamontañas dejando ver su barba de tres dedos de larga. 

—¿Qué clase de trato? 

—Ya que soy un hijo de puta, quería hacerte rectificar. Lo que queríamos de ti era ese video— señala la cámara—, ahora solo falta esperar a que tu marido se entregue. 

—¿Qué quieres decirme con eso? 

—Quiero decirte que te propongo salir de este cuarto y venir a mi habitación. Que nadie excepto yo pueda tocarte hasta que todo acabe. Sea cual sea el final. 

¿Aceptar ser la puta personal del tío que me ha dado varias palizas y me ha violado un par de veces? 

—¿Dormiré en una cama?— pregunto. 

—Sí, conmigo. 

—¿Estaré encerrada? ¿Y atada? 

—Por supuesto y no. 

—¿Podré ir al baño sola cuando quiera? 

—Hay un baño en la habitación así que sí. 

—¿Sabré qué día y hora es en todo momento y comeré bien? 

—Sí, sí y sí ¿Alguna pregunta más?— da un paso hacia mí y me acaricia la mejilla. No me aparto aunque me dé asco. 

—¿Podré estar vestida?— esa última pregunta suena tan vulnerable que sonríe. 

—Podrás ponerte algo mío. 

—Vale… por favor, llévame contigo— prácticamente le ruego. 

Y es que dentro de las circunstancias, este trato es bueno. Y es una suerte que no creo que muchas chicas en mi misma situación posean. 

Sonríe como si le satisficiera mi ruego. 

Sin decir una sola palabra camina hasta mis amarres y me libera. No me levanto, si él cree que voy a atacarlo me golpeará de nuevo y ya me duele todo demasiado. 

Vuelve a ponerse frente a mí y me levanto con cuidado. Él me mira como si yo fuera un cervatillo con tanga, creo que es la comparación más acertada. 

—No me mires como si fuera a abalanzarme contra ti en cualquier momento— bromea—, antes del sexo quiero que te des una ducha. 

Una puñalada en el pecho dolería menos. Mis manos sudan, mis pies quieren mantenerse quietos y mi garganta le ha cerrado el paso a la voz, sin embargo, me obligo a andar tras él. 

Cuando salimos de la habitación me doy cuenta de que estamos bajo tierra. El pasillo es estrecho, la luz muy leve y artificial y las paredes están mal hechas, deben haber construido en alguna mina o por el estilo. No hay muchas minas por la zona— me aventuraría a decir que no hay ninguna, al menos, que se conozca—, pero por la parte de Tarifa, El Bujeo y demás, hay multitud de Bunkers militares de cuando la guerra civil y demás, también hay muchos túneles bajo tierra, lugares estratégicos y toda esa mierda que hay cuando los hombres se matan entre ellos. 

Entonces debemos estar en un túnel de esos. 

El exterior es todo campo y árboles que podrían ayudarme a perderlos de vista. Y si llego a la playa es muy probable que encuentre a la guardia civil. 

Solo debo encontrar el modo de salir. 

La casa de verano del primero está en El Bujeo. Quizá si logro llegar hasta allí podría usar el teléfono fijo y llamar a Helena, ya que me sé su número… 

Así que, Alice, solo debes lograr salir de aquí, el exterior será pan comido. 

Nos encontramos con varios hombres y ellos me miran con deseo puro. Hay que ser guarro, estoy despeinada, entera golpeada y llena de hematomas, llena de mugre, sangre y semen ajeno y ellos siguen pensando en follar. Y la impura aquí soy yo. 

Llegamos a una puerta como todas las demás y entro tras el hombre que me quiere sexualizar más aún. 

Cierra tras de mí. 

—El baño está allí— señala una cortina cerrada que parece que lleva a otra habitación. 

—¿Dónde estamos? 

—Puedes ponerte lo que veas mío— señala una cómoda. 

—¿Estamos en un túnel de Franco? 

Se calla y me giro hacia él, su rostro es serio. 

—El baño está allí y puedes coger lo que veas— repite. 

Asiento decidiendo no tentar más a la suerte y me giro hacia el baño. Me encargo de cerrar bien la cortina y suspiro antes de quitarme la poca ropa que me cubre. 

Naciste desnuda, Alice, tranquila… 

Entro en la ducha y abro el grifo. No me preocupo por la temperatura del agua porque el simple hecho de limpiar mi piel es suficiente y comienzo a frotar la mugre de mi cuerpo. 

Tardo lo que jamás había tardado— menos cuando hacía otras cosas en la ducha, ejem— y salgo enrollada en una toalla pero cometo el error de pararme frente a un pequeño espejo. 

—Dios mío… 

Mi rostro es irreconocible: ojeras, morados acompañados de chichones, una brecha en la ceja... Mis ojos gritan por auxilio y mis labios necesitan hidratación urgente… 

Si la vida te da palos no los esquives, deja que te golpeen hasta que sangres y se te nuble la vista. Hasta que caigas de rodillas y tus manos traten de menguar el impacto contra el suelo. 

Si la vida te da palos no los esquives, deja que te golpeen hasta que sepas bloquearlos. 

Si la vida te da palos no los esquives, deja que te golpeen hasta que devuelvas cada golpe multiplicado por diez. 

Si la vida te da palos no lo esquives, deja que te golpeen y sonríe antes de destruirlo todo. 

Si la vida te da palos no los esquives, deja que te golpeen y lucha hasta el final. 

La vida me ha golpeado hasta que mis sentidos se han rendido y he caído con un duro impacto, ya es momento de dejar que me golpeen sabiendo bloquear. 

Sonrío ante el espejo antes de abrir la cortina que separa el baño de la habitación y me llevo un gran alivio al cuerpo al ver que no hay nadie, por lo que me acerco a la cómoda y abro todos los cajones buscando algo que ponerme. 



#18781 en Novela romántica
#3517 en Joven Adulto

En el texto hay: secuestro, sufrimiento, mafia

Editado: 14.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.